...en el oficialismo. Una mala señal frente a un tema especialmente sensible.
Cristina Kirchner al frente de una reciente sesión del Senado. lnterrogantes sobre la IVE y preocupación por el frente judicial.
La política local naturaliza cada tanto situaciones insólitas. Alberto Fernández decidió motorizar la legalización del aborto y lo hizo de manera directa, sin la escala previa y “moderada” de la despenalización que alguna vez fue contemplada. Movió así para marcar agenda y tal vez con la esperanza de todo presidente: lograr un sello distintivo y perdurable de su gestión. Como sea, es una decisión mayor. Cristina Fernández de Kirchner, que es vicepresidenta y principal referente del frente gobernante, no dice nada al menos hasta ahora sobre el proyecto. En Olivos consideran que su papel será decisivo frente a un conteo que asoma desfavorable en el Senado. Esperan una señal aunque sea en reserva. La puesta en marcha de la agenda para tratar la iniciativa en Diputados potencia el cuadro. Y se siente más el silencio.
Los silencios en política generan todo tipo de especulaciones, la mayoría sobre operaciones veladas. De un lado, la decisión de Alberto Fernández puede ser interpretada como un paso que desacomoda a la ex presidente en el plano interno y frente al electorado computado como propio. Una revancha. En espejo, la actitud sostenida de CFK puede ser leída como una reacción que pone en riesgo ese ejercicio de poder presidencial y una advertencia al menos sobre la oportunidad del impulso a la ley. Eso último con copia al Papa Francisco. En cualquier caso, escenario doméstico para un tema sensible y un debate necesario.
No terminan allí algunas contradicciones, salvo que sean interpretadas como una “estrategia” fina en semejante cuadro interno. Un reparto de roles. Máximo Kirchner viene desplegando, con respaldo y motor de CFK, un significativo y creciente perfil con peso propio en el núcleo del frente oficialista. Empujó el denominado impuesto a la riqueza o a las grandes fortunas y también una ley con fuertes limitaciones para el cambio de destino productivo de tierras que hayan sufrido incendios. Los dos temas fueron aprobados en Diputados y avanzaron ayer en el Senado. Quedan ahora para el listado de sesiones extraordinarias.
Esos proyectos aparecen, entre otros cálculos no sólo políticos o presupuestarios, como mensajes frente al ajuste cada vez más notorio en el marco de las tratativas por un acuerdo de facilidades extendidas con el FMI. Visto todo de manera elemental, operarían como contrapartida de una realidad que se corre hacia “recetas de derecha”. Apuntarían al equilibrio frente a los costos sociales del ajuste y recuperarían banderas medioambientalistas. Si fuera así, no estaría encajando la actitud de la ex presidente frente a la reedición del debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo. CFK votó a favor hace dos años, pero nunca antes impulsó la iniciativa y tampoco después la asumió como prioridad política personal.
Diputados dio ayer el primer paso para el tratamiento legislativo, en reunión de autoridades de comisiones encabezada por Sergio Massa. Mañana redondeará el cronograma. Y hasta podría tener un primer encuentro, de presentación formal del texto, en la antesala de las sesiones extraordinarias. La velocidad que se busca darle al debate supone acelerar exposiciones en las dos primeras semanas de diciembre para ir al recinto poco antes de las fiestas de fin de año. No convence a todos en el transversal sector que apoya la legalización. Piensan algunos que se “regalan” argumentos sobre la falta de debate o la virtual coincidencia con la Navidad al también transversal sector que la rechaza.
Es apenas una muestra de una pulseada que recién empieza a ser expuesta, aunque parezca menos tensa que hace dos años. De hecho, habrá marchas a favor y en contra, mayor impacto mediático y definiciones de actores no sólo políticos de peso. El fin de semana que viene ofrecería las primeras imágenes.
Y esas primeras entregas agregarán condimentos a las especulaciones que ya circulan. Con ingenuidad o demasiado entusiasmo, algunos allegados al Presidente sostuvieron que el Papa y la Iglesia Católica en su conjunto –o al menos las autoridades episcopales- mantendrían naturalmente las críticas aunque de modo acotado. No contemplarían ni la compleja realidad del Vaticano ni la competencia que representan las Iglesias evangélicas en cada lugar –”disputa territorial”, en la definición política- y que se expresaría además en las movilizaciones callejeras que se avecinan.
Las especulaciones sobre el no pronunciamiento de la ex presidente también aluden a ese contexto. La realidad expresa por ahora una escala de intereses que tiene efectos prácticos, en primer lugar el frente judicial. El proyecto de reforma a la ley del Ministerio Público Fiscal es la expresión concreta de estas horas. Va camino a convertirse en tema destacado del listado de iniciativas para las sesiones de diciembre.
Todo indica que el texto sería aprobado el viernes en el Senado. En el medio, está la pulseada por el jefe de los fiscales, con la candidatura de Daniel Rafecas como telón de fondo. La reforma legal que empuja el kirchnerismo duro ya provoca tensión en Diputados. Agrega un elemento de compleja negociación con legisladores por lo general cercanos o aliados. Un dato será cuánto empeño se pone en lograr el apoyo necesario, que de entrada fuentes oficialistas y opositoras consideran incierto, difícil. Otro dato será cómo avanzar en la recreación de confianza entre oficialistas y opositores fisurados en los dos sectores que genera la legalización del aborto.
Puede ser anotado un tercer ingrediente y es cómo opera el silencio de la ex presidente. O cuánto dura y en todo caso, cómo se compensan los intereses inmediatos de cada uno en el juego del poder.
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