...porque el reclamo de Camioneros era una mala señal para el empresariado. Cómo lo convencieron al líder sindical. El rol de los ministros del Interior y de Trabajo
Por pedido de Alberto Fernández, Sergio Massa logró reunir el miércoles pasado a Francisco de Narváez y Hugo Moyano para tratar de encontrar una solución al conflicto de Walmart. Y lo consiguió. Cinco días después, el empresario y el Sindicato de Camioneros firmaron el acuerdo que selló la paz y que le evitó al Gobierno un frente de agitación que se habría convertido en una mala señal no solo para el empresariado: un triunfo gremial iba a envalentonar a los dirigentes para avanzar a fondo con reclamos similares en Garbarino o en el Municipio de Moreno, donde tienen contra las cuerdas a una intendenta kirchnerista.
El encuentro tuvo lugar al mediodía, en la oficina del presidente de la Cámara de Diputados en el Congreso, y se prolongó durante una hora y media. Apenas los recibió, Massa fue directo: “Los conozco, me conocen. Ustedes son capaces de ponerse delante de un tren para frenarlo, pero si se ponen del mismo lado, juntos, pueden llevar el tren muy lejos. Pónganse de acuerdo. Es el mejor regalo que le pueden hacer al Presidente y a mí”. Esa mención no fue casual: ese día, precisamente, el titular de Diputados cumplía 49 años.
Por entonces, la preocupación crecía en el Gobierno porque el Sindicato de Camioneros se estaba radicalizando contra una empresa importante en medio del esfuerzo oficial por recibir inversiones extranjeras e impedir que continúe el éxodo de multinacionales del país. La empresa de De Narváez estaba dispuesta a pagar un bono extraordinario, pero no a aplicar la llamada “ley Moyano” (echar, indemnizar y volver a contratar) por considerarla “una práctica ilegítima, no prevista por ningún marco legal vigente, ni con la forma en que se desarrolla nuestra actividad en el país”.
El que preparó el terreno para la reunión cumbre fue el Presidente, que llamó a De Narváez y a Moyano para intentar que se pusieran de acuerdo. Pero fue tanta la intransigencia del sindicalista en moderar su exigencia que Alberto Fernández le pidió a Massa que intentara un acercamiento. “Intervení, por favor, que los conocés bien a los dos”, le planteó el primer mandatario. A los pocos minutos, con un llamado y un mensaje de WhatsApp, el titular de la Cámara baja logró que el empresario y el sindicalista aceptaran encontrarse frente a frente.
En ese momento, las tratativas entre Walmart y Camioneros atravesaban el peor de los climas porque se había frustrado la última audiencia de la conciliación obligatoria dispuesta por el Ministerio de Trabajo y todo se encaminaba inexorablemente al conflicto.
Con Massa como único testigo, De Narváez y Moyano pasaron de la cordialidad al intercambio de reproches. La tensión era indisimulable. Pero allí se abrió un canal de diálogo. Y el presidente de la Cámara de Diputados tuvo luego una charla con Moyano que fue decisiva: “Este es un momento para que tratemos de salvar los puestos de trabajo, Hugo, y de paso que tu gente pueda llevarse algo de plata al bolsillo”, le planteó.
Paralelamente, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, había iniciado una tarea de ablande de Pablo Moyano, el más duro de la familia, porque la postura irreductible del sindicato también estaba complicando a la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, militante K del Movimiento Evita, a quien le reclaman indemnizaciones para unos 270 empleados de una cooperativa que se encarga de la recolección de residuos.
Otro de los mediadores oficiales fue el ministro del Trabajo, Claudio Moroni: los Moyano no le perdonaron que haya declarado que sus exigencias no eran legales (algo indiscutible), pero intervino de manera personal y decisiva para acercar las posiciones y brindar herramientas para alcanzar un acuerdo.
Finalmente, de manera sorpresiva, este lunes la empresa y el sindicato estamparon su firma en un acuerdo que permitirá que los 477 empleados del centro de distribución de Walmart en Moreno cobren por única vez una “gratificación extraordinaria”, no remunerativa y hasta en cinco cuotas, con montos que oscilan entre $115.000 y 1 millón, según la antigüedad, que representan un total de $227.576.922.
Los Moyano presentaron el acuerdo este lunes como “otra gran conquista del Sindicato de Camioneros”, aunque admitieron que tuvieron que desistir de su reclamo original por motivos extrasindicales: “Este es un acuerdo que los dirigentes y todo el consejo directivo de Camioneros tomó para mantener la paz social, teniendo en cuenta el contexto de pandemia que atraviesa el país y el mundo entero, respaldando cada derecho del trabajador”.
De Narváez y Moyano ya se conocían desde que construyeron una alianza para las elecciones legislativas de 2013 con el fin de derrotar al kirchnerismo: el líder camionero ubicó a su aliado Omar Plaini (canillitas) en el segundo lugar de la lista de diputados y decenas de postulantes a concejal en las listas de Unidos por la Libertad y el Trabajo en la Provincia de Buenos Aires, aunque también hizo otra apuesta simultánea al sumar a su hijo Facundo a la nómina de Sergio Massa.
La relación era tan buena que el entonces diputado De Narváez, una inesperada estrella opositora desde que le ganó las elecciones de 2009 a Néstor Kirchner y al aparato del PJ bonaerense, visitó la sede de la CGT para donarle a Moyano un traje que el general Juan Domingo Perón usó al asumir su tercer mandato, en 1973.
Desde ese momento, los caminos se bifurcaron. Tras perder las elecciones de 2011, en que se presentó como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, De Narváez dejó la política y volvió a la actividad empresarial. Moyano, quien había apoyado a Mauricio Macri para derrotar a los candidatos de Cristina Kirchner en 2015, se terminó alejando del gobierno de Cambiemos, se reconcilió con la ex presidenta y regresó a las filas K.
¿Alberto Fernández y Sergio Massa habrán logrado la reconciliación definitiva de estos viejos conocidos y recientes enemigos? En el oficialismo celebraron el acuerdo en Walmart como el mejor logro político del Gobierno de los últimos tiempos. No es para menos: desactivaron una suerte de bomba cuyo estallido iba a causar un efecto dominó en otras empresas, justo en medio de un momento crítico de la economía.
Mientras, De Narváez ganó porque pudo afirmarse en su posición de no ceder al planteo ilegal del Sindicato de Camioneros y logró que se aceptara su propuesta del pago de un bono extraordinario en cuotas. Para el gremio, en cambio, el final tuvo un gusto amargo: los trabajadores de Walmart en conflicto recibirán una compensación económica, pero la polémica “ley Moyano” ya dejó de ser el emblema intocable de la patria camionera.
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