Tras dos años de pandemia, en los que la feligresía no pudo congregarse como lo hacía desde tiempos ancestrales a homenajear al Señor de la Peña, este Viernes Santo volvieron al encuentro con la Piedra Sagrada, que se encuentra ubicada en el sitio de El Barreal, en el departamento Arauco.
Desde el jueves por la noche, miles de fieles se dieron cita en el desierto arauqueño donde se encuentra la inmensa roca con el rostro de Jesús. y luego el viernes comenzó la jornada diocesana organizada por la Iglesia, y encabezada por el Obispo Dante Braida.
La adoración del Señor de la Peña es una de las tradiciones más caras al sentir de la Provincia, la cual habría tenido su origen en el respeto indígena a esta piedra como a un Dios y luego, con la colonización se figuró a Jesús.
Con emoción y fe, los riojanos y el turismo religioso que arribó a la Provincia para Semana Santa se congregaron en la localidad arauqueña para rendir homenaje una vez más como hace más de 400 años a la Roca Sagrada.
Homilía de Viernes Santo
El Obispo Diocesano de La Rioja, Dante Braida presidió la Misa en el Señor de la Peña pasadas las 15 horas del Viernes Santo y se dirigió a los fieles de la Iglesia diciendo: «Con gran esperanza hemos llegado a este Santuario del Señor de la Peña para encontrarnos con Jesús, nuestro Amigo, en quien ponemos toda nuestra confianza, porque él siempre nos recibe como estamos y siempre está dispuesto a tendernos una mano. Venimos luego de dos años de pandemia en los que tuvimos que renunciar a acercarnos a este lugar. Renuncia que nos ha dolido pero a la vez nos ha unido más a Cristo, que renunció a su propia vida entregándola por nuestra salvación. Nuestras renuncias unidas a la de él siempre tienen un sentido liberador y nos ayudan a crecer.
«Hoy con inmenso dolor y esperanza contemplamos a Nuestro Señor Jesucristo ofreciendo su vida por nosotros y por nuestra salvación. Al escuchar el relato de la Pasión no podemos dejar de conmovernos por esta gran obra de Amor: cargar con nuestros pecados, ponerse al hombro todos los males del mundo para liberarnos de ellos totalmente», continuó.
Y agregó: «Los invito a que hoy, con confianza, depositemos en el Señor todos los males que nos afectan: los problemas que tenemos o la realidad de pecado que nos perturba la vida. Recemos con confianza con las palabras que nos enseñó Jesús: «Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, líbranos de todo mal». Al mismo tiempo contemplemos la imagen de Cristo en la Cruz o este imponente Rostro del Señor de la Peña, y dejemos que su amor misericordioso, que no vino a condenar sino a perdonar, nos conmueva, nos sane y transforme. Si lo contemplamos detenidamente, si depositamos en él nuestras vidas con todo lo que traemos en nuestro interior, no volveremos iguales. Hablemos con confianza ante el Señor».