...años de la administración anterior mientras que lo hizo al 2,84% desde diciembre de 2019 hasta el mes pasado. Cómo era esa cuenta durante las gestiones de Cristina Kirchner.
En la imagen, el presidente de Argentina, Alberto Fernández (i), junto al expresidente Mauricio Macri (d). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo
La comparación resulta sorpresiva y, seguramente, algo odiosa para el Gobierno: con el dato de inflación de febrero publicado ayer, la inflación mensual promedio en lo que va de la gestión de Alberto Fernández es prácticamente la misma que en la gestión de su antecesor, Mauricio Macri. Esto a pesar de que el año pasado la inflación cayó 17 puntos porcentuales respecto de 2019, al cerrar en 36,1% anual contra 53,8% del año anterior.
El cálculo es bastante sencillo: el promedio de alza mensual entre los meses pico y los mínimos en el período diciembre 2015-2019 fue 2,88%, mientras que ese mismo promedio para los últimos 15 meses, es decir, desde que asumió la actual administración, es de 2,84% mensual.
El dato, que sin duda exacerba la discusión económica y política entre los partidarios del gobierno anterior y del actual, deja en evidencia algo más trascendente que la pura coincidencia. Revela la enorme dificultad para iniciar y sostener un proceso desinflacionario, en un caso y en el otro. Y no sólo eso sino que, en la medida que ese proceso de desinflación no se produce, ocurre el inverso. Medido cada cuatro años, el promedio de suba mensual viene en alza desde 2007.
Así es que, en la primera gestión de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ese promedio fue de 1,6% mientras que rozó 2% en su segundo mandato, de 2011 a 2015. La presidencia de Macri sumó prácticamente un punto y, al ritmo actual, esa marca se superaría en el primer año de Alberto Fernández.
Eso es al menos lo que indica el registro del IPC del 3,6% en febrero, que prácticamente da por tierra con la meta de inflación anual de 29% prevista por el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el Presupuesto para este año. Ese objetivo implicaría volver a un promedio mensual de 1,7%, es decir, al nivel de la primera gestión de Cristina Kirchner cuando la inflación resurgió como uno de los grandes problemas de la economía argentina, que no dejaría de agravarse hasta el día de hoy.
Lo cierto es que esa meta luce hoy prácticamente imposible y, con ello, también peligra seriamente el principal objetivo económico del Gobierno para este año: que los salarios aumenten por encima de los precios, después de tres años consecutivos de caída. Esta misión, que el propio Alberto Fernández enunció en su discurso de apertura de las sesiones legislativas, también parece difícil de lograr ya que, en línea con las intenciones oficiales, los sindicatos de empleados públicos y privados que ya cerraron paritarias, lo hicieron en un rango de 29% a 32%. Tales porcentajes difieren por varios puntos de las expectativas de inflación del mercado, que la ubica entre 40% y 50% según el Relevamiento de Expectativas (REM) elaborado por el Banco Central. Aun cuando casi todos estos acuerdos contienen cláusulas de revisión, difícilmente logren recomponer la diferencia.
“El proceso de desinflación que buscaba el Gobierno es cada vez más difícil de lograr porque existe una inercia todavía fuerte y, al mismo tiempo, hay ajustes pendientes como las tarifas”, señaló el economista Martín Polo, Jefe de Estrategia de Cohen, quien calculó los promedios de las distintas etapas y destacó que es en definitiva por ese panorama que aconsejan a sus clientes invertir en títulos públicos que ajustan por CER.
Pero el reacomodamiento de precios, señaló Polo, ya no es entre sectores de la economía sino incluso dentro de los distintos renglones que componen un rubro. “En todos los rubros, hay algún precio que está desfasado. Por ejemplo, educación, prácticamente no sube a excepción de materiales escolares. Ni hablar en prepagas, a las que no les autorizan los aumentos que piden pero vuelan los precios de los medicamentos”, explicó. Esos desequilibrios por dentro de cada categoría sólo vuelve más complejo encontrar un ancla tanto a los precios como a las expectativas. Lo paradójico es que este escenario se desarrolla en un contexto en el que el Gobierno tiene bajo control el valor del dólar en todas sus variantes, en parte gracias a un ingreso extraordinario de divisas y en parte también por la costosa estrategia de intervención en los distintos mercados con esos dólares, que finalmente no terminan de ayudar a incrementar las reservas.
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