14 OCT | 09:37

Milei naufragaba y Alberto lo rescató: la dolarización “is the new salariazo”

Frente a la disparada del dólar 1010 y a la reacción racional de Bullrich, el libertario dobla la apuesta y aconseja huir del peso. El presidente le hizo el favor de reposicionarlo como protagonista. Por Fernando González
Luego de la tensión cambiaria, el jefe de Estado Alberto Fernández denunció al candidato libertario, Javier Milei, por "intimidación pública"
 
 
En el equipo de Javier Milei habían comenzado a ganar terreno algunas dudas. El debate del último domingo lo había mostrado impreciso, moderado, sin el fuego con el que se convirtió en la gran sorpresa de las PASO. Y encima Patricia Bullrich había mejorado mucho su performance. Incisiva, picante, lo apuró con solvencia en un par de ocasiones y logró ponerlo a la defensiva.
 
 
 
 
Desde el lunes, el candidato libertario, su hermana Karina y sus principales asesores buscaban una idea que les devolviera el protagonismo. Que lo pusiera otra vez en el centro de la cancha.
 
 
Y entonces el rescate para Milei llegó desde el lugar menos pensado. O, si se hubieran detenido a evaluarlo con calma, el auxilio vino desde la persona más indicada porque es la que nunca hizo nada bien desde que llegó a la Presidencia. ¿Cómo no haberlo imaginado antes? Si, en definitiva, Alberto Fernández es el arquitecto de su propio derrumbe. De su caída sin pausas.
 
Poco después de las 13 del miércoles, la Casa Rosada daba a conocer que el Presidente había hecho una denuncia a título personal por “intimidación pública” contra Milei, el candidato porteño, Ramiro Marra, y el candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Agustín Romo, hasta el miércoles desconocido por el gran público. ¿La acusación? Instigar a los argentinos a que compren dólares. La práctica de auto defensa ante la inflación, prohibida por el cepo del kirchnerismo, pero la más ejercida en el país. La preferida de Martín Insaurralde y la de la mayoría de los patriotas financieros del kirchnerismo.
 
 
 
La noticia cayó como una bomba en el edificio de campaña de Sergio Massa. “Era lo único que nos faltaba; no se podía quedar callado este pelotudo”, gritaba uno de los funcionarios más cercanos al ministro de Economía y candidato presidencial.
 
En cambio, los videos de los noticieros y los audios de las radios propalando la denuncia de Fernández provocaron una verdadera ovación en el bunker de La Libertad Avanza. Como en la base de Cabo Cañaveral cuando el cohete de la NASA logra atravesar la atmósfera, algunos aplaudieron y hasta llegaron a abrazarse mientras miraban las pantallas de sus smartphones para corroborar que no se trataba de una fake news. Pero no. Era cierto. Alberto les tiraba el salvavidas que estaban esperando.
 
 
Milei, junto a Ramiro Marra, en la conferencia de prensa posterior a la denuncia del presidente de la Nación
 
 
Milei, Marra, Karina y Carlos Kikuchi tardaron menos de una hora en decidirlo. Harían una conferencia de prensa en la oficina de la familia del candidato porteño para responderle al Presidente.
 
 
A las 18 en punto, Milei estaba sentado frente a los medios de buena parte de la Argentina. Leyó un texto escrito, al que matizaba con frases de su repertorio clásico que completaban el guión. TN lo transmitió completo con rating récord para esa franja horaria, y siguió varios minutos con entrevistas a Marra y un desopilante interview a Romo en el que le preguntaban donde se podía comprar el dólar blue. En cambio, LN+ cortó la transmisión después de las primeras respuestas del candidato.
 
 
Milei se hizo un picnic, recordando que el gobierno de Alberto, Cristina y Sergio Massa había llevado el dólar desde los 60 pesos post PASO en 2019 hasta los 1010 pesos de este martes y el miércoles. El meme con un billete violeta, el número 1.000 y las letras EI (MILEI), preparado para después de las elecciones, debió activarse en las redes con doce días de anticipación.
 
 
 
Para colmo, también Massa había elegido la táctica dudosa de culpar a Milei por la suba del dólar y aconsejar un examen psiquiátrico y psicológico para los candidatos que lleguen al ballotage. “Yo pido un examen de economía para Massa”, fue la respuesta irónica del candidato. Acusó al Gobierno de haber robado 90.000 millones de dólares durante su gestión, y de “querer proscribir a la fuerza política más votada”. Hasta le birló a Cristina la bandera de la proscripción, el estandarte ficcional que la Vicepresidenta tomó prestado del peronismo de 1955.
 
 
¿Quién tiene la culpa de que suba el dólar?
Es la pregunta que lanza, a modo de acusación, cada presidente que debe enfrentar una crisis financiera en la Argentina. Raúl Alfonsín acusó en 1989 a los productores agropecuarios, que lo silbaron en La Rural y aceleraron su decadencia y su derrota. Y, ya sobre el final, responsabilizó al menemismo de empujar su salida.
 
 
Los Kirchner acusaron a su turno a los malditos sojeros, a los bancos y finalmente a Mauricio Macri. A su vez, Macri acusó al kirchnerismo, y Alberto Fernández termina junto a Massa acusándolo a Milei, y a “cuatro o cinco vivos” a los que el ministro piensa meter presos, pero que nunca identificó. Es conveniente que los acusadores conspirativos de cada momento evalúen los resultados obtenidos: cuando fueron a elecciones siempre fueron derrotados por los supuestos especuladores.
 
 
Quizás en un solo caso la acusación se acercó de algún modo a la verdad. Fue en el requiem del gobierno de Alfonsín. Ya se había peleado con el campo. Ya había echado al ministro Juan Vital Sorrouille por pedido del candidato Eduardo Angeloz y ya había hecho una devaluación por presión de los mercados. Pero las variables se le fueron totalmente de control al presidente radical cuando uno de los colaboradores de Carlos Menem, el futuro canciller Guido Di Tella, pidió un “dólar recontra alto” para el gobierno que se veía. El dólar, obediente, subió a la estratósfera al día siguiente y Alfonsín debió adelantar el traspaso del poder.
 
Menem asumió como presidente el 9 de julio de 1989 en un contexto de dólar recontra alto, de hiperinflación y de saqueos a los supermercados, en su mayoría inducidos por punteros del peronismo. La promesa detrás de la que se alineó la mayoría de los argentinos fue el salariazo. Un concepto romántico de la justicia social que no resistía el menor análisis económico.
 
 
No hizo falta que Menem explicara en qué consistía el salariazo. No lo hizo él ni sus economistas durante la campaña intentaron una justificación técnica de cómo se podía llevar a cabo. No hacía falta. Ni nadie lo pedía siquiera. Se trataba de una idea mágica que alcanzaba, sobre todo en los sectores más pobres y más castigados por la crisis económica, para resolver al menos en términos psicológicos el dilema tan argentino del futuro.
 
 
Menem se encaramó en el poder con la sola mención del salariazo que nunca llegó. Antes del plan de convertibilidad, que Domingo Cavallo pondría en marcha en marzo de 1991, hubo un año y medio de sufrimientos. Otra hiperinflación, generada por el menemismo y que pocos hoy recuerdan, y el Plan Bonex que instrumentó el riojano Erman Gonzalez para licuar la deuda de la Argentina en pesos generando el escenario para la llegada del nuevo dogma religioso que duró una década: un peso, un dólar.
 
 
Erman González, ex ministro de Finanzas de la Nación
Son muchos los economistas y cientistas políticos que trazan una parábola entre aquel conjuro económico del salariazo y esta nueva teoría religiosa que llega envuelta en la caja misteriosa de la dolarización que proclama Javier Milei. Con astucia electoral, el libertario se niega a profundizar en público las decisiones y las herramientas que debería poner en práctica para que el rayo dolarizador pueda cauterizar las heridas de esta economía en estado de coma. Como el salariazo, la dolarización no se explica. Se promete, como un paraíso que nos resolverá la existencia. La dolarización “is the new salariazo”.
 
En la conferencia de prensa de Milei, en la que mostró su repertorio de conceptos agresivos que lo llevaron a liderar las primarias del 13 de agosto, volvió a poner la fundación del Banco Central como piedra fundacional del proceso inflacionario y de la decadencia argentina. En la semana, se trenzó por twitter con Federico Pinedo, el dirigente que podría ser canciller si Patricia Bullrich triunfa en las elecciones. Toda una paradoja. Se trata del hombre que fue presidente por doce horas en 2015, durante la conflictiva transición entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Se podrá objetar la brevedad de su gestión, pero Pinedo no tuvo inflación ni déficits gemelos que se le puedan achacar.
 
Lo cierto es que Pinedo criticó a Milei por sus declaraciones instando a desprenderse de los plazos fijos en pesos, y comparando la moneda nacional con un excremento. Muy escatológico todo. El libertario le respondió fulminante en twitter, acusando al abuelo de Pinedo (Federico Pinedo hijo) de haber fundado el Banco Central y dado origen a la inflación en la Argentina. Es cierto que aquel Pinedo, un dirigente de apellido aristócrata que adhirió al Socialismo de Juan B. Justo, participó como ministro de Hacienda en el gobierno golpista de Agustín P. Justo y que fundaron entonces el Banco Central. Pero durante la Década Infame la inflación no era todavía el cáncer de la economía argentina en el que se convirtió muchos años después.
 
Frente a la disparada histórica del dólar cruzando los 1.000 pesos y la posibilidad de que Milei pudiera capitalizarlo, Patricia Bullrich también hizo una conferencia de prensa junto a los economistas Carlos Melconian y Hernán Lacunza. Así buscó diferenciarse de la prédica alarmista del libertario y de tratar de llevar tranquilidad en medio de la tormenta de nervios que atraviesa a la Argentina.
 
Es curioso el regreso de Lacunza al primer plano. Pero en momentos de incertidumbre como este, cotiza en bolsa la experiencia del economista que rescató a Macri después de la derrota estruendosa en las PASO de 2019, y que ordenó la deuda en Leliqs con un argentinismo para ocultar la palabra default. A la reprogramación de pagos en pesos la llamó reperfilamiento.
 
Lacunza ha acuñado ahora otra frase, que adoptó todo Juntos por el Cambio, y que pronuncia como si fuera un proverbio chino. “Massa secó el pasto y Milei encendió la chispa”. De ese modo, juntaba a los dos adversarios de Patricia. Esta batalla por el poder es una saga que empieza a parecerse a los escritos de Sun Tzu.
 
Hace tres décadas, Menem consiguió entusiasmar a una sociedad agobiada con la fantasía redistributiva del salariazo. Desafió al peronismo, encarnó una alianza por derecha con la familia Alsogaray y se quedó en el poder durante diez años.
 
Ahora es Milei el que propone la magia de la dolarización para salir de otra hecatombe social, económica y financiera a la que es tan afecta la viciosa Argentina.
 
No parece que Massa pueda desprenderse del destino de colapso que arrastra al kirchnerismo. Y queda Bullrich enfrente para agitar la bandera de la racionalidad como último recurso.
 
En diez días se sabrá, a qué profundidades decide arrojarse el país que parece haberlo visto todo, pero que nunca aprende nada.
 
infobae.com

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