20 JUL | 09:16

¿Había humanos en el Área Metropolitana de Buenos Aires hace 20 mil años?

La pista está en los restos de un gliptodonte. Fueron encontrados en Merlo, en el Conurbano bonaerense. La investigación fue liderada por un equipo de científicos de Argentina y Francia.
Los detalles del trabajo publicado en la revista Plos One
 
 
Encontraron evidencia de presencia humana en la Provincia de Buenos Aires hace 20.000 años. Crédito: gentileza UNLP
 
 
¿Cuándo llegaron los seres humanos a América? Después de haber salido de la cuna de la humanidad, África, hacia otras regiones del mundo, el continente americano fue el último en poblarse. Pero aún se debate cuándo y cómo fue.
 
 
En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), un hallazgo de restos fósiles de un gliptodonte arrojó una nueva pista. Tenían marcas de corte que podrían ser evidencia de la presencia de seres humanos en la zona hace más de 20.000 años.
 
El descubrimiento fue publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE. El estudio fue realizado por el arqueólogo Mariano Del Papa junto con los investigadores Martin De Los Reyes, Daniel Poiré, Nicolás Rascovan, Guillermo Jofré, y Miguel Delgado.
 
 
“Sabemos que más de 20.000 años atrás se consumía a los gliptodontes. Aunque no podemos decir si los cazaban o si los habían encontrado muertos y aprovecharon para cortar al animal y comerlo”, dijo el experto.
 
 
El descubrimiento sitúa la llegada de los primeros pobladores al continente hace 21 mil años atrás, 5 mil años antes de lo que algunos expertos estiman/Gráfico Marcelo Regalado
 
 
Todo empezó en 2015 cuando Jofré, que es un autodidacta de la paleontología y tiene a su cargo el Repositorio Paleontológico Ramón Segura de Merlo, en el Oeste del Conurbano, encontró restos de un gliptodonte a orillas del río Reconquista, cerca del Dique Roggero. Es cerca del límite entre las ciudades bonaerenses de Merlo y Moreno.
 
 
Al observar los huesos y tras limpiarlos, Jofré quedó sorprendido con marcas de corte que no parecían haber sido causadas por animales carnívoros o roedores, ya que seguían patrones de corte, como los observados típicamente en los huesos de animales consumidos por cazadores recolectores en la antigüedad.
 
En diálogo con Infobae, el arqueólogo Del Papa de la Universidad Nacional de La Plata, contó: “Hicimos análisis de radiocarbono y otros estudios con técnicas de la geología. Los resultados nos permiten afirmar que las marcas fueron realizadas por humanos, ya que tienen propiedades morfológicas específicas. Descartamos que hayan sido hechas por animales”.
 
Las partes del gliptodonte que se encontraron y que fueron analizadas por los científicos/Revista Plos One/Fundación Azara
 
“Lo primero que quisimos saber fue la antigüedad, porque cuando vimos la estratigrafía del lugar del hallazgo, es decir las capas de sedimento que se van acumulando, el fósil estaba muy abajo, lo que nos daba la pauta de que era algo muy viejo”, afirmó en un comunicado Martín de los Reyes, también investigador de la FCNyM y autor del trabajo.
 
Para determinar la antigüedad, el equipo se valió de datos científicos presentes en el sitio. “Justo debajo del lugar donde estaba el esqueleto ya se había encontrado un tipo de caracol que databa de 32 mil años atrás, y apenas por encima del cuerpo el fechado radiocarbónico –un método que se basa en la medición de la cantidad de carbono 14 que contiene un material– del sedimento marcaba 17 mil años. Por otro lado, mediante una técnica muy usada por paleontólogos y arqueólogos, se realizó la datación de la edad de los huesos”, destacaron en el escrito.
 
“Para la datación más común se usa el colágeno de los huesos, pero como en este caso ya no quedaba nada de colágeno en ellos, fechamos la bioapatita, que es su parte mineral. Ese análisis, que se hizo en Francia y fue la primera datación en hueso de un Neoesclerocalyptus, nos dio como resultado que el esqueleto tiene 21 mil años”, relató Miguel Delgado, coautor e investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Al tiempo que resaltó que, puestos en contexto, “las conclusiones del análisis óseo y del estrato son consistentes cronológicamente”.
 
Esta ilustración muestra cómo podría haber sido la explotación de un gliptodonte en el actual territorio de la provincia de Buenos Aires hace más de 20.000 años/Damian Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (Colegio Don Bosco), San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires
 
 
En tanto, para determinar el origen de las marcas, Delgado destacó que “hay varias formas en las que se puede dar una marca, como la acción de carnívoros y de otros agentes tafonómicos –por ejemplo, roedores que roen los huesos–. Pero estas eran distintas, no eran aleatorias, seguían patrones de corte”; y agregó: “Son muy parecidas a marcas experimentales ya documentadas hechas por humanos, y eso es lo que buscamos comprobar mediante escaneos 3D y análisis cuantitativos”. Según Reyes, “el patrón es de desposte, como los cortes que hace un carnicero, en lugares específicos como las inserciones musculares o los tendones. Ahí cortaron. Lo carnearon”.
 
 
Cuándo y cómo llegaron los humanos a América
 
El momento de la ocupación humana temprana de América es un tema de intenso debate. Durante mucho tiempo predominaron tres grupos de teorías acerca de la antigüedad de los primeros grupos humanos que arribaron al continente americano.
 
Los fósiles son también las pruebas más antiguas de la interacción humana con grandes mamíferos poco antes de que muchos de ellos se extinguieran/
 
Una de las teorías se conoce como “Clovis, Los Primeros”, y ha propuesto un poblamiento tardío de América, alrededor de 11.500 años atrás, según contaron en el libro Vivir en la Patagonia, una historia antigua, de Enrique Terranova, Laura Miotti, y otros autores, publicado con apoyo de Fundación de Historia Natural Felix de Ázara.
 
Otra teoría, conocida como “Pre-Clovis”, plantea una ocupación previa. Por último, el tercer grupo, proponía un poblamiento aún más antiguo del Nuevo Mundo, anterior a los 20.000 años.
 
En ese contexto de debate, se suma ahora el trabajo publicado en Plos One por el grupo de investigadores. El gliptodonte perteneció al género Neoesclerocalyptus, que era pariente de las mulitas y peludos actuales. La especie se extinguió hace 10 mil años.
 
En Merlo, se encontraron partes articuladas, compuesto por las vértebras y el tubo caudal, o estuche de la cola. El análisis estadístico reveló que las marcas de corte en partes de la pelvis, la cola y la armadura del cuerpo coinciden con marcas conocidas hechas con herramientas de piedra.
 
 
Así era la posición de las diferentes piezas anatómicas del gliptodonte cortado/PLOS ONE/ F. Azara
La datación por radiocarbono indica que esos fósiles tienen unos 21.000 años, casi seis mil años más que otras pruebas arqueológicas conocidas del sur de Sudamérica. Para los investigadores, los resultados encajan con otros hallazgos recientes que indican que hubo una presencia humana temprana en América hace más de 20.000 años.
 
Los fósiles también se encuentran entre las pruebas más antiguas de la interacción humana con grandes mamíferos poco antes de que muchos de ellos se extinguieran. Sugirieron que podrían hacerse más estudios en el sitio en Merlo y nuevos análisis de las marcas de corte y una datación por radiocarbono más exhaustiva de los fósiles.
 
“Las pruebas ponen en entredicho el marco cronológico del primer poblamiento humano de las Américas hace 16.000 años”, señaló Delgado. Es decir, las huellas contribuyen a indicar que la entrada al continente americano por el Norte podría haber sido mucho antes.
 
“El paradigma de poblamiento dice que los seres humanos llegaron a América hace 16 mil años, -expresó Delgado- pero ocurre que desde hace un tiempo empezaron a aparecer evidencias más antiguas en Brasil, Canadá, Estados Unidos y México, entre otros lugares. Hay toda una visión tradicional que dice que esas son anomalías, que no se sabe bien cómo se dieron, pero ya hay estudios muy serios publicados en revistas prestigiosas que ubican el ingreso entre 20 y 30 mil años atrás”.
 
Para hacer el estudio, contaron con apoyo del Museo de La Plata, el CONICET, el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG-UNLP-CONICET), el Instituto Pasteur de París, la municipalidad de Merlo, provincia de Buenos Aires) y la Fundación Azara.
 
infobae.com

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