...en su retorno a la Argentina. En 1989 el MTP atacó el Regimiento de La Tablada, con Gorriarán Merlo como líder y el misterioso “Señor X” dando apoyo desde el gobierno. Entre un hecho y otro habían pasado 17 años, pero se usó el mismo plan. Y se tuvo el mismo objetivo: tomar el poder
Foto: La mesa directiva del MTP poco antes del copamiento de La Tablada: Roberto Felicetti, Jorge Baños, Francisco Provenzano y Fray Antonio Puigjané. (RevistaGENTE/Archivo Atlántida)
Copamiento del cuartel de La Tablada los días el 23 y 24 de enero de 1989, por parte de miembros Movimiento Todos por la Patria
Argentina, 21 enero de 1989. La sociedad se encuentra de vacaciones y algunos leen en las páginas de los diarios que George Bush sucedió a Ronald Reagan en la presidencia de los EE.UU. el día anterior. La mayoría se distrae, también, con el bombardeo mediático de los avisos de una campaña presidencial que debe realizarse el 14 de mayo siguiente. Dos son los candidatos con mayores posibilidades de alcanzar la victoria. Uno es el radical (no alfonsinista) cordobés Eduardo César Angeloz y el otro es Carlos Saúl Menem, el justicialista que ganó ampliamente en la última interna partidaria del 8 de julio del año anterior. En el medio de todo esto, el presidente Raúl Ricardo Alfonsín juega la continuidad del radicalismo con un panorama económico y social cada día más complicado.
El Plan Austral, con el que ganó la elección de medio término en 1985, se desarmó y es reemplazado por el Plan Primavera que en pocos meses se convirtió en “invierno” por su fracaso. Los resultados estaban en las calles: inflación desenfrenada (interanual 398,9 %), ausencia de productos vitales en las canastas familiares; mercados al borde de los asaltos; cortes de luz y agua, sueldos y jubilaciones que no alcanzan. En fin, una tragedia que llevaría a que el ministro Juan Vital Sourruille renunciara en marzo por exigencia del propio Angeloz.
Desde varios días antes (entre el 12 al 16 de enero) los acompañantes del candidato peronista seguían atentamente las actividades del Movimiento Todos por la Patria (MTP) y la feroz campaña que realizaban contra Menem.
El MTP era un rejuntado de viejos militantes del PRT-ERP, dirigidos por Enrique Gorriarán Merlo, un hombre que respondía a la Inteligencia nicaragüense y al presidente Daniel Ortega (actual presidente de Nicaragua).
Varios de los miembros de la organización fueron entrenados militarmente en Managua con el apoyo “nica” y el narcotráfico, tal como lo contó el ex coronel nicaragüense Víctor Boitano. La mesa directiva de la organización terrorista estaba integrada por Jorge Baños, Roberto Felicetti, Francisco Provenzano y el cura Fray Antonio Puigjané. Otros que integraron esa banda eran Carlos Alberto “Quito” Burgos, Eduardo Luis Duhalde, ex Secretario de DD.HH. durante el kirchnerismo y el “poeta” y abogado militante Rodolfo Mattarollo.
El periodista Américo Rial habría de contar que en esos días una alta autoridad del vespertino La Razón le ordenó: “Ubique al doctor Jorge Baños y mande un cronista y un fotógrafo. Va a hacer unas denuncias. Es un pedido del Gobierno.” Horas más tarde Jorge Baños realizó una denuncia sobre una conspiración para derrocar a Alfonsín encabezada por el complot de “los tres turcos”: Menem, Seineldín y el dirigente metalúrgico Lorenzo Miguel.
Como diría más tarde el abogado del candidato peronista, Oscar Igounet, las denuncias alcanzaron “un alto voltaje de verdadero escándalo o, siendo precisos, una grave y claramente situación comprometedora de la tranquilidad pública. Una elemental sensatez indica que colocar todos los medios de información pública en manos de quien se sabe que está directamente ligado a la subversión armada equivale a otorgarle coche oficial, con chofer y guardia.”
Volvamos al 21 de enero. Según un informe de la inteligencia militar al jefe del Estado Mayor General del Ejército, teniente general Francisco Eduardo Gassino, “el sábado 21 de enero de 1989, en horas de la mañana ‘X’ viajó a Córdoba en el Tango 02 (avión presidencial) y la máquina permaneció en el aeropuerto de Pajas Blancas por espacio de 4 horas”. El informe aclara el nombre del funcionario “X”, pero lo voy a preservar porque el “colorado” Gassino nunca lo dio y si no lo hizo fue por algún motivo superior. “En el lapso señalado ‘X’ viajó vía terrestre a Villa Cabana, pasando Unquillo y a 30 Km de la ciudad de Córdoba. En este lugar y a orillas de un río un grupo de individuos (entre 30 y 40) practicaron tiro, instrucción de combate, etc. Lo relatado fue visto por residentes ocasionales que tenían casas de veraneo en el lugar” (se dan nombres de informantes).
El informe de inteligencia militar para Gassino, donde se detallaba la actividad del "Señor X" -miembro del gobierno alfonsinista- en Córdoba
El informe se completa con un cuadro de contactos en el que “X” ocupa la centralidad, rodeado por funcionarios del gobierno de Alfonsín. Todos, con mayor o menor exposición, se decían radicales pero actuaban como terroristas. Algunos tenían nombres de guerra –como “Caña” o “Ramón”- con los que el candidato “Pocho” Angeloz nada tenía en común, ni historia.
Tras esta somera visión, “entre las 06.15 y 06.30 de la mañana del 23 de enero de 1989, un grupo de terroristas asaltó las instalaciones del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 General Belgrano en la zona de La Tablada”. Como sostiene uno de los tantos informes que le presentaron a Gassino, “el grupo que ingresó al RI Mec 3 estaba organizado como sigue: un equipo de asalto compuesto por cuatro grupos de ocho personas al recaudo de los NG (nombres de guerra) Pancho, Chepe, Claudia y Negra o Cuky respectivamente; un equipo de agitación compuesto por dos subequipos de nueve personas; un grupo de reserva de cuatro personas y un grupo de apoyo sanitaria de seis personas (...) la primera fase consistía en el ingreso violento con vehículos a través de la entrada principal para ganar el interior de la unidad reduciendo o aniquilando los puestos de entrada y guardia de prevención”. La segunda fase consistía en “apoyo exterior y agitación pública, constituida por el empleo de francotiradores desde el exterior de la unidad para hostigar eventuales efectivos que concurrieran en apoyo del Regimiento agredido”.
En las horas que demandó al Ejército rechazar al enemigo se volvieron a vivir escenas de la década anterior, en las que primaban la violencia sin límite. Aquí, en Infobae, lo hemos relatado y nuestros lectores lo saben. Los informes para Gassino revelan algo más: “Entre los elementos capturados a los delincuentes figuran un arma lanzacohetes de tercera generación de este tipo. Es un arma muy moderna de origen soviético. Utilizada por organizaciones terroristas en Medio Oriente. Su calibre es de 40 milímetros. Un lanzacohete similar al anterior, de modelo más primitivo, es de origen chino. Esta arma fue utilizada por tropas comunistas en Vietnam del Norte”. También los atacantes tenían granadas de fragmentación M-118 que se utilizan con un lanzacohetes. “El Ejército Argentino no cuenta con provisión de esta arma”, relata el informante.
Raúl Alfonsín en el Regimiento de La Tablada luego del ataque a sangre y fuego del MTP
En los primeros momentos, mientras se atacaba a la unidad militar, el vocero presidencial sostenía que eran elementos ligados con el coronel Mohamed Alí Seineldín, dando a entender que era otro intento de golpe contra la democracia. La misma monserga la repetía el Primer Mandatario. Lo he contado una vez y es bueno recordarlo. Según contó Gassino a Julio Ruarte, autor de La Tablada, un ataque para recordar, a las 10.30 del mismo 23 de enero recibió una llamada del Edecán presidencial:
?General, le va a hablar el Presidente de la Nación.
Con su inconfundible voz, Alfonsín tras saludarlo, le dice si le puede decir cuál es la situación.
Gassino: —Mire, Señor Presidente, el Regimiento 3 de Infantería Mecanizado ha sido tomado por elementos subversivos, hay enfrentamientos muy serios, hay muertos y estamos tratando de recuperar el cuartel.
Alfonsín: —¿Usted qué opina? ¿De dónde son esos grupos, de derecha o de izquierda?
Gassino: —Por la forma de actuar no hay ninguna duda que es un grupo subversivo de izquierda.
Alfonsín: —No general, no se equivoque. Esos son grupos de derecha. Yo tengo que sacar un comunicado, tengo la obligación de informar al pueblo y no puedo decir nada hasta no tener la seguridad de dónde son.
Gassino: —Mire Señor Presidente, si usted no quiere decir que son de izquierda, tampoco diga que son de derecha porque se va a equivocar.
Alfonsín: —Bueno general, yo voy a redactar un comunicado y dentro de un rato lo voy a llamar para leérselo, a ver si usted está de acuerdo.
Gassino: —Bueno, le agradezco mucho Señor Presidente pero yo no tengo por qué aprobar lo que usted va a decir.
Alfonsín: —Yo quiero que usted lo sepa.
El relato grabado por Gassino revela que una media hora más tarde recibió un llamado directo de Alfonsín, sin la intervención de su Edecán, que es atendido por el propio jefe del Estado Mayor del Ejército: “Hola, le habla el doctor Alfonsín. Le voy a leer el mensaje para ver si está de acuerdo”. Tras la lectura el jefe militar no agregó nada. Más tarde diría que el Presidente “no dijo nada que eran de izquierda ni que eran de derecha”.
El poder político todavía no tenía nada para decir respecto a quiénes estaban asaltando La Tablada y matando oficiales, soldados y miembros de la policía bonaerense. ¿Cómo podía el Presidente, a esa hora del día, ignorar lo que realmente estaba sucediendo dentro de la unidad militar? ¿Quién lo informaba? ¿Qué tenía para decir la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)? ¿Ignoraba el presidente los informes que la Secretaría había elaborado con bastante anticipación sobre el Movimiento Todos por la Patria y que fueron publicados por la prensa?
Una vez que se terminaron los combates, se revisaron las mochilas de los detenidos y los terroristas muertos en acción. Entre los tantos documentos que poseían se destacaban los comunicados que los atacantes pensaban dar a publicidad: “El gobierno del Pueblo declara disuelto el Ejército mercenario y traidor. Ahora los reemplazan las Milicias Populares del Frente de Resistencia Popular. Los soldados y suboficiales patriotas deben unirse al pueblo, entregarles las armas y ejecutar a los oficiales traidores y asesinos.” Otro proyecto de comunicado manifestaba: “Se han recibido adhesiones a la lucha por la libertad y la justicia social, contra el golpe de Estado: La juventud peronista de Villa Martelli; la Agrupación Peronista John William Cooke de la Capital Federal; el Ateneo Adelante Radicales de Flores”, etc., etc.
En otra mochila se encontró el plan estratégico y el plan del gobierno “popular”. Comenzaba: “El Ejército de Seineldín y Rico se sublevó de nuevo. Quieren dar un golpe de Estado”. A continuación sostenían “tomamos las armas de los amotinados y les incendiamos su cuartel”. Luego invitaban a plegarse al movimiento y marchar a la Plaza de Mayo y tomar el gobierno: “Ahora es el pueblo el que ha ocupado la Casa Rosada. Vamos a impedir que Seineldín y Rico y los otros traidores den el golpe de Estado… el Pueblo quiere un nuevo sistema de libertad y de justicia social (…) Este Frente de la Resistencia Popular exhorta a todos a cumplir con el artículo 21 de la Constitución Nacional, que manda “a armarse en defensa de esta Constitución”.
El Plan de Gobierno era otro escrito que se encontró entre los terroristas detenidos. Un delirio del que nada útil era rescatable. Era poner a la Argentina al borde del caos económico y social.
Parte de los documentos hallados en La Tablada
Entre las tantas repercusiones sobre los sucesos, un informe para Gassino pone de manifiesto que la dirigencia sindical justicialista, reunida en el camping Ruta Sol de la UOM, concluyó “en forma unánime que el rebrote subversivo tiene su origen en el accionar del Gobierno Nacional y específicamente en algunos funcionarios que apoyan la actividad de la izquierda.”
Una vez que el fuego de las armas cesó se comprobó que en el Ejército habían perdido la vida varios integrantes, con el teniente coronel Horacio Fernández Cutiellos a la cabeza. La Policía Bonaerense ofrendo varios integrantes y el subcomisario Re quedo mutilado. La guerrilla perdió a 33 miembros.
Los asaltantes que quedaron vivos fueron juzgados y tras unos pocos años fueron liberados con argucias legales. Y el jefe terrorista, Enrique “El Pelado” Gorriarán Merlo, tras ser capturado en México en 1995 y ser condenado a prisión perpetua, a los 4 años fue indultado. Mientras tanto, los que defendieron la unidad del Ejército fueron sancionados y cumplen severas sentencias.
Hoy, nada queda del Regimiento de La Tablada porque la unidad ha sido trasladada al interior de la provincia. Sus infraestructuras se encuentran en decadencia y la maleza va cubriendo no solo lo que era una cuidada unidad castrense. También la maleza pareciera intentar tapar o esconder la verdadera historia de lo sucedido. El general Arrillaga tras un largo juicio, con clima popular, fue condenado a cadena perpetua por la muerte del terrorista entrenado en Nicaragua José Alejandro “Maradona” Díaz.
Todo se repite
En una oportunidad el filósofo alemán Friedrich Schlegel dijo que “la historia es un profeta que mira hacia atrás”. Pues bien, el plan del “pelado” Enrique Gorriarán Merlo no era ni nuevo ni original. Era casi un calco del Plan Macuto. Entrando en el archivo de Juan Domingo Perón encontré una carta escrita a máquina sobre papel biblia –debo imaginar, para facilitar su transporte—en la que “Lucy”, una fuente que Perón tenía dentro del PRT-ERP, le cuenta los planes de la organización armada para asesinarlo cuando retornara el 17 de noviembre de 1972.
En el texto J.C. (Julio César) es el propio Perón y el operativo Macuto consiste en el desarrollo del plan para asesinarlo. Lucy relata que “el Nº 1″ (que no puede ser otro que Mario Roberto Santucho) detalló cómo se llevaría a cabo
Por lo que se observa en su texto J.C. (Julio César) es el propio Perón y el operativo Macuto consiste en el desarrollo del plan para asesinarlo. Lucy relata que “el Nº 1″ (que no puede ser otro que Mario Roberto Santucho) en una “extensa y lúcida exposición”, muy reservada, detalló los alcances del plan que sería realizado por comandos “en óptimas condiciones”. “Lucy” informa que solo tres miembros supremos de la organización conocen el plan.
El informe de Lucy para Juan Domingo Perón
Si se mira bien el material se puede observar que el propio Perón subrayó las palabras que más le llamaban la atención. Era su manera de trabajar. “Julio César morirá ineluctablemente. Los idus de noviembre están ya próximos. Un salto de nuestra historia permitirá que al ERP lograr sus objetivos mucho antes de la previsto”. También le cuenta que la organización logrará infiltrar 2 o 3 miembros de la delegación que acompañará a Perón en su retorno. No se equivocada, la integraron Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, los abogados del PRT-ERP. De allí, entre otros motivos, el General no fue a saludar a la clase turística porque dijo que había “muchos bichos colorados”. El PRT-ERP y Montoneros intentarían unirse en 1976 pero la muerte de Santucho dejó de lado el plan.
Como bien informa “Lucy”, tras el asesinato (que algunos se niegan a reconocer) vendría la toma del poder “con violencia y furor”. Lo mismo que trataron de repetir 17 años más tarde en La Tablada.
infobae.com