...a su departamento y a su historia para empezar desde cero en Vigo. “Camino sin miedo, no tengo que mirar los precios, me doy los gustos que antes no podía”, dice.
“Emigré hace 18 meses. Cuando me fui el país no estaba en llamas. Renuncié a mi trabajo en el Ministerio de Salud de la Nación. En España conseguí trabajo en un bar, no lavo copas pero cuelgo la chupa y el plumífero de la gente que va a bailar”, escribió en su cuenta personal de Twitter, Verónica Kleiman (39). El mensaje pronto se hizo viral en las redes.
VerukaTrips, como dice el nombre de su cuenta, está feliz de haber tomado la decisión de irse del país. En primer lugar porque era algo que anhelaba desde hacía tiempo y por el otro porque el destino elegido -Vigo, en Galicia- superó ampliamente todas sus expectativas.
En la Argentina, siguió la carrera de abogacía en la Universidad de Católica de Buenos Aires, aunque nunca se recibió, trabajó durante años para el Estado argentino. Vivía en Villa Luro junto a su marido Raúl y sus dos hijas, Lola (8) y Josefina (4).
En el año 2000 sus padres -una familia de clase media de zona oeste- la enviaron a estudiar un mes inglés a Londres. “Esa breve experiencia me abrió la cabeza, quedé fascinada con una ciudad prolija, limpia, ordenada y respetuosa”, le cuenta a Infobae recordando su primer contacto con Europa.
De vuelta en Buenos Aires, la vida siguió, conoció a su actual marido y formaron una familia. “Alquilamos un departamento en Villa Luro, íbamos a trabajar y teníamos una vida cómoda sin grandes lujos... pero sentía que quería irme de la Argentina. El contexto sociopolítico y la mala calidad de vida siempre fueron los principales motivos para el cambio”, destaca.
Sin embargo, Raúl, hijo de gallegos, no quería dejar la Argentina. “En 2018, a la salida del trabajo me llamó y me dijo que estaba harto, que nos mudemos al exterior. No perdí esa oportunidad... el momento era ése”.
Entonces, se prepararon para la nueva vida y el nuevo rumbo a más de 9900 kilómetros de casa. Verónica estaba lista para dejar de ser una simple observadora de lo que sucedía en el exterior y empezar a ser protagonista, algo que le daba sentido a sus proyectos.
Homologaron los títulos secundarios, pusieron en alquiler el departamento, renunciaron a sus trabajos y sacaron pasaje sin vuelta. Arribaron a Europa con la documentación correspondiente -ambos pasaportes europeos- pero sin contactos ni referencias u oportunidades laborales: “Siempre digo que con los papeles tenés la mitad del trámite hecho”, aclara.
Eligieron España para que el cambio sociocultural no sea tan brusco. “Encontramos colegio para las chicas, es público y trilingüe (castellano, gallego e inglés), un departamento a 10 minutos de la playa, y en tres meses ambos conseguimos trabajo. Yo en boliche y Raúl en la planta de autos Citroen”.
Optaron por Vigo, a solo 30 kilómetros de Portugal: "Lo elegimos porque se presentaba con más oportunidades, clima amigable, paisajes alucinantes, trabajo, educación y salud pública. Tiene todo lo que necesitas de una ciudad y a la vez la tranquilidad del pueblo. Los gallegos son sociables y amorosos con los argentinos. Además, tenés desde pizzería argentina hasta yerba mate... pero sobre todo calidad de vida”.
Retoma: “Cuando digo calidad de vida les hablo de caminar de noche sin miedo, de ir al parque con tus hijos y no estar mirando para que no te roben el carrito o el pibe, o temer de que pisen mierda o un forro usado, de ir al súper y no mirar precios, de andar por veredas y calles sanas”, aclara, y también lo dice en sus tuits.
Por la llegada de la pandemia el boliche donde trabaja está cerrado, sin embargo recibe el expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) que le paga el 70% de su sueldo. “Este trabajo lo conseguí por casualidad y me gusta, no tuve ni tiempo de repartir el curriculum desde que llegué”.
Antes de partir, Verónica transitó los temores naturales signados a la partida, pero hoy instaladísima sabe que no va volver a la Argentina e invita a otros a animarse. “No todos deberían emigrar. No es algo que uno debe hacer sino algo que quiere y puede hacer. Pero a los que están en esa duda: háganlo. ¿Son arquitectos, abogados, médicos y tienen miedo a lavar copas? Sepan que cualquier lava copas tiene una calidad de vida superior a las suyas”.
Resalta todo lo ganado en estos 18 meses: “No ahorro miles de euros al mes, pero vivo bien. Me doy gustos que en Argentina no podía darme. Camino tranquila por la calle, no me preocupo por la suba de precios, no me preocupo por los paros, no me vuelvo loca con los cortes y el tránsito de Buenos Aires”.
Y sigue: “Al no tener que tener tantas cosas en la cabeza como la inseguridad, el desorden, el caos, tener que pagar por una buena educación, la obra social... tenés menos preocupaciones y por lo tanto menos estrés, eso es calidad de vida. No sabía lo mal que vivía hasta que me mudé a España”.
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Volver a casa, nunca más
“Estando en Vigo reafirmamos la decisión tomada en 2019”, resalta. Volver a visitar suelo argentino es algo con lo que Verónica y su familia sueñan. Mira para atrás, su vida en Argentina, y reconoce no extrañar nada, salvo a la familia. “Siento tristeza de ver como se está viviendo, eso sí me pone mal. Ya vinieron varios amigos y sé que ahora vendrán más”.
En los próximos meses empezará a estudiar, en un centro de formación educativa, cocina y gastronomía. Su meta es abrir una casa rural con algunas habitaciones y servicio de restaurante. “Amo el turismo y el buen servicio, acá hay muchas oportunidades para hacer proyectos”.
Hace una pausa, e invita a la reflexión: "Cuando te digan que emigrar es muy duro deténganse a pensar y mirar a tus hijos: “¿Qué esperás para su futuro? ¿te gustaría que vivan sin miedo? ¿Querés que se respeten sus derechos a la educación, salud y a ser niños….? ¿Te gustaría que conozcan el mundo, hablen distintos idiomas, y crezcan libres?”.
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