El “principio de entendimiento” al que arribaron la Argentina y el FMI aleja las chances de una crisis cambiaria con efectos catastróficos para la economía y la sociedad. No sobrarán dólares de la noche a la mañana, pero el acuerdo le da a los inversores un horizonte con reglas fiscales y monetarias claras.
El arreglo con el Fondo le permitirá al Gobierno atravesar los dos años que le quedan sin la sensación de una catástrofe a la vuelta de la esquina, algo muy común en los gobiernos kirchneristas. Alberto Fernández seguramente apuesta a este escenario para llegar al 2023 con chances de reelección, aunque hoy parezca ciencia ficción. Solo el tiempo dirá si el acuerdo con el FMI termina siendo un “salvavidas de plomo”.
El acuerdo es el “posible” en el actual escenario. No es del todo light, pero tampoco propone un agresivo programa de ajuste. Por lo pronto no avanza sobre cuestiones estructurales, típicas de estos arreglos, como una reforma laboral o previsional. Aún así Martín Guzmán consiguió un acuerdo de mediano plazo, que incluye cuatro años de gracia para el pago del capital.
A nadie se le escapa que lo más difícil en materia de deuda para la Argentina queda para 2025 en adelante. Será el próximo Gobierno el que tendrá que ver cómo se las ingenia para empezar a devolverle el préstamo al Fondo y al mismo tiempo cumplir con el pago de la deuda a bonistas privados que en 2020 restructuró Guzmán.
El acuerdo no terminó siendo del todo light, pero tampoco propone un shock fiscal. Sin embargo, no será sencillo en 2022 cumplir con la reducción de medio punto del déficit, pues no se repetirá el impuesto a las grandes fortunas, la cosecha será menor y las jubilaciones aumentarían en términos reales
La primera lectura de los mercados fue positiva y todo indica que podría continuar el impacto favorable en los próximos días tanto para las acciones como para los bonos, que igual siguen a precios de default. El dólar también aflojó casi diez pesos y no sería extraño que permanezca en estos niveles o incluso que retroceda a los $ 200, luego que el “contado con liquidación” rozara los $ 230 a mediados de la última semana.
Demasiado picante
La escapada del dólar y una brecha superior al 100% convencieron al Gobierno sobre la necesidad de evitar males mayores
EFE/Rayner Peña
El dólar muy “picante” y la brecha cambiaria arriba del 110%, con riesgo de espiralización, terminaron de convencer a los más negativos sobre la necesidad de apurar un acuerdo y no esperar hasta la famosa fecha límite del 22 de marzo. Era demasiado tiempo, en un contexto de escasa liquidación de divisas, para jugársela y seguir tensando la cuerda.
Lo que estarán observando en Wall Street a partir de ahora es hasta qué punto el Gobierno está dispuesto a cumplir con la “foto” que propone el acuerdo. Un déficit primario de 2,5% y sólo 1% de emisión monetaria para 2022 es algo que no muchos países están en condiciones de mostrar. Si la Argentina lo logra, sería un paso fundamental para recuperar cierto margen de previsibilidad y frenaría los embates populistas de los sectores más duros dentro del kirchnerismo.
La gran incógnita, obviamente, es si el Gobierno podrá cumplir con lo pactado, aún cuando no se trata de metas extremadamente difíciles. La sensación es que el Presidente deberá hacer equilibrio dentro de Frente de Todos para obtener el respaldo que precisa. Su núcleo duro apoyó en todo momento el acuerdo, incluyendo a ministros como Matías Kulfas, Santiago Cafiero o Juan Manzur. Sin embargo, tanto Cristina como Máximo Kirchner optaron por el silencio, reservándose el derecho a salir a atacar el acuerdo si las cosas no salen de acuerdo a lo esperado.
Si logra tranquilizar el frente cambiario y se cumple con la recuperación de 3% del PBI que pronosticó el Fondo para este año, Alberto Fernández puede soñar con posibilidad de una reelección. Sólo el tiempo dirá si el acuerdo con el FMI termina siendo un “salvavidas de plomo”
El desafío más inmediato es continuar con el sendero de reducción del déficit fiscal. Si bien el 2021 terminó con un rojo de 3% del PBI, menos de la mitad del año anterior, este año luce desafiante para bajar hasta el 2,5%. Para empezar, no se volverá a cobrar el impuesto a las grandes fortunas. La cosecha tampoco viene tan bien, con lo que ingresarán menos recursos por el lado de las retenciones. Según estimó un informe de la sociedad de Bolsa TPCG, la disminución del volumen de la cosecha total que se espera para la actual campaña agrícola implicarán unos USD 5.000 millones menos para este año respecto al anterior.
Jubilados
Con menos recursos de entrada, la pregunta sigue siendo por dónde pasará el ajuste. Un interesante enfoque del economista Rafael Rofman, responsable del programa de Protección Social en CIPPEC, advierte que las jubilaciones tuvieron un ajuste récord de 2 puntos del PBI en 2020 tras el cambio de la fórmula previsional. Sin embargo, empezaron a recuperar desde mediados del año pasado.
Con el nuevo gobierno, los jubilados perdieron hasta mediados del año pasado
EFE/LUIS TEJIDO.
“Las jubilaciones podrían aumentar un 5% en términos reales en 2022. Deberíamos esperar un aumento del gasto previsional de 15% para los próximos cuatro años”, señaló Rofman. Su conclusión es que “con las actuales reglas, las reducciones esperadas del déficit no vendrán por el lado previsional y que éste generará presiones adicionales, difíciles de financiar”.
El único dato concreto sobre el ajuste del 2022 pasa por el aumento de tarifas, pero tampoco en este caso hay precisiones sobre cómo se implementará. Será posiblemente uno de los aspectos más ríspidos del nuevo programa desde el punto de vista político y promete fuertes discusiones dentro del Frente de Todos
Con este panorama, aún cuando bajar medio punto adicional el déficit parece un desafío menor, en realidad no lo es tanto. En principio no habrá nuevos impuestos extraordinarios, ni más ingresos por la cosecha y tampoco el ajuste se daría por el lado de las jubilaciones.
La única referencia explícita que hubo en los anuncios del viernes alude a la baja de los subsidios energéticos, que crecieron explosivamente en 2021 por el congelamiento de tarifas. Sin embargo, será todo un desafío político plantear nuevos aumentos para el año más allá del 20% que se viene en febrero. Históricamente, Cristina Kirchner se apoyó en el retraso tarifario para tratar de recuperar el poder adquisitivo de los salarios, pero con escasa suerte. La inflación se “comió” cualquier intento de mejora de los ingresos más allá del ahorro en el pago de los servicios públicos.
La apuesta es en parte a sostener la recuperación económica para que mejore la recaudación sin incurrir en mayores ajustes. Y si con esa reactivación no alcanza, entonces seguramente será una nueva aceleración inflacionaria la principal variable de ajuste.
Calesita financiera
Un acuerdo ahuyenta el riesgo de crisis para la Argentina y permite al FMI evitar una confrontación con su mayor deudor
Si la Argentina cumple mes a mes con las metas que impondrá el acuerdo, el FMI devolverá gradualmente a lo largo del año los USD 4.300 millones de Derechos Especiales de Giro que pagó el Gobierno en los últimos meses. Se trata posiblemente del mayor logro político que consiguió el ministro Guzmán en la negociación, porque consigue recuperar reservas y al mismo tiempo se asegura parte del financiamiento que precisará para atravesar el año.
Justamente la baja del 3,7% al 1% de la emisión monetaria es uno de los puntos más fuertes que incluye el entendimiento con el FMI y que significa un fuerte giro respecto a la política kirchnerista de los últimos años. El desembolso del Fondo ayudará en esa tarea, pero se vienen nuevas subas de tasas para conseguir financiamiento en el mercado local y depender mucho menos de la “maquinita” del Banco Central.
Las próximas semanas serán de precisiones y será clave conocer la “letra chica” del acuerdo, donde se aclararán muchas de las dudas que hoy siguen flotando. Mientras tanto, el escenario más probable es que los mercados sigan operando favorablemente y le otorguen al Gobierno el “beneficio de la duda”. Pero será sólo por un corto plazo. El desafío para Guzmán es evitar que el acuerdo con el FMI termine en un limbo como sucedió con la renegociación de la deuda con los bonistas privados. Un alivio inicial y luego el pesimismo de siempre.
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