En la foto: Diana sale de su apartamento en la calle Arsene Houssaye con sus guardaespaldas, Alexander "Kes" Wingfield y Trevor Rees-Jones para ir al Hotel Ritz de París (Foto: The Grosby Group)
Un jefe de bomberos, que fue uno de los primeros en ayudar a la princesa Diana después de su fatal accidente de tránsito en París, habló por primera vez sobre la noche trágica que terminó con la vida de la madre de los príncipes Harry y William.
El sargento Xavier Gourmelon le dijo al Daily Mail que cuando llegó a la devastadora escena del accidente el 31 de agosto de 1997, Diana todavía estaba “moviéndose y hablando”.
El equipo de Gourmelon sacó a Dodi del coche para intentar resucitarlo. “Una vez que salió, me quedé con la pasajera”, dijo. “Ella habló en inglés y dijo: ‘Dios mío, ¿qué pasó?’. Entendí lo que me dijo, así que traté de calmarla y la tomé de la mano“, relató Gourmelon, quien dio declaraciones a la policía pero nunca antes había hablado con la prensa. “Luego, otros se hicieron cargo. Todo esto sucede en dos o tres minutos”, continuó.
El impacto del vehículo contra una columna del Túnel de l’Alma ya había matado instantáneamente al conductor Henri Paul y al novio de Diana, Dodi Fayed. Diana, sin embargo, parecía físicamente bien, aparte de un hombro lesionado, recordó Gourmelon, quien no tenía idea de que estaba tratando de salvar a “la Princesa del Pueblo”.
Su colega del servicio de bomberos, Philippe Boyer, le puso un collarín cervical y una máscara respiratoria. Luego, Boyer cubrió a Diana con una manta isotérmica metálica. Su respiración era normal, su pulso era “bueno y bastante fuerte”. Parecía esperanzador.
Solo después de que ayudó a subir a Lady Di a una ambulancia, supo quién era por otra persona del equipo de emergencia. “Él me dice quién es ella y luego, sí, la reconozco, pero en el momento no la reconocí”, dijo al medio.
El médico Frederic Mailliez, que estaba fuera de servicio y que tropezó con la escena del accidente mientras conducía a casa después de una fiesta, también ofreció detalles de lo sucedido. Vio que “dos [víctimas] aparentemente ya estaban muertas” y otras dos, incluido el guardaespaldas de Diana, “estaban gravemente heridas pero aún con vida”.
Primero ayudó a Diana, que estaba “en el suelo en la parte trasera” del Mercedes. “Descubrí entonces que era una mujer muy hermosa y que no tenía ninguna herida [grave] en la cara. No estaba sangrando pero estaba casi inconsciente y tenía dificultad para respirar “, dijo. “Se veía bien durante los primeros minutos”, recordó.
“Entonces comencé a hablarle en inglés, diciéndole que yo era médico y que la ambulancia estaba en camino y que todo iba a estar bien”, dijo. Se fue tan pronto como los trabajadores de emergencia se hicieron cargo. “Así que dejé la escena sin saber a quién estaba tratando”, afirmó.
La noticia de la muerte de Diana fue tan impactante que el capellán de guardia del hospital, el padre Yves-Marie Clochard-Bossuet, colgó repetidamente el teléfono cuando se le pidió que la asistiera, asumiendo que era una broma.
Sin embargo, finalmente se acercó corriendo, recordando haberla visto después de que la cubrieran con una sábana, luego de que fuera declarada muerta. “La vi por primera vez allí “, le dijo al Daily Mail.
“Estaba completamente intacta, sin marcas ni manchas, ni maquillaje. Completamente natural. Y ella era una mujer realmente hermosa y parecía como si… casi pudieras hablar con ella “, relató.
Inmediatamente pensó en sus dos hijos pequeños, los príncipes Harry y William, dijo. “Van a tener que despertarlos y decirles ‘Se acabó’ ... Es lo peor”. Mientras el sacerdote rezaba, el entonces ministro del Interior francés, Chevènement, confirmaba al mundo que la princesa estaba muerta.
“Luchamos duro, lo intentamos mucho”
Más de 20 años después de la muerte de Diana de Gales, el médico MoSef Dahman, quien la atendió en la sala de emergencias del hospital Pitié-Salpêtrière de París, rompió el silencio para defender el trabajo hecho por el equipo de especialistas la noche del 31 de agosto de 1997.
Dahman se encontraba de guardia la noche del accidente. Estaba descansando en la sala de servicio del hospital cuando fue notificado del ingreso a emergencias de “una mujer joven”.
“No me dijeron que era Lady Di, pero sí que había habido un accidente grave que involucraba a una mujer joven. La organización del hospital Pitié-Salpêtrière era muy jerárquica. Entonces, cuando recibías una llamada de un colega de alto nivel, eso significaba que el caso era particularmente serio”, recordó en una entrevista exclusiva hecha por el diario británico Daily Mail.
Al llegar a la sala de urgencias Dahman se encontró con su médica interna en un rincón de la habitación, abrumado por la gravedad del momento. Fue entonces cuando el médico, de 33 años en esa fecha, fue informado de que la figura inconsciente en la camilla era nada menos que Diana, princesa de Gales.
“Para cualquier médico, cualquier cirujano, es de gran importancia enfrentarse a una mujer tan joven que se encuentra en esta condición. Pero, por supuesto, más aún si es una princesa”, acotó.
Al llegar al hospital, a Diana le habían hecho una radiografía. Las imágenes mostraron que su pecho estaba sufriendo una “hemorragia interna muy grave”. Por ello, se sometió a un drenaje torácico, una extracción del exceso de líquido de la cavidad torácica.
La operaron en la sala de emergencias
Para las 2:15 de la mañana la situación de la princesa de Gales se había agravado. Sufrió un segundo paro cardíaco, necesitaba una intervención más extrema. Fue sometida a un masaje cardíaco externo y, aun acostada la camilla de la sala de emergencia, decidieron realizarle el procedimiento quirúrgico.
El momento fue “verdaderamente excepcional” y una indicación de cuán grave se había vuelto su situación. “Hice este procedimiento para permitirle respirar”, explicó Dahman. “Su corazón no podía funcionar correctamente porque le faltaba sangre”, añadió.
Como resultado de la intervención, Dahman descubrió que Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, la membrana que protege el corazón. El pronóstico empeoró. Eran las 2:30 am. Se necesitaba un milagro. A la sala de emergencia fue convocado el profesor Alain Pavie, quizás el mejor cirujano cardíaco de Francia. Lo habían sacado de su cama. Todas las esperanzas fueron puestas en él.
Pavie decidió que Diana debía ser trasladada a uno de los quirófanos del hospital. Sospechaba que aún no se había encontrado la fuente principal de su hemorragia interna. Fue necesaria una exploración quirúrgica adicional en la que descubrió la herida más grave: un desgarro en la vena pulmonar superior izquierda, en el punto de contacto con el corazón. Pavie suturó la lesión.
Pero el corazón de Diana se había detenido antes de la exploración quirúrgica y no se reiniciaba. “Probamos descargas eléctricas, varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco”, contó Dahman. Se le administró adrenalina. Pero no pudimos hacer que su corazón volviera a latir”. El equipo continuó estos esfuerzos de reanimación durante una hora completa y, en última instancia, infructuosa.
“Luchamos duro, lo intentamos mucho, realmente muchísimo. Francamente, cuando estás trabajando en esas condiciones, no notas el paso del tiempo”, dijo Dahman. “Lo único importante es que hagamos todo lo posible por esta joven”, añadió.
“Habíamos traído gente a Pitié-Salpêtrière que estaba en muy mal estado, más grave que Diana cuando llegó. Es uno de los mejores centros de Francia para este tipo de emergencias traumáticas. Y salvamos a algunas de esas personas, lo que nos hacía especialmente felices y orgullosos. Pero eso no sucedió en este caso. No pudimos salvarla. Y eso nos afectó mucho”, recordó.
A las 4 de la mañana, el equipo, dirigido por Pavie, aceptó que no se podía hacer más para revivir a su paciente. Fue una “decisión colegiada”, recuerda Dahman. Cesaron todos los esfuerzos de reanimación. La extraordinaria vida de Diana, princesa de Gales, había llegado a su fin.
Tras una larga investigación, se determinó que el accidente fue causado, principalmente, por un exceso de velocidad y el estado de embriaguez del conductor, Henri Paul.
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