Fabián Calle: Licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires
Los dictadores de Nicaragua Daniel Ortega, de Venezuela, Nicolás Maduro y de Cuba, Miguel Diaz-Canel, junto al presidente y socio boliviano, Luis Arce. Ninguno asistirá a la Cumbre de las Américas (Reuters)
Los dictadores de Nicaragua Daniel Ortega, de Venezuela, Nicolás Maduro y de Cuba, Miguel Diaz-Canel, junto al presidente y socio boliviano, Luis Arce. Ninguno asistirá a la Cumbre de las Américas (Reuters)
La próxima Cumbre de presidentes de las Américas nos lleva a dos reflexiones: una ligada a la utilidad de la misma para los intereses estratégicos de los Estados Unidos y otra, mas aldeana, a los pasos de comedia, para ser generosos, seguidos por la Argentina en las últimas semanas.
Comencemos por la primera. Sin duda éste foro inaugurado en 1994 en la ciudad de Miami, dista de ser un ámbito operativo y práctico para la superpotencia. Las profundas diversidades que presenta el hemisferio en general y América Latina en particular, hace mucho más recomendable para Washington operar a escalas más homogéneas tanto en actores como en agendas o sea más énfasis en subregiones de América Latina y el Caribe.
Tal como señalábamos con Roberto Russell en dos ensayos, Periferias Turbulentas en el 2009 y Periferias Penetradas en el 2022, es posible detectar un área geográfica y temática de alta prioridad para los EEUU. La misma, o “primera periferia”, abarca México, Centro América, Caribe, Colombia y Venezuela. Tanto por cuestiones comerciales, inversores, migraciones, narcotráfico, gas y petróleo, tráfico de armas, el Canal de Panamá así como la cercanía geográfica que podría ser utilizado por potencias hostiles extra regionales para condicionar la libertad de maniobra de Washington.
Asimismo, tal como señalamos en el ensayo del 2022, el creciente peso económico y geopolítico de China y sus masivas necesidades de alimentos, energía y minerales así como de aguijonear a Washington en su zona de influencia para sacarle energías y fuerzas en el Asia Pacifico, motiva que el Cono Sur latinoamericano esté adquiriendo una mayor relevancia con respecto a las décadas pasadas.
Para ver algo semejante, habría que remontarse a los años 30 y comienzos de los 40, cuando la Casa Blanca desarrolló una activa estrategia para neutralizar la influencia de la Alemania Nazi en la entonces poderosa Argentina y en el sur de Brasil. La lejanía geográfica de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay de los EEUU y su menor interdependencia comercial y migratoria vis a vis lo que sucede con la primera periferia, le daría a Beijing mejores oportunidades de hacer valer su peso.
Pocas dudas caben que en este mundo bipolar, entre los EEUU y China, que va configurándose luego de más de dos décadas de unipolarismo americano, Washington tendrá que desarrollar tácticas y estrategias de corto, mediano y largo plazo que tomen en cuenta las especificidades subregionales de nuestro hemisferio. Los temas generalistas y con aspiraciones de ser de escala hemisférica, no parecen ser ya de utilidad.
Se necesitará mas sintonía fina y articulación entre las diversas agencias federales de los EEUU. La invasión rusa a Ucrania y la consiguiente fuerte reacción de los EEUU, Europa, Japón, o sea mas del 50 por ciento del PBI mundial, y otros tantos, refuerza la transición hacia un bipolarismo más que a un multipolarismo. La necesidad de Moscú de apoyarse masivamente en el gigante económico chino, es un factor clave en ese proceso.
El mundo ideal para la diplomacia y geopolítica rusa era pivotear de manera pragmática con los mega polos económicos, financieros y tecnológicos que representan los EEUU, la Unión Europea y China y en menor medida Japón y Corea del Sur. La guerra en Ucrania acabó con esa posibilidad por un largo tiempo.
Llegado a este punto, pasemos al psicodrama argentino, su política exterior y la irrefrenable necesidad del gobierno o de una parte del mismo de hipotecar cuestiones sensibles como es el relacionamiento externo a jueguitos para la tribuna o sea minorías intensas ideológicas. Lo que se suele definir como capital simbólico. Martingalas que suelen no generar el mínimo interés en más del 90 por ciento de los ciudadanos.
Tal como un básico manual del sentido común anticipaba, no habrá contra cumbre en Los Ángeles, o sea Argentina haciendo de anfitrión en los EEUU de los mandos políticos de Nicaragua, Cuba y Venezuela. No sería una buena idea para muchos de ellos viajar y quedar detenidos en territorios americano bajo cargos de narcotráfico y delitos de lesa humanidad. Cabe esperar que desde Buenos Aires se haya avisado a estos regímenes dictatoriales que todo era un paso de comedia.
También como ya se sabía, el Poder Ejecutivo argentino estará presente en la cumbre de Presidentes y Washington sumó la frutilla de una visita a la Casa Blanca en julio próximo. En esa capital imperial, no hay ninguna esperanza en que la Argentina cumpla con el acuerdo del FMI ni que desarrolle una política exterior pragmática y coherente. La prioridad es no generar más turbulencias en la región y que se cumplan los plazos institucionales en la Argentina.
En Washington se sabe que Gabriel Boric en Chile no cruzara líneas rojas en temas de política exterior y estratégicos. Lo mismo Jair Bolsonaro o Lula Da Silva pos elecciones de octubre. México antes de AMLO, con AMLO y después de AMLO, mantendrá su coherencia de preservar vínculos estrechos con sus vecino del norte. Por algo el pintoresco mandatario mexicano no dudo en almorzar en Washington con Donald Trump en plena campaña electoral americana en 2020 y por eso descartó de plano sumarse a la aventura de la contra cumbre Argentina y de dictaduras regionales en Los Ángeles.
Dos datos extra serían importantes para la Casa Rosada. En materia de política doméstica y relatos, debería tomar nota que la Vicepresidente no dudó en reunirse hace pocas semanas con la Comandante del Comando Sur de las FFAA de los EEUU. Ámbito militar que en el relato K constituye la bestia negra del imperialismo, la doctrina de la seguridad nacional y el brazo armado del famoso lawfare.
En este sentido, la Casa Rosada podría aprender de ese giro pragmático. Nada novedoso dado que en los 90 los mandos K ostentaban de tener óptimas relaciones con Carlos Menem y Domingo Cavallo. Ese roll back a lo que en el relato es “nefasta década neoliberal” y signada por óptimas relaciones simultaneas con los EEUU, Chile, Brasil e intercambios de vinos y cigarros entre Menem y Fidel Castro, debería sacar presión del gobierno para no ir más allá que la principal accionista de ese capital simbólico.
Por último, se debería tomar nota que una vez que se hicieron evidentes las dificultades rusas para una invasión rápida y exitosa de Ucrania, Cuba y su subordinada Venezuela, han comenzado a tender puentes de diálogo con Washington. Los cuales han sido valorados y comienzan a ser cultivados por la Casa Blanca y sus agencias.
En otras palabras, La Habana no necesita de Argentina para diálogos públicos y no públicos con la superpotencia. No seremos la puerta de entrada de los regímenes autoritarios de la región en los ámbitos políticos y diplomáticos del hemisferio como no fuimos ni seremos la puerta de entrada a Rusia en la región. El ya famoso ofrecimiento del gobierno argentino pocos días antes de la guerra con Ucrania.
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