La experiencia de vida de Luis Arce (29) es un ejemplo de esfuerzo, sacrificio, pero también de superación. Una muestra más que la universidad pública, inclusiva, da oportunidades a nivel territorial a todo aquel que no tiene medios de movilidad, recursos económicos o posibilidades de cursar una carrera de pregrado o de grado.
Luis nació en San Miguel, provincia de Buenos Aires, proviene de una familia muy humilde en la cual es el primero en obtener un título universitario. Su pareja es profesora de biología y juntos son padres de una nena y un nene. Actualmente, residen en la localidad de El Bolsón, Río Negro, donde trabaja como docente de inglés.
Previo a todo ello, en Buenos Aires había cursado la secundaria en una escuela de nivel medio con orientación en electromecánica hasta que sufrió un asalto con arma blanca que lo obligó a interrumpir el cursado en forma presencial. Esa pausa en los estudios fue, primeramente, por temor a lo ocurrido, y luego por motivos económicos. Así fue que comenzó a trabajar en una clínica privada, ocupación que no le permitía por poder concluir la secundaria.
Con 23 años, en el 2013 llega junto a su familia a la localidad de Loma Blanca, departamento General Belgrano, en búsqueda de poder llevar una vida de mayor tranquilidad y seguridad que la de Buenos Aires.
Luego de establecerse, y con la ayuda de amigos, comenzó a construir su casa y a cursar el bachillerato para adultos, el cual había dejado inconcluso. Al mismo tiempo comienza la carrera de Técnico en Idioma Ingles en un instituto privado de Chamical.
“Decido realizar la tecnicatura en inglés porque sabía que luego haría informática y que ambas carreras están relacionadas ya que la programación es en inglés. Además, con el título de idioma podría trabajar como profesor y como no había profesores en las cercanías en donde residía, me anote”, comenta.
Al segundo año de cursar el bachillerato para adultos, en forma conjunta con la tecnicatura en inglés, se inscribió en la Tecnicatura Universitaria en Informática, en la Delegación Académica de Olta, lo que significó cursar las tres carreras al unísono. De ese modo, por la mañana se ocupaba de construir su vivienda; luego, por la tarde, recorría en bicicleta los cuatro kilómetros que separan a Loma Blanca de la unidad académica, para después cursar, desde las 18 hasta las 23, la tecnicatura en inglés.
Cabe destacar que, para poder sustentar sus estudios, y como medio económico para su familia, vivía de los ingresos de una pequeña despensa instalada en su casa.
En el segundo cuatrimestre del segundo año en la TUI realizó algunas tutorías particulares sin cobrar a compañeros que habían quedado muy retrasados en algunas materias, no pudiendo avanzar en la carrera.
En diciembre de 2016 terminó de cursar todas las materias, en tiempo y forma, y es ahí cuando decide vender su casa y emigrar al Río Negro, en 2017.
Ya instalado en El Bolsón y con el porcentaje necesario de materias de la Tecnicatura en Informática accedió a un cargo de suplencia de 25 horas dictando clases durante un año, frente a un curso en una escuela secundaria con orientación en informática, en el centro de El Bolsón. Sin embargo, al año siguiente, por no tener todavía el título universitario habilitante, quedó desafectado del cargo, lo que significo salir a buscar un nuevo trabajo.
Ante ese contratiempo no bajó los brazos y en el 2018 logró cubrir unas horas como profesor en inglés, tarea que le permitió salir adelante en lo económico y lo laboral.
A mediados de 2018, envía a la UNLaR su trabajo final de la TUI, recibiendo la resolución de aprobación en diciembre del año pasado, momento en el que se le asignó mesa de examen para el pasado 8 de febrero, fecha en la que finalmente obtuvo el tan ansiado título.
“Yo soy un defensor de la educación pública, soy activista de ello en el lugar donde estoy. Quiero agradecer a la universidad por las oportunidades que les brinda a las personas que tienen mucha voluntad y capacidades para realizar diferentes carreras que se dictan tanto en las sedes y delegaciones de La UNLaR y que se ofrecen gratuitamente”, manifestó.
“Gracias a la ayuda que se brinda a través de becas, los beneficiarios podemos, año tras año, comprarnos las fotocopias, viajar, acceder al comedor universitario”, destacó el flamante graduado”.
En ese sentido, mencionó como ejemplo a seguir la experiencia de su colega Marcela Molina, quien, a pesar de ser de escasos recursos económicos, ser madre de cuatro hijos, luego de cinco años, gracias a su perseverancia y acompañada de su familia, también logró recibirse de técnica en informática. “Ella representa para mí un ejemplo de perseverancia”, reconoció.
Finalmente, a modo de mensaje para los futuros ingresantes que deciden estudiar en la UNLaR, Arce expresó: "Si tienen objetivos intenten cumplirlos de una u otra manera; nunca estamos solos, siempre nos están apoyando. La Universidad siempre estuvo a disposición y preocupándose todos los años que cursé. El estudio es la esencia del progreso tanto para los estudiantes como para el pueblo. Tienen que aprovechar la oportunidad luchando por el futuro y para aquellos que no tienen el apoyo necesario que miren para el costado que siempre hay un apoyo, porque no llegamos solos a ningún lado, y que lo aprovechen y que los estudiantes sepan que desde cualquier lugar que tengan una sede o delegación cerca pueden avanzar”.