Esta semana se conocerá el déficit de marzo, que arrojaría un incumplimiento del techo trimestral
“Esto pareciera que no se termina más”, con cierta resignación uno de los funcionarios del equipo económico que está al frente de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional se dirigía este mediodía a su despacho para retomar la conversación, que interrumpió unos minutos por otra reunión, con los técnicos del organismo para reformular las bases del acuerdo y darle un perfil nuevo al programa EFF. El Ministerio de Economía empezó en las últimas horas una nueva etapa en el diálogo con el FMI y espera tenerlo cerrado en las próximas semanas.
Será una revisión mucho más en profundidad, aseguran, a los cambios que ya tuvo el programa entre el año pasado y marzo pasado, cuando el organismo concedió una meta de acumulación de reservas menos exigente por el impacto de la pandemia.
Pero de todas formas, esa primera reconfiguración que acordó Sergio Massa con el Fondo tomaba en consideración los datos de impacto de la sequía hasta fines de enero. Como el panorama no solo no mejoró sino que fue mucho peor, la situación forzó a las partes a volver a sentarse a la mesa negociadora.
La posibilidad incluso ya había sido expresada por el staff del FMI en su último reporte, cuando mencionó que la situación económica podría derivar en nuevos reajustes de las políticas y las metas del programa. Con todo, en Economía aseguran haber conseguido el aval político de la conducción del organismo para avanzar con la reconsideración de los objetivos condicionales del acuerdo. Ahora será el turno de la negociación técnica. El ida y vuelta, en Washington en los últimos días y en Buenos Aires es encabezado por el viceministro Gabriel Rubinstein y el jefe de asesores Leonardo Madcur.
Desde un despacho oficial aseguraron que el horizonte de tiempo con el que se trabaja es llegar a un consenso técnico en las próximas dos o tres semanas. No será una negociación “aislada” del calendario previsto -porque no se tratará de un nuevo programa sino una reconfiguración del actual- ya que será sostenida en el marco de la quinta revisión trimestral. Esa instancia, a su vez, tiene como fecha de referencia fines de junio.
Hay pocas precisiones sobre el alcance que puedan tener las negociaciones y cuánto estará dispuesto a conceder el Fondo Monetario para modificar la estructura de metas, o si habrá un cambio que favorezca el ingreso anticipado de desembolsos. “Está todo sobre la mesa”, indicaron desde el equipo económico. En ese marco, la perspectiva de cumplimiento de las metas, con el formato actual, dan alguna pista de cuál es el contorno sobre el que buscará moverse el Palacio de Hacienda.
La meta de acumulación de reservas, a pesar de la baja en la exigencia que aceptó el FMI -USD 3.600 millones para el objetivo del primer trimestre y USD 1.800 millones hacia fin de año- no fue suficiente. El Banco Central pudo acopiar, al finalizar los primeros tres meses del año, entre USD 1.800 y USD 2.000 millones menos que ese objetivo recalculado.
Y el panorama fiscal también luce comprometido. El techo de déficit primario previsto en el acuerdo es de $441.500 millones para el primer trimestre. Solo en los dos primeros meses el sector público quedó apenas $9.000 millones por debajo de ese tope. Así, con los datos de marzo, con alta probabilidad según estiman consultoras privadas, el rojo primario será mayor al acordado con el Fondo Monetario.
“Si la meta se cumpliera en forma taxativa, el déficit primario de marzo debería ser inferior al de marzo de 2019 (mínimo de la serie iniciada en 2016), cuando el gobierno de entonces había aplicado un duro recorte sobre la obra pública y otras partidas. Aun así, el déficit de ese mes fue de $13.037 millones (a valores de febrero de 2023)”, estimó Analytica en un informe reciente.
Para esa consultora “en principio” el Gobierno no tendría cómo cumplir la meta fiscal anual, aunque tiene algunas herramientas que podrían morigerar el nivel de exceso. En primer lugar, que “los gastos primarios del primer bimestre, a precios constantes, resultaron muy elevados y fueron impulsados por partidas discrecionales”.
Para el FMI parte del ajuste del gasto público deberá llegar por la vía del recorte de subsidios
Segundo: la deuda flotante. “El FMI avaló en 2022 un incremento en la meta de deuda flotante (la diferencia entre el gasto base caja y el devengado), lo que daría margen para postergar hacia el segundo trimestre pagos comprometidos en los primeros tres meses del año”, mencionó Analytica.
Luego, más allá del gasto extra que implicará la moratoria previsional, “también se definió un nuevo tipo de cambio temporal para la soja y las economías regionales, que mejorará la recaudación por derechos de exportación en el corto plazo. En contrapartida, la emisión adicional perjudicará el balance del BCRA y reforzará la dinámica inflacionaria”.
Por último, la consultora explicó que “la reducción del gasto primario requerida para cumplir las metas no difiere tanto de la velocidad de ajuste que hubo en el segundo semestre de 2022″.
Para LCG, por su parte, “puntualmente para marzo, estimamos ingresos con caída real en torno al 10% anual afectados por una menor recaudación de los impuestos asociados al comercio exterior que reflejaron caídas del 83% anual real en el caso de los derechos de exportación y del 15% anual real en el caso de los derechos de importación”.
“En relación a la dinámica del gasto, entendemos que el Gobierno siguió mostrando un ‘esfuerzo’ hacia la convergencia prometida y el gasto habría caído nuevamente en términos reales (...) De todas formas, no creemos que vaya a ser suficiente”, concluyó LCG.
Massa busca con el dólar agro sumar reservas luego de la sangría de dólares del primer trimestre
Por su parte, PxQ, la consultora de Emmanuel Álvarez Agis, se preguntó sobre la meta fiscal anual: “¿Cómo se espera cumplir con este compromiso?”. “Con una reducción de subsidios, es decir, con aumento de tarifas en mayo, con un recorte de gasto social; y demorando la inclusión en la moratoria previsional”.
“El FMI incorpora los menores ingresos tributarios por efecto de la sequía, efecto que es casi compensado en su totalidad con un mayores ingresos no tributarios. En el documento no aclara a qué se debería este último incremento. Por el lado del gasto, se le pide al Gobierno una mayor reducción del gasto en subsidios y en otros gastos corrientes”, resumió PxQ.
Con todo, este jueves la secretaría de Hacienda dará a conocer el dato final del trimestre. Una particularidad que tendrá la meta fiscal es que, al ser expresada en pesos, está atada a la nominalidad esperada por el acuerdo con el FMI. Durante los primeros tres meses del año el programa trabajó con una suba de precios de 60% anual para diseñar las metas.
La semana pasada el organismo “blanqueó” una inflación mayor en sus planes, de 88 por ciento. De esta forma, la nominalidad del acuerdo será otra y las metas en pesos (también están en ese grupo la de emisión monetaria, la de deuda flotante o la del piso de asistencia social) podrían ser reajustadas en la próxima revisión, y esa cifra de referencia de $441.500 millones podría ser en realidad un poco mayor.
De todas maneras, un incumplimiento en las metas de reservas y en el tope de déficit deberían disparar pedidos de waiver ante el directorio, por parte del Poder Ejecutivo. Una forma de evitarlo podría ser una renegociación de las metas no solo hacia adelante, sino también las del primer trimestre. La magnitud del diálogo abierto con el FMI determinará si eso se podrá llevar adelante.
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