Alberto Fernández y Santiago Cafiero durante la cumbre del G20 en Roma
Alberto Fernández necesita el respaldo de Joseph Biden para cerrar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un acuerdo de refinanciación de los 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri, y asume que sus últimos movimientos diplomáticos abrieron ciertos interrogantes geopolíticos en la Casa Blanca.
El jefe de Estado negoció con los regímenes totalitarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela para acceder a la Presidencia Pro Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y se apresta a participar de la inauguración oficial de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, un evento deportivo que Estados Unidos boicotea en repudio a las violaciones a los derechos humanos en Xinjiang.
Desde el Ala Oeste de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la Secretaria del Tesoro se informó que esa agenda diplomática de Balcarce 50 es resistida por la administración demócrata, y esta opinión política del staff que asesora a Biden complica la negociación con el Fondo.
Cuba, Venezuela, Nicaragua y China son adversarios globales de los Estados Unidos, y el Salón Oval hará poco si Argentina se presta a beneficiar sus intereses en América Latina. Beijing protege a los gobiernos de Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, y ha montado una relación estrategia de cooperación y financiamiento con la CELAC.
En este contexto internacional, Biden se encuentra remiso en apoyar al Presidente cuando trata con el FMI.
Alberto Fernández tiene otra perspectiva de la misma agenda geopolítica. El jefe de Estado considera que su liderazgo en la CELAC puede acercar las posiciones diplomáticas entre el bloque populista y la Casa Blanca, y que la visita a Beijing no implica el plegamiento de la Argentina a la estrategia china de avanzar sobre las áreas de influencia de los Estados Unidos.
“Nosotros tenemos una diplomacia abierta, de no injerencia en los asuntos de otros países, que apunta a proteger y beneficiar los intereses de la Argentina. Ese es mi único objetivo en la política exterior”, comentó Alberto Fernández cuando le preguntaron sobre los cuestionamientos de Washington.
Esta mirada del Presidente sobre las relaciones exteriores, es la guía política que seguirá Santiago Cafiero cuando llegue a DC para ratificar que el Gobierno tiene la voluntad de pagar la deuda al FMI y mantener la equidistancia diplomática con la administración comunista de Xi jinping.
Frente al caso argentino existe un división evidente entre los funcionarios de elite más cercanos a Biden. Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, cree que el programa presentado por Martín Guzmán es endeble y sostiene que el Fondo debe exigir un mayor ajuste fiscal al ministro de Economía. Junto a Yellen se alinea David Lipton, su principal asesor y exdirector gerente del FMI.
Antony Blinken, secretario del Departamento de Estado, afirma que Alberto Fernández puede jugar un rol importante en América Latina y que la Secretaría del Tesoro debería aplacar sus exigencias de un fuerte ajuste a la economía nacional. Blinken conoce qué sucede en la región y tiene un amigos común con el Presidente.
El 18 de enero, en una horario aún a determinar, Cafiero se encontrará con su colega de los Estados Unidos para tratar de disipar las dudas que tiene Biden. El canciller también aprovechará la oportunidad para hablar con Blinken de la defensa de los Derechos Humanos a nivel global, las consecuencias del Cambio Climático y el uso pacífico de la energía nuclear.
Jorge Arguello, embajador de Argentina en Estados Unidos, trabaja contra reloj para lograr una reunión entre Cafiero y Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden. Cafiero compartió con Sullivan un asado protagonizado por Alberto Fernández en Olivos, y su intención es repetir al asesor de la Casa Blanca lo mismo que dirá Blinken en el Departamento de Estado.
Como sucede con Blinken, Sullivan tiene una mirada política del caso argentino. El principal asesor de Biden ya adelantó en Argentina que Estados Unidos no quiere que Beijing maneje tecnología 5G en la región, resiste la aplicación de la iniciativa de La Ruta de la Seda en América Latina y rechaza la venta de armamento chino en su área de influencia.
Si finalmente se concreta el encuentro en el Ala Oeste la Casa Blanca, Cafiero podrá explicar a Sullivan que China no proveerá servicios de 5G, que se descartó la compra de armamento a China y que Alberto Fernández firmará la iniciativa de la Ruta de la Seda cuando visite Beijing en febrero.
Sergio Massa, Martín Guzmán y Gustavo Beliz ya viajaron a Washington en los últimos meses para ablandar la posición de la Casa Blanca, mientras Arguello recorre los principales despachos de la administración demócrata para asegurar que la Casa Rosada quiere honrar la deuda con el Fondo y que la visita del Presidente a China es sólo una cortesía diplomática.
A su turno, Cafiero se embarcará el 17 de enero para cumplir idéntica misión política. Tiene a favor el pragmatismo de Blinken y Sullivan, y en contra los cuestionamientos técnicos de Yellen y Lipton.
Argentina tiene sólo 10 semanas para cerrar el acuerdo con el FMI, si no caerá en default soberano.
El canciller desea regresar a Buenos Aires con la posibilidad cierta de un encuentro de Alberto Fernández y Biden en el Salón Oval. Casi una misión imposible.
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