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Ciertamente, Cristina Fernández de Kirchner, líder política con una trayectoria notable, ha dejado una huella significativa en el transcurso de su carrera. A lo largo de sus 70 años de vida, ha sido elegida dos veces como presidenta de la Nación, desempeñando actualmente el rol de vicepresidenta. Su extenso historial político abarca una serie de cargos relevantes que ha ocupado a lo largo de su carrera, lo cual ha contribuido de manera significativa a su reconocimiento en el ámbito político. En la antesala de las PASO, programadas para el próximo 13 de agosto, es protagonista obligada de una trama cargada de suspenso y dramatismo, influenciada por las desalentadoras cifras que anticipan las encuestas internas manejadas por el oficialismo. La reciente derrota en Santa Fe ha generado una alarma adicional que la obliga a mostrarse más cerca de Massa de lo que tenía previsto originalmente.
Consciente de la incipiente decadencia en los logros obtenidos durante su mandato, el “cristinismo” se aferra desesperadamente a mantener su posición central, a pesar de la ausencia de resultados tangibles. Para ello, recurre a una narrativa que trasciende los límites de la realidad, sumergiéndose en un mundo de fantasía y creencias mágicas. En este contexto, se debaten entre la necesidad de enfrentar una dura realidad y la tentación de forjar un relato irreal y utópico. Esta estrategia se revela como un intento desesperado por cautivar y seducir a una población cada vez más desencantada, cuya confianza se desvanece como arena entre los dedos.
En 2019, Cristina Kirchner demostró una destacada habilidad para interpretar con destreza el sentir de un sector significativo de la población, construyendo un relato cautivador que desembocó en la inesperada presidencia de Alberto Fernández. Su capacidad como oradora es reconocida, desenvolviéndose con maestría en momentos cruciales cuando todas las miradas convergen sobre ella, tal como quedó en evidencia en sus recientes apariciones públicas. Es capaz convertir fantasías en narrativas persuasivas para respaldar cualquier argumento que presente, como se puede apreciar en su infundada referencia a una supuesta “proscripción”. Esta habilidad para tejer un relato convincente ha sido clave en su carrera política.
En el camino de Cristina Kirchner también se presentan obstáculos éticos. La reputación de CFK se ve empañada por la condena grave que pesa sobre ella, y que ha motivado su enérgica oposición al Poder Judicial. Esta situación representa una mancha significativa en su carrera política y ha generado una lucha constante en busca de cambios en el sistema judicial.
Como parte de una generación de líderes políticos, ella ha contribuido a la realidad actual que enfrenta Argentina. Esa generación de políticos no ha logrado cumplir la promesa de ofrecer un futuro mejor para su pueblo. Esto plantea la necesidad de reflexionar sobre los resultados y las expectativas de las últimas dos décadas, y por ello seguimos discutiendo los mismos viejos problemas de siempre. Ni siquiera en eso pudimos progresar.
Ha sido señalada como la responsable de encabezar el peor gobierno en la historia democrática de Argentina. Su influencia fue clave para la designación de Alberto Fernández como presidente. Ahora, está utilizando diversas estrategias y tácticas para hacer lo mismo con Sergio Massa, mostrándose más presente en esta etapa previa a las elecciones primarias del 13 de agosto. Sin embargo, es importante destacar que la segunda parte del proceso, hasta octubre, probablemente será muy diferente a lo que estamos presenciando en estos días. Massa no es Alberto Fernández; tiene vuelo propio. Que lo dejen volar es harina de otro costal.
Existen motivos adicionales que podrían explicar por qué Cristina toma esta decisión. Uno de ellos podría ser la necesidad de ser el centro de atención y su dificultad para quedarse en un segundo plano. Sabe que si su nuevo candidato no tiene un buen desempeño electoral, las consecuencias para ella podrían ser devastadoras. Además, es plenamente consciente de que si, por alguna extraña casualidad del destino, Sergio Massa se convierte en el próximo presidente de Argentina, su propio final político se convertiría en una realidad. Es una paradoja que la tiene atrapada y que, hasta cierto punto, justifica su intento de recobrar cierta centralidad en la escena política.
Interín, la situación que enfrentamos en Argentina es preocupante en diversos aspectos. La inflación de tres dígitos y la constante depreciación de nuestra moneda han llevadoa un preocupante aumento de la pobreza. Este fenómeno ha convertido a Argentina en un destino atractivo para los traficantes de drogas. Además, la calidad educativa en las escuelas públicas es deprimente, existe una brecha significativa en comparación con aquellos que tienen acceso a la educación privada. Lo mismo ocurre con nuestro sistema de salud, que se encuentra en un estado tan precario que ha generado alarmas en el sector y un impensado éxodo de médicos.
En este contexto electoral, nadie se hace cargo de los problemas ni del fracaso del gobierno actual. Al contrario, CFK insiste con Aerolíneas Argentinas y su relato en torno a la aerolínea de bandera, haciendo de medias verdades, su dogma sagrado. Llevó las cosas a tal extremo que el pasado lunes nos sorprendimos al escuchar una nueva afirmación fantasiosa y populista. En su estilo característico de defender lo que considera un símbolo del populismo devaluado que estamos experimentando, intentó respaldar la persistencia de Aerolíneas Argentinas a pesar de su notable déficit, que se sostiene con el esfuerzo de todos los contribuyentes, agobiados por la carga fiscal. En este nuevo acto de fantasía, expresó literalmente: “Aerolíneas, a través de su servicio de carga, ahora facilita el transporte directo del salmón chileno desde el aeropuerto de El Calafate hasta Miami. Esto beneficia no solo a inversionistas y empresarios nacionales, sino también a un producto tan típico como el salmón chileno”.
Aunque cada vez menos personas creen en ella, sus medias verdades todavía se convierten en la verdad de muchos, tanto que ahora Messi come salmón chileno gracias a ella. Como me dijo un querido amigo, “nunca subestimes el poder de las personas estúpidas en un grupo numeroso”. Si el mejor jugador del mundo -de paso, recordemos su gambeta para evitar la foto con Wado y su negativa a concurrir a la Casa Rosada luego de consagrarse campeón del mundo- come salmón chileno, y sigue haciendo goles es gracias a su esfuerzo personal, a su capacidad inigualable y a su talento. CFK en eso no tiene nada que ver.
En tiempos de elecciones, todo vale, como si fuera tan fácil tapar el sol con la mano.
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