...en adultos mayores de más de 65 años con COVID-19 leve, que tuvo una eficacia de más del 60 por ciento
En una semana donde se mostraron los primeros resultados prometedores en varias vacunas contra la enfermedad COVID-19, también se dio a conocer hoy una buena noticia respecto al éxito de un tratamiento contra el coronavirus mediante el uso de plasma de convaleciente.
Mediante una conferencia de prensa en el SUM del Estadio Antonio Vespucio Liberti, la Fundación Infant, con el prestigioso infectólogo Fernando Polack a la cabeza, reveló los resultados preliminares de la investigación sobre uso temprano de plasma de convaleciente en adultos mayores de más de 65 años con COVID-19 leve, los cuales demostraron una eficacia del 61% para evitar que el coronavirus se desarrolle en una enfermedad grave y evolucione solamente, en palabras del especialista, en “un mal catarro”.
Esta noticia “monumental” anunciada por Polack y sus colaboradores a metros de la cancha de River tiene aún más relevancia en cuanto a la efectividad, ya que los especialistas detectaron hasta un 70% de efectividad en mayores de 75 años sin enfermedades preexistentes, siempre que se lo administre dentro de las primeras 72 horas de la aparición de síntomas.
El estudio científico demostró una eficacia general del 61% en mayores de 65 años si el plasma es administrado antes de las 72 horas de los primeros síntomas
Este estudio, que aún no fue revisado por pares y está próximo a publicarse en una revista científica internacional, es el primero en mostrar la utilidad terapéutica del suero de plasma rico en anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2 como intervención temprana (versus placebo) en adultos mayores de 65 años. En total participaron 160 pacientes con menos de 48 horas desde el inicio de los síntomas.
Para presentar cómo fue la investigación, Polack usó la analogía de un robo al mencionar que este estudio se lo puede explicar por ejemplo como cuando un ladrón, en este caso el virus, entra en una habitación, que sería nuestro organismo. “Con el uso del plasma en forma temprana, logramos que el ladrón no llegue a robar, o sea, que el virus no logre desarrollar su enfermedad grave”, analizó.
De esta manera, y en línea con el uso de derivados del plasma –como la gammaglobulina hiperinmune y las drogas antivirales en otras enfermedades–, el plasma rico en anticuerpos actúa al comienzo de la enfermedad evitando que avance, a diferencia de los ensayos realizados en pacientes graves donde detener la progresión del COVID-19 se hace más difícil y no se han encontrado beneficios concluyentes en su utilización. Así, el equipo administró el plasma a las 72 horas de síntomas leves activos, en pacientes confirmados con COVID-19 con enfermedad leve. El 11% de las personas que recibieron plasma se enfermó gravemente frente al 30% de enfermos graves de los que recibieron placebo.
Los especialistas detectaron hasta un 70% de efectividad en mayores de 75 años sin enfermedades previas preexistentes
“El plasma es sólo un vehículo que lleva anticuerpos. El 28% de las personas tiene, según nuestro estudio, la cantidad de anticuerpos necesarios para donar plasma para este tratamiento. Restringiendo los donantes a los de mayores concentraciones de anticuerpos, es posible mejorar el rendimiento del plasma aún más. Los pacientes que tuvieron neumonía o necesitaron internarse son quienes más anticuerpos suelen producir”, explicó Polack.
Los investigadores identificaron las cantidades deseables de anticuerpos protectores en las bolsas de plasma utilizando el ensayo de anticuerpos COVIDAR desarrollado por el Instituto Leloir en Buenos Aires. Según los científicos, las conclusiones del estudio son una herramienta de suma importancia para el diseño de políticas públicas, ya que permitirá diseñar campañas de donación que apunten directamente a identificar a los donantes correctos, optimizando tiempo, esfuerzo y recursos.
“Esto cambia el foco de a quiénes administrarles plasma. Es una intervención para esa población que estará disponible mucho antes de la llegada de una vacuna para COVID-19 en el país”, aseguró Polack, que destacó que a diferencia de otros estudios realizados con plasma cuando al paciente ya cursa la enfermedad grave, la utilización tan temprana de este recurso interrumpe el curso normal de la infección y es capaz de detener la evolución de la enfermedad grave en la que luego será necesaria una internación en terapia intensiva y con demanda de un respirador.
Estudios anteriores de plasma aplicado a pacientes con enfermedad COVID-19 grave no demostraron resultados concluyentes
Un estudio distinto
Según apuntó Polack en la presentación, “este estudio describe la primera estrategia en el mundo para detener la progresión del SARS- COV2 con una intervencion económica, universal, no sujeta a patentes, probadamente segura y que puede administrarse en forma ambulatoria en unidades de atención sin necesidad de hospitalizacion”, sostuvo Polack.
El diseño de este estudio fue aleatorio, doble ciego y controlado con placebo. Esto significa que la mitad de los pacientes recibió al azar plasma de alto título de anticuerpos y la mitad restante placebo (solución fisiológica), sin que médicos ni participantes supieran qué sustancia se administró a cada individuo. Este método se usa para garantizar la imparcialidad en la evaluación de los resultados.
Una vez que todos los pacientes reclutados recibieron plasma o placebo, se comparó la evolución de la enfermedad en ambos grupos. De los pacientes efectivamente tratados con plasma sólo 9 necesitaron oxígeno contra 23 que recibieron tratamiento con placebo. Se estima que una de cada 6 personas tratadas con plasma que hubiera tenido enfermedad severa de no haberlo recibido, no llegó a desarrollarla.
De los pacientes efectivamente tratados con plasma sólo 9 necesitaron oxígeno contra 23 que recibieron tratamiento con placebo -
“Este es el único estudio en el mundo contra el SARS-COV2 que se hizo con esta metodología rigurosa de comparación temprana de un grupo contra otro y, por lo tanto, otorga evidencia de que la enfermedad no avanzó debido a la administración del plasma y no por otras razones”, explicó la doctora Romina Libster, una de las autoras principales del trabajo, médica pediatra especialista en vacunas e investigadora de la Fundación INFANT.
“En marzo empezamos a pensar esto. En paralelo, se generó una lista de voluntarios para que donaran plasma. Se eligió a los que tenían más anticuerpos y se les extrajo. También salimos a buscar a los pacientes recuperados. Se los visitaba en sus casas y se los hisopaba. Los positivos eran llevados a hospitales y unos recibían placebo y otros plasma. Se monitoreaban durante 15 días, hasta el alta, y se los visitaba diariamente en sus casas para ver los resultados”, describió Polack.
La investigación permitió demostrar que, al analizar la letalidad a los 28 días del ingreso, el uso de plasma de convalecientes se asoció de forma significativa a una reducción de la mortalidad del 24,4%. El ensayo, que se realizó entre los meses de junio y octubre últimos, involucró a 160 adultos mayores, con un promedio de edad de 77 años, divididos en dos grupos. Los de más de 65 años con al menos una comorbilidad (hipertensión, diabetes, obesidad, insuficiencia renal y/o enfermedad pulmonar obstructiva crónica), y luego a todos los mayores de 75 años.
Según detalló Polack, el plasma se utilizó en una sola dosis y logró funcionar en los pacientes con comorbilidades, ya que un alto porcentaje de los pacientes en los que lo probaron tenían enfermedades preexistentes: un 75% eran hipertensos, un 30% eran diabéticos, y un 25% tenían enfermedades cardiovasculares.
El programa articuló esfuerzos del sector público y privado, congregando hospitales de la provincia de Buenos Aires y sanatorios de la Capital Federal y contó con el apoyo del Ministerio y Secretaría de Salud respectivos, el PAMI, el Hospital Militar, diversos actores del área de salud y centenares de voluntarios.
Un Comité de Monitoreo de Seguridad y Datos (DSMB) independiente supervisó el estudio monitoreando su calidad y el bienestar de los pacientes. El estudio se financió mediante un subsidio de la Fundación Bill & Melinda Gates y el Fondo de Pandemia de la Fundación INFANT que congrega a numerosas empresas nacionales y aportantes privados.
La investigación se llevó a cabo con la colaboración del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y la Fundación Hematológica Sarmiento en el Hospital Dr. Carlos Bocalandro, el Hospital San Juan de Dios, el Hospital Simplemente Evita, el Hospital Central de San Isidro Dr. Melchor Ángel Posse, la Clínica Olivos y una red de unidades geriátricas de atención ligadas al PAMI en la provincia de Buenos Aires, y en el Hospital Militar Central, el Centro Gallego, el Sanatorio de los Arcos, el Hospital Universitario CEMIC, el Sanatorio Sagrado Corazón, el Sanatorio Anchorena y el Sanatorio Finochietto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Para el estudio, se capacitó a más de 100 voluntarios que ayudaron día y noche en la identificación de posibles pacientes para enrolar en el estudio, provenientes de sus hogares y geriátricos del conurbano bonaerense, referidos a través de la colaboración del PAMI, o llegados a consultas en las clínicas de Capital Federal.
“Durante todas las etapas, el proyecto, que involucró a alrededor de 400 personas, requirió de minuciosidad para ensamblar los distintos eslabones y cubrir tanto las necesidades científicas como logísticas”, contó Gonzalo Pérez Marc, médico pediatra subdirector del Departamento Materno Infantil del Hospital Militar Central y también uno de los principales autores del trabajo.
Este estudio, realizado con científicos argentinos, es la primera evidencia en el mundo de un tratamiento universal, accesible y seguro que puede salvar vidas hasta que haya vacunas disponibles.
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