Pero antes, busca reafirmar su lugar como jefa partidaria. Y expone su armado con eje en la provincia de Buenos Aires. La movida agrega dos actos con fuerte sello K
Cristina Kirchner, en el acto de la UOM. Fue su regreso a dos meses del ataque sufrido en las puertas de su casa
Las expectativas, con sobrecarga, acompañaron la vuelta a escena de Cristina Fernández de Kirchner, dos meses después del ataque sufrido en las puertas de su piso de Recoleta. Resultó una puesta básicamente para la interna y, en ese plano, antes que definir candidaturas -la suya propia- buscó reafirmar su papel determinante como jefa. El tono fue casi mesiánico. Y en un punto, curioso: reivindicó su decisión individual para armar el Frente de Todos en 2019 y dejó en claro su peso para coronar la estrategia 2023. Lo ocurrido en el medio -es decir, la actual gestión- ocupó escaso espacio, con un reclamo puntual y alguna diferenciación.
El mensaje empezó por el armado del acto que organizó la UOM y continuará con demostraciones ya programadas: el encuentro del PJ bonaerense que encabezará hoy Máximo Kirchner y la celebración del Día de la Militancia, que volvería a tenerla como oradora. Se trata de exhibir concentración en la provincia de Buenos Aires, confluencia de sectores sindicales duros y acuerdos con jefes peronistas locales, en especial del GBA.
La primera línea de la platea y las consignas completaban ayer el cuadro. Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Andrés Larroque, algunos intendentes y dirigentes metalúrgicos. El “Cristina presidente” acompañó la presentación. CFK dejó jugar y, de manera previsible, no cerró el tema. Es más, en el plano electoral eludió ir a fondo con la movida para anular las PASO. No arriesgó en un tema sin garantía de éxito, para no regalar nada a Alberto Fernández.
En cambio, hacia el futuro inmediato y en retrospectiva, CFK eligió destacar su condición de jefa aún en la adversidad, con reproches por la falta de acompañamiento de quienes daban por agotado su ciclo después de la derrota de 2015 -sin nombrarlos, algunos gobernadores y varios de sus socios en el frente gobernante- y por la actitud de la CGT y los movimientos sociales en el gobierno de Mauricio Macri.
Destacar la situación interna y trazar un panorama externo que, a su juicio, la colocaba en soledad fue un modo de darle relieve a su tejido para coronar el Frente de Todos y ganar la elección de 2019. No nombró específicamente a Alberto Fernández al reivindicar aquella experiencia. “Tuve que tomar una decisión y no me arrepiento”, dijo, con énfasis excluyente en la “responsabilidad” personal.
Para lo que viene, eligió la ambigüedad calculada sobre su posible candidatura, pero no dejó margen alguno sobre el poder de decisión en el frente interno. Lo dijo así: “Voy a hacer lo que tenga que hacer para lograr que nuestro pueblo pueda organizarse en un proyecto de país que recupere la ilusión, la fuerza y la alegría”.
Máximo Kirchner y la apuesta a Buenos Aires. Encabezará un acto del PJ provincial
Las alusiones a Macri fueron el condimento de algunos tramos, no muchos. Alcanzaron para descalificar aquella gestión y para apuntar a “empresarios ligados al macrismo” por el ataque sufrido hace dos meses. Fue también parte de la carga reservada para la Justicia. CFK dijo que no cree en que el atentado sea realmente investigado y lo ligó a las causas judiciales que enfrenta. “Me quieren de acusada y no de víctima”, dijo.
Eran más esperadas sus referencias a la situación económica. Sus mensajes anteriores habían sido de medido respaldo a la gestión de Massa y de demanda por la gravedad del impacto de la sostenida inflación. Puso el foco en la escalada de precios en rubros sensibles y sobre todo, en la alimentación. El crecimiento de la indigencia y las proyecciones sobre los niveles de pobreza motorizan además de las referidas declaraciones, presiones para la adopción de medidas de control y de presión sobre empresas.
La ex presidente asignó al ministro de Economía un trabajo destacado para contener la crisis, aunque sin ir a fondo en términos del modelo que le adjudica a sus propias gestiones. “Está haciendo un gran esfuerzo administrando las consecuencias de lo que pasó”, dijo. No entró en detalles sobre responsabilidades, luego de tres años de gobierno, con la larga y esmerilada experiencia de Marín Guzmán y el breve y caótico paso de Silvina Batakis.
Para completar, expuso su demanda y contrapuso gestiones actuales y las de sus presidencias: “El Gobierno tiene que terciar en la redistribución del ingreso, como lo hacíamos en nuestro gobierno”. En escala actual, reiteró la demanda de una suma fija para compensar en parte del deterioro salarial, más allá de los acuerdos entre sindicatos y empresas. El dirigente de la UOM, Abel Furlán, también lo había reclamado. “Con esta inflación, no hay paritaria que pueda resolver el problema”, advirtió frente a los suyos e invitados como Pablo Moyano y Roberto Baradel.
La decisión de evitar la confrontación directa con Olivos fue otro dato con lectura variada. No entran consideraciones sobre un proceso de distensión. CFK aclaró que sus cuestionamientos a la gestión eran conocidos y pasó a otros temas. Un día antes, Victoria Tolosa Paz se había hecho cargo de un reproche presidencial para aquellos que cuestionan la gestión como si no fueran parte del Gobierno. El silencio en la otra vereda resultó significativo. Una manera de mantener a Alberto Fernández en el papel de actor secundario.
Otros temas, como las referencias ácidas sobre las causas que enfrenta, tampoco merecieron muchos minutos. Las referencias al “partido judicial” podrían ocupar más espacio en el acto del 17 de noviembre, para recordar el primer regreso de Perón. El kirchnerismo ya trabaja para concentrar sus fuerzas el Día de la Militancia, en La Plata. Será más cerca de las definiciones de la Justicia en la causa Vialidad.
Ese es el otro renglón destacado en la lista de preocupaciones de la ex presidente. Y también impacta en las especulaciones sobre el armado electoral 2023.
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