...por los graves incidentes tras el gol argentino que luego fue anulado
El árbitro sueco Glenn Nyberg atiende los reclamos de los jugadores argentinos (REUTERS/Thaier Al-Sudani)
Esta situación fue inédita, no existen antecedentes en el fútbol mundial. Los jueces estamos estupefactos por el partido que comenzó, terminó y se reanudó dos horas después. Se anuló un gol por el VAR que modificó sustancialmente el resultado del encuentro y se extendió hasta los 118 minutos de reloj. Fue un encuentro que duró cinco horas. Ahora bien, tras el papelón en cancha que quedó a la vista de todos, por qué el COI (Comité Olímpico Internacional) debería quitarle los puntos a Marruecos.
Estuvo dentro de la legalidad la determinación del árbitro Glenn Nyberg respecto a la anulación del 2-2 de Argentina por el offside previo de Bruno Amione, pero el tribunal encargado de tomar una decisión respecto al final debería poner sobre la mesa no solamente el informe del juez sueco (que bien pudo ser ampliado al término del match) sino todo el material que tuvo a disposición: fotos, videos, tiempo transcurrido, invasión de campo, agresiones a los jugadores de Argentina y el informe de los veedores reclamos (si los hubiera habido) de una y otra federación.
Si este lamentable desenlace hubiera tenido lugar en un partido de Liga Profesional a mitad de campeonato, tranquilamente el Tribunal de Disciplina podría proceder con la quinta de puntos para el equipo responsable de que sus hinchas ingresen al campo de juego, anulación del cotejo y posterior repetición por las irregularidades del caso. Comprendiendo la inmediatez que requiere la disputa de una fase de grupos de un juego olímpico, entonces es válido tomar otro tipo de medidas. Una situación semejante sucedió en el Mundial de Brasil 2014 con el uruguayo Luis Suárez, quien fue suspendido de oficio por el Comité de Apelaciones de la FIFA tras morder al italiano Giorgio Chiellini pese a no haber sido expulsado durante el juego.
El problema aquí es que los torneos de fútbol en los Juegos Olímpicos son organizados por el COI en conjunto con la FIFA. El fútbol es la única disciplina en la que esto sucede. Por caso, la World Rugby no tiene injerencia en el certamen olímpico, así como tampoco la ITF (Federación Internacional de Tenis) o la FIVB (Federación Internacional de Voleibol). Cuando dos entes conviven durante el desarrollo de una competencia, los responsables de tomar decisiones son todos y, a la vez, ninguno. Un Comité de Integridad, un Comité de Gobernanza, un Comité de Ética, un Comité de Disciplina, un Comité de Apelación... pero, ¿quién decide? A veces, cuando hay tantos organismos implicados, es más fácil escaparse de las responsabilidades y culpas.
Con 100% de objetividad y dejando la camiseta celesta y blanca a un costado, los jugadores agredidos con proyectiles y que tuvieron que correr desesperados al vestuario por la invasión de los marroquíes fueron los argentinos. Los árbitros, generalmente, pueden desviarse de la verdad cuando redactan los informes para salvar su “humanidad”. Es cierto, la Selección perdió los puntos en la cancha, pero en este caso correspondería que también se les quiten los tres que le dieron a Marruecos por la invasión y agresión del final. El escritorio está para hacer perder puntos, no para ganar los que se pusieron en juego en cancha. Un tribunal está para sancionar a los infractores, no para beneficiar a alguien que no ganó. La excepción a la regla, obviamente, es cuando hay un playoff en el que uno u otro equipo tiene que avanzar de ronda. Si Argentina-Marruecos hubiera sido por los cuartos de final del torneo masculino de París 2024, el seleccionado que tendría que acceder a semifinales es el sudamericano.
Entonces, la determinación del árbitro con el 2-1 es irreversible. El tribunal no puede darle los puntos a Argentina que ganó Marruecos en cancha. Pero lo que sí debería hacer, después de revisar el informe arbitral, de los veedores y el reclamo de la AFA, es quitarle los tres puntos al conjunto marroquí y así ambos deberían afrontar los siguientes dos compromisos con cero puntos en el Grupo B.
Uno de los errores de la FIFA es no tener un tribunal in situ. No se puede enviar a una persona de la Comisión de Integridad a investigar lo que sucedió, el organismo ya debería estar instalado en París y atender cualquier tipo de contingencia durante el certamen. La errática FIFA ya había actuado mal tras la suspensión del partido por Eliminatorias 2022 entre Brasil y Argentina que bien pudo crear un precedente por la quita de puntos contra los brasileños por el escandaloso proceder de sus autoridades de seguridad de turno obligando a detener el encuentro cuando se estaba llevando a cabo. La hipotética quita de unidades, con Brasil ya clasificado al Mundial de Qatar, no lo hubiera perjudicado en los números pero sí hubiera alertado a otras federaciones a que no se repita en el futuro. El día de mañana, FIFA tenía potestad de suspender a Chile, Bolivia, Colombia o cualquier país regido por Conmebol si un gigante como Brasil ya había sido apercibido. Pero no. Le tienen excesivo respeto -por no decir miedo- a los poderosos como la UEFA y los países grandes de la Concacaf, ya que en FIFA todo se trata cada vez más de política y menos de fútbol.
Sin lugar a dudas, la relación amor-odio entre el Comité Olímpico y FIFA, que desde hace décadas se disputan el negocio millonario del fútbol que otrora era considerado un deporte marginal hasta que la enorme masa de fanáticos lo convirtió en una gallina de los huevos de oro, se manifestó y tuvo influencia en la decisión del árbitro sueco de anular un gol y continuar el partido entre Argentina y Marruecos a dos horas de haberse interrumpido.
El gran anhelo del ex presidente de la FIFA Joao Havelange era ser presidente del Comité Olímpico Internacional. Fue el brasileño, máximo directivo del ente que rige al fútbol internacional hasta 1998, el que se deleitó con la expulsión de Diego Armando Maradona tras el positivo en efedrina en un control antidopaje que por ese entonces recaía en manos del Comité Olímpico. Ya con Joseph Blatter en el poder, Havelange pretendió robarse la gallina y arroparla con la bandera olímpica avalado por su amigo personal y presidente del COI, el español Juan Antonio Samaranch. El brasileño quiso, además, que una medalla de oro equivaliera a una Copa del Mundo, algo que fue fuertemente repudiado por la cúpula de una FIFA que ya tenía sentado en su mesa a un Julio Humberto Grondona con mucho más poder que en el 94. En ese tironeo, se pactó armar equipos Sub 23 con tres mayores y que la cesión de futbolistas quedara sujeta a la voluntad de los clubes regidos por FIFA.
Entre tanto revuelo generado por la Eurocopa, Copa América y Juegos Olímpicos, la voz de Marcelo Bielsa fue un oasis en el desierto. Su conferencia para repudiar los desmanejos de la FIFA y Conmebol no hicieron más que avalar aquella bandera que rezaba “Bielsa, el tiempo te dará la razón”.
infobae.com