26 OCT | 18:10

El paso de Ricardo Iorio por una pulpería antes de su muerte

“Tal vez sea la última vez que nos veamos”. El músico era habitué de La Tranca, en la zona de Coronel Suárez. El ritual de fe que anticipó su despedida y la amistad imposible con un jinete sanador.
Ricardo Iorio con Mingo Silvera en una pulpería de Coronel Suárez (Fotos: Facebook La Tranca Cura Malal)
 
 
La mañana del martes la noticia de la muerte de Ricardo Iorio impactó en la comunidad artística y la opinión pública en general. El referente del heavy metal nacional falleció de un paro cardíaco en su casa, situada en una zona rural del partido de Coronel Suárez. En medio de la conmoción por su partida, se reconstruyeron los días previos, desde su último concierto en Rosario diez días antes hasta el estupor del músico Juanchi Baleirón al revelar el intercambio que habían tenido la noche anterior al fallecimiento.
 
 
El último adiós a Ricardo Iorio en Coronel Suárez: seguidores de todo el país lo despidieron cantando el himno
 
 
Ahora trascendió un paso por La Tranca, una pulpería y centro cultural ubicada en la localidad de Cura Malal de la que el músico era habitué. En su página de Facebook, el local reflejó la visita de Iorio el fin de semana previo a su muerte. “Así era él de apasionado e intenso”, se titula el texto que expresa la estela física y simbólica del referente del metal. “Se sacó la remera que traía puesta, la dejó sobre el mostrador y me dijo ‘tal vez sea la última vez que nos veamos’”, continúa el artículo, y da cuenta de una nueva referencia profética, como la que había manifestado sobre el escenario rosarino durante su concierto final.
 
 
“Luego fue a la camioneta y trajo una foto de él, una virgen de Lujan para que proteja a La Tranca y un nuevo testamento y nos dijo que había que leer una página al azar, vivir el día y al finalizar la jornada, reflexionar. Y como era revelde (sic) se fumó un cigarrillo que apagó con su pie descalzo”, expresa el emotivo posteo, que cierra de igual manera: “Luego escuchamos su música durante dos largas horas, lloró en cada tema hasta conmovernos profundamente”.
 
 
El paso de Iorio por La Tranca días antes de su muerte
 
En otra fotografía, se documentan los objetos a los que se hacen referencia en el relato. El texto religioso, la imagen de la virgen, la colilla aplastada con su pie y la postal del músico descansan sobre la remera inscripta con su apellido. Y las palabras y las fotos conectan directamente con la despedida que había expresado la pulpería al conocer el triste hecho. “Vivir intensamente. Vivir como el último día. Vivirás por siempre en nuestro corazón”. Entonces, lo documentaron a un Iorio con poncho marrón sobre sus eternas ropas negras y con un semblante netamente gauchesco.
 
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En el mismo sentido se expresó Mercedes Resch, responsable de La Tranca y testigo de sus reiterados pasos por la pulpería. La mujer posteó una foto del músico con Mingo Silvera, una leyenda de la vida gauchesca de Cura Malal. “Sentados los dos a la mesa de la entrada en la pulpería. Dos extremos de la vida que se juntan”, anticipa, y presenta a los protagonistas de la historia.
 
Ricardo Iorio era habitué de la pulpería La Tranca, ubicada en Cura Malal, una localidad del partido de Coronel Suárez (Fotos: Facebool La Tranca Cura Malal)
 
“El más viejo con sus ropas gauchas y un poncho que al paso de los otros parroquianos era codiciado con la mirada o la palabra. Del otro lado su contrincante, una persona robusta, vestida de negro con la cabeza casi rapada y una cresta que rajaba como una línea de pelos puntiagudos hasta llegar a la frente. Su voz ronca era inconfundible. Cada tanto aparecía por el pueblo a buscar las bendiciones del viejo”.
 
De acuerdo al texto de Mercedes, todos sabían que el jinete tenía poderes sanadores. A él recurrían por los motivos más diversos, la cura del empacho, la insolación y hasta el mal de amores, si es que eso fuera posible. “¿De qué hablaban?”, se pregunta la mujer, presa de una curiosidad magnética. “De caballos, de vacas, del campo, de mujeres, de música. De qué podrían hablar dos personas de mundos tan diferentes”, se responde.
 
 
Con Mingo y Ricardo debidamente representados, Mercedes concluye en que “algo unía a estos dos hombres, una pasión o una quimera”. Y agrega detalles de aquel encuentro de los mundos: “Pidieron unas empanadas recién horneadas y otro trago que consumieron de un saque. La charla continuó hasta muy tarde y bebieron como cosacos. De toda la conversación que logré escuchar quedó una frase que desde ese día repito como un mantra: ‘uno se mata para vivir’”. Y otra vez, la vida, la muerte y el destino presentes en las últimas horas de Ricardo Iorio. El viaje retrospectivo a sus huellas en las redes sociales encuentra una foto abrazado con Mingo y una leyenda que expresa toda su admiración: “Hombre muy groso de Cura Malal y se llama Mingo Silvera. Cuando vino Lanusse le hizo poner el caballo de rodillas. Es un grande y es mi amigo”.
 
infobae.com

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