...con la misión del FMI que desembarcó en Buenos Aires. Hay menos dinero en circulación, pero los precios no ceden.
La débil demanda de pesos es uno de los temas centrales que ocupa a la misión técnica del FMI que se encuentra en Buenos Aires desde el lunes. El propio secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein, reconoció ayer durante una presentación con ejecutivos de finanzas que se trata de una cuestión que están siguiendo con atención, porque impacta en dos frentes: la inflación y la presión sobre el dólar.
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“Estamos experimentando una baja en la demanda de dinero. En términos macro eso es equivalente a aumentar el déficit”, sostuvo el viceministro de Economía en un evento organizado por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF). Rubinstein consideró que solamente si se logra el costoso objetivo de equilibrar ese rojo fiscal, podrá alcanzarse la inflación del 60% anual prevista en el Presupuesto.
El canje de bonos en pesos con vencimiento en noviembre y diciembre que encaró el Tesoro la semana pasada encendió luces amarillas, porque solo consiguió que ingrese el 61% de los títulos habilitados para canjear. La mayor parte de las aceptaciones provino de las manos del sector público. Por lo tanto, los inversores privados optaron por no extender los plazos. La propuesta consistía básicamente en un bono dual, que paga rendimiento por inflación o por la suba de tipo de cambio, lo que aumente más al vencimiento. Pero ni siquiera este atractivo fue suficiente.
La menor demanda de pesos se refleja al mismo tiempo en una mayor velocidad de circulación del dinero. La expresión popular es “los pesos queman”, indicando que tanto las familias como las empresas buscan sacarse rápidamente el dinero de encima para no perder contra las remarcaciones de precios. En la visión monetarista se trata de uno de los motivos principales que generan la inflación.
La base monetaria y el dinero en circulación creció a un ritmo que es apenas la mitad de la inflación acumulada en los últimos 12 meses. Pero ni siquiera la absorción récord que llevó adelante el Central fue suficiente para conseguir una desaceleración de los precios, tal como demostró el índice de octubre
La evolución de los agregados que maneja el Banco Central muestra claramente este fenómeno. La base monetaria, por ejemplo, creció apenas 34,6% en términos interanuales, menos de la mitad de la inflación acumulada en los últimos 12 meses, que ya está en el 88%. Incluso la circulación monetaria, es decir el dinero en poder del público, aumentó apenas un 45% en un año.
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Esto demuestra que la enorme absorción de pesos que lleva adelante el Banco Central no es suficiente para reducir la inflación, justamente por la caída de la demanda de dinero. Por otra parte, el aumento de los pasivos monetarios genera una emisión potencial de nada menos que $ 500.000 millones por mes, con tasas de interés que superan el 100% efectivo anual.
Los fondos comunes de inversión en pesos también reflejan el comportamiento más conservador de los inversores. Es creciente el traspaso de fondos que invierten en bonos en pesos de mediano y largo para pasarse a títulos cortos. Otros inversores optaron directamente por salir de títulos en pesos para pasarse a fondos de cauciones bursátiles. Es decir, eligen salir del “riesgo Tesoro” para pasarse al riesgo del mercado de capitales.
El Gobierno viene haciendo esfuerzos para reducir la oferta de dinero. Por ejemplo, el Banco Central dejó de financiar al Tesoro vía adelantos transitorios, uno de los principales anuncios efectuados por Sergio Massa cuando llegó al ministerio de Economía. Pero tampoco eso ayudó a bajar la inflación, que se mantiene cómodamente arriba del 6% mensual.
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