La Marcha por la Vida en Argentina reunió a unas 700 personas (Fotos: Maximiliano Luna)
“Después de mi nacimiento se produce una acción de los nazis en el gueto donde vivíamos. Todos debían presentarse en el playón. Las familias que habitaban nuestra casa resolvieron esconderse en el sótano. Menos yo: una beba podía delatar con su llanto a los escondidos. Por lo que me dejaron sobre la cama. Los nazis ingresaron a la casa. Robaron, rompieron, me desnudaron, pero me dejaron con vida. ¿Habrán pensado que igual moriría?”.
Mónica Dawidowicz habla ante el micrófono. Está en un escenario montado en medio de la Plaza de la Shoá, en el cruce de avenida Del Libertador y Bullrich. Con su sweater y pantalón grises, sus 80 años intactos y la lectura de varias hojas de manera prolífica, cuenta lo que fue su historia. Habla de su supervivencia al Holocausto nazi en un gueto ubicado donde hoy es Bielorrusia ante funcionarios públicos, diplomáticos extranjeros, líderes de la religión judía en el país y centenares de estudiantes de diferentes escuelas secundarias.
El silencio es potente. El renaciente frío del otoño porteño se vuelve imperceptible y las palabras de la sobreviviente del terror nazi durante el Holocausto penetran en lo más profundo de cada una de las casi 700 personas presentes en el evento.
Mónica Dawidowicz, sobreviviente del Holocausto
Posiblemente, las palabras de Mónica fueron el momento más trascendental de la segunda marcha denominada “Marchando por sus vidas” en la historia argentina. Hoy, a partir de las 9:02 esas mismas 700 personas caminaron desde el Museo Eduardo Sívori hasta la Plaza de la Shoá para acompañar en simultáneo a la mítica “Marcha por la Vida” que se realizó en Polonia, en homenaje a los 6 millones de judíos asesinados durante el Holocausto nazi y en el marco del Día del Holocausto y del Heroismo (Iom HaShoá Vehagvurá).
La Marcha por la Vida es una respuesta creada por la comunidad Judía a las denominadas Marchas de la Muerte, las famosas y trágicas caminatas que realizaron centenares de miles de judíos desde el campo de concentración de Auschwitz hasta el campo de exterminio de Birkenau. Esas fatídicas caminatas en las que fueron asesinadas más de 300 mil personas y que otras 700 mil fueron obligadas a participar.
Precisamente, en Polonia se realizó hoy a la misma hora que en la Argentina, la marcha que unía precisamente los 3 kilómetros de los dos ex campos nazis, con representantes de al menos 25 países.
En su relato, Mónica continuó con su historia. Detalló que sus padres, Nejama y Shaike, tomaron la decisión de que sus tres hijas, ella, Esther, de 10, y Neja, de 8, fueran entregadas a familias polacas católicas de ámbitos rurales. Ellos sabían que las niñas tenían mínimas chances de supervivencia en el Gueto Jaludna, de la ciudad de Lida, donde vivían.
Los carteles que exhibieron alumnos de escuelas secundarias
En su libro autobiográfico, “Todos mis nombres”, Mónica detalló que fue entregada con presuntamente tres meses a través de un hueco de un alambrado a una familia polaca. Ahí fue su primer cambio de nombre: Abandonó el Rojele Mowszowicz, con el que fue llamada por sus padres y pasó a llamarse Irina Shipula.
El 8 de mayo de 1942, cuando Mónica ya se encontraba con su nueva familia, sus padres y sus dos hermanas fueron obligados a marchar hacia las afueras de la ciudad. En un momento de la marcha se llegó a un cruce entre dos caminos: al menos unos 6.000 judíos (donde estaba la mayor parte de su familia) fueron ordenados marchar por la derecha; a sus padres y sus hermanas les correspondió ir por la izquierda. Sin saberlo, habían salvado sus vidas y regresaron al Gueto. Las 6.000 personas que fueron por el otro camino terminaron ejecutadas delante de fosas comunes.
Las hermanas de Mónica también fueron entregadas a otras dos familias, pero la del medio, Neja, de 8 años, no pudo adaptarse a vivir con sus nuevos padres. “Fue devuelta al Gueto porque lloraba mucho reclamándolos y ponía de esa manera en peligro a la familia que la protegía. Me imagino la mezcla de de alegría y estupor de mis padres al verla regresar”.
El 18 de septiembre de 1943 se produjo la aniquilación del gueto de Lida por parte de los nazis. Aquel día, sus dos padres y su hermana de ocho años fueron asesinados.
La Marcha por la Vida realizada hoy en Palermo tuvo una afluencia por encima de la esperada por los organizadores. Además, contó con la presencia de personalidades de todas las esferas sociopolíticas a nivel internacional.
Centenares de personas acudieron al acto en la Plaza de la Shoá
Participaron del evento Alejandro Zuchowicki (Secretario General de la DAIA), Pamela Malewicz (subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) Aleksandra Pi?tkowska (embajadora de Polonia), Adam Levene (jefe del Departamento Político de la Embajada de Israel), Amital Perry (agregada de Diplomacia Pública y Portavoz de la Embajada de Israel), Ralph Horlemann (encargado de la Sección Económica de la Embajada de Alemania), Fabiana Mindlin (secretaria y directora del Museo del Holocausto de Buenos Aires), Jonathan Karszenbaum (director del Museo del Holocausto de Buenos Aires), Alejandra Tolcachier (directora de Marcha por la Vida), Michelle Cataife (directora de Remember Us), Ariel Gelblung (director para América Latina del Centro Simon Wiesenthal), Paula Schreier (presidenta de la Fundación Bamá), Karina Korob (directora de Vaad Hajinuj) y Daniel Lew (KKL).
Además de la caminata, a lo largo de parte de los Bosques de Palermo y de la Avenida del Libertador, se escucharon las palabras de diferentes oradores entre los funcionarios y dirigentes presentes, se escucharon canciones alegóricas y se realizó un cruce generacional entre sobrevivientes del Holocausto como Mónica y estudiantes de 15 años de diferentes escuelas de la Ciudad de Buenos Aires a la hora de prender velas. Incluso, al momento del discurso de la sobreviviente, los centenares de estudiantes alzaron con sus manos un mensaje de homenaje a las víctimas del Holocausto escrito a mano sobre pequeñas tablas de madera.
La marcha, organizada por “Marcha por la Vida Argentina”, la DAIA, el Museo del Holocausto de Buenos Aires y Remember US, fue la segunda realizada el país y la primera en los últimos tres años. Después de la primera edición, en 2019, no se pudo repetir el acto en 2020 y 2021 debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus.
Así como ocurrió en Polonia con sus 2.500 presentes, uno de los grandes lemas de la convocatoria fue la importancia de mantener viva la memoria y la historia, cuando ya quedan cada vez menos oportunidades de encuentro entre los sobrevivientes del Holocausto y las generaciones venideras.
Ya sobre el final de su relato, Mónica contó cómo continuó su aventura de vida una vez terminada la guerra. Narró cómo a sus seis años fue enviada a un orfanato de Suecia, mientras se realizaban trámites para su traslado a Argentina o EEUU. Fue en ese mismo lugar donde se le puso el nombre de Mónica Dawidowicz. Más tarde, en marzo de 1947 y con seis años fue escoltada en un vuelo por una azafata hasta Montevideo y luego entregada en Buenos Aires a su tío. Ya en Buenos Aires, fue inscripta bajo el nombre de “Raquel Marzowicz”, nacida en Buenos Aires el 20 de junio de 1941e hija de Raquel y Jaime Marzowicz. Precísamente, ese Jaime era el hermano de su padre real y el nombre de “Mónica” le quedó como un apodo que mantendría durante el resto de su vida.
Recién a sus 21 años fue el reencuentro con su hermana Esther, quien todavía vive con 91 años en Israel y apenas algunas veces visitó la Argentina. Gracias a los testimonios de sus tíos recogidos en esa misma fecha del reencuentro con su hermana fue cuando Mónica pudo recién reconstruir su historia.
El acto se realizó en simultáneo con la histórica Marcha por la Vida de cada año llevada a cabo en Polonia
“Esta es la manera de elevar mi voz en nombre de los que no tienen voz porque fueron aniquilados. En nombre de los sobrevivientes, cuyos ojos han visto lo inimaginable. Una generación de testigos que se está extinguiendo, que honraron la vida y aquellos que no pudieron soportarlo. Por ellos, testimoniamos siempre que se nos convoca, abriendo una y otra vez nuestros corazones para preservar la memoria, contar, sensibilizar, no permitir el olvido, la negación, la banalización y la distorsión del Holocausto”, fueron sus últimas palabras, antes de recibir la ovación de centenares de estudiantes nacidos en la era de las redes sociales y de la fugacidad.
Y así Mónica bajó del escenario, en medio de aplausos, con su puñado de hojas blancas en sus manos firmes y con la serenidad de haber abierto los ojos y concientizado a cientos de chicos en una nueva Marcha por la Vida.
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