... en “La chica pájaro”, de Paula Bombara
Hallar una salida como sea, el primer planteo de la novela de Paula Bombara. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Hay formas extrañas de expresar el amor. Una, según un libro que anduve leyendo, sería decir una frase como “Bajá, puta de mierda”. Es lo que le dice un muchacho a una chica que se trepó a un árbol para escaparse de él. Si le preguntan, él dirá que la ama.
Es ineludible por estos días en Argentina el tema de la violencia de género y quizás por eso me llamó desde la biblioteca un libro que leí hace un tiempo. Se titula La chica pájaro y lo escribió Paula Bombara. Supuestamente está dirigido a los adolescentes, pero ya verán.
La chica se llama Mara y quizás haya pensado que nadie podía ayudarla. En particular, porque la que no podía ayudarla era su madre, tan metida como ella en un mundo en que la violencia de los varones parece cosa de la naturaleza, tan eterna como el agua y el aire, algo con lo que hay que convivir.
Paula Bombara y su novela "La chica pájaro". (Feria del Libro)
Mara tiene ese novio con todas las alertas rojas y nada, podría creerse que ahí se va a quedar hasta que pasa algo. Bombara lo cuenta así:
“De pronto, Mara ve su oportunidad y abre la puerta del auto.
Sale corriendo sin mirar los semáforos y cruza la avenida.
El auto queda detenido. Eso la salva y le regala minutos. Eso hace posible el escape”.
Escapa. Lo que ve enseguida es una plaza. Y se sube a un árbol, porque estar en un árbol en una plaza puede ser mejor que encerrada teniéndole miedo al que dice amarte. El tema es que Mara no se va a ir, van a pasar los días y va a seguir ahí. Alguien tiene que notarlo.
Para eso, para ver, hay una vecina entrada en años que hace yoga en el pastito. Y un albañil al que la chica, para qué andar con vueltas, le gusta. Ellos van a ayudar cuando haga falta.
Violencia de género. Un tema que vuelve.
Bombara, que nació en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, en 1972, cuenta todo con suavidad y belleza, la narración es una danza que sólo se tensa cuando aparece el muchacho del auto, Maxi, que va a reclamar “lo que es suyo”. Primero, por las buenas: “Mara, por favor, bajá”. Después, con tono de víctima: “Mara, mi amor, es que no puedo vivir sin vos”. A eso siguen, claro, la desesperación y las promesas: “Mara, te prometo. Cambié. Te juro que cambié. Quiero abrazarte. Nada más. Te necesito, Mara. Te amo”.
¿No se te está rompiendo el corazón? Seguro que a Mara un poco sí, después de todo, si Maxi era su novio no era porque lo odiara. Pero parece que ya renunció a sus sueños con ese hombre y ahí se queda. Entonces, como ahí se queda, él tironea de la tela que la sostiene. Y va cambiando el tonito: “No hagamos escenas”, dice. Ya se sabe, cuando alguien dice eso es porque está por iniciar una.
En seguida sabemos que Maxi le avisó a la mamá de Mara que si la chica no bajaba la iba a prender fuego. Se dice fácil pero ¿en serio cualquier gil es capaz de ir y prenderle fuego a otra persona? Bueno, los diarios dicen que más de lo que uno cree. “¿Viste el noticiero?”, le dice la mamá desde abajo del árbol. Tiene miedo.
“Mara, te prometo. Cambié. Te juro que cambié”
Esa escena, se sabe, sólo puede empeorar. Y va a empeorar. Vienen insultos, golpes, en fin.
Pero Mara ya sabe cómo es escaparse, ya dejó el auto, ya subió al árbol, ya conoció a la señora del yoga y al albañil. Sabe que no tiene que ceder, que no tiene que volver, que —caiga quien caiga— tiene que gritar fuerte.
No voy a contar el final, porque en este punto puede pasar de todo. A veces las mujeres denuncian y entonces el enamorado se enoja y las mata. A veces hablar sirve para formar un cerco protector. Decirlo todo puede salir bien o salir mal.
"La chica pájaro" la novela donde se vislumbra una salida.
En definitiva, el libro habla de cómo se le cierra el mundo a una mujer, pero también, de qué decisiones y qué lazos pueden ayudar a abrirlo. Habla de que hay gente dispuesta a jugarse para ayudar a otro porque sí, porque está bien.
La escritura es suave, dijimos, es poética, hasta que la quiebran gritos como el que mencionamos al principio: “Puta”. Una textura, una vida, rasgada por la violencia: se siente al leerlo.
Decíamos que se supone que es un libro para chicos pero qué sé yo. Es un libro duro y conmovedor, justo para mí. Para cualquiera.
Mis subrayados
1. “Ahora todo depende de ella”.
2. “En el árbol parece haber nacido un fruto que, aunque gigante y deforme, apenas se ve de lo alto que se encuentra”.
3.”Lo odio, lo odio. ¿Qué hago ahora? ¿Duermo acá? ¿Me voy? ¿Y si vuelve? ¿Y si sigo corriendo? No. Eso es lo que espera. Que me esconda”.
4. “Hay algo en esa chica que le recuerda a su propia juventud. Quizás el cuerpo delgado pero fuerte, quizás la mirada inquieta”.
5. “Se llama Darío, trabaja en la construcción y almuerza en la plaza. Antes usaba el tiempo del almuerzo para pensar en nada, descansar la vista en el pasto, en las palomas, en la trama del camino. Pero desde que la chica del árbol llegó la mira trepar su tela, no puede evitarlo”.
6. “Las palabras son tan espesas a veces, dejan la boca tan pastosa”.
7. “¡Hoy no te escapás, me escuchaste, hoy no te escapás!”.
8. “Piensa y decide que va a alterar el curso monótono de su vida para proteger a esa chica. No sabe explicarse por qué pero no puede evitarlo”.
9. “Vení conmigo, ofrece la mujer. Vivo cerca”.
10. “Piensa que la suerte está cambiando para la chica”.
* ¿Te suena? Contame cómo pensás que se sale o qué te provocan estas historias a pkolesnicov@infobae.com. Leo todo, contesto a medida que puedo.
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Hasta la próxima,
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