Hace dos meses, a Guillermo Francos le había costado soltar el rol de ministro político que le habían asignado el 10 de diciembre. Cuando tuvo que ocupar de urgencia el lugar de jefe de Gabinete en lugar de Nicolás Posse, el debate por la ley Bases y el paquete fiscal atravesaba su momento cúlmine después de meses de agonía, y el ex colega del mundo privado de Javier Milei aparecía como el único capacitado para dar el último golpe de cocción. Sólo después de aquella votación, tras unas breves vacaciones invernales, empezó a hacerse cargo, por fin, de coordinación de las carteras, y rosca quedó prácticamente por completo en manos del consultor Santiago Caputo. Pero esta semana, también el poderoso asesor se apartó de la administración, entre ruidos internos y con Mauricio Macri. Y el Gobierno volvió a hacer agua, con una ola de derrotas en todas las batallas en el Congreso.
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La debacle se debió a una combinación de motivos. El enojo de Mauricio Macri, que no obtiene el reconocimiento que creer merecer de parte de Milei. La inexperiencia de los legisladores para negociar (en particular, en la Casa Rosada acusan a los jefes del bloque, Gabriel Bornoroni, y de la Cámara Baja, Martín Menem). La interna descontrolada con la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Y los ruidos intestinos en el bloque violeta en Diputados.
“Nadie está conteniendo a nadie”, admitió un referente líbero que tiene llegada a las distintas terminales libertarias y vio el caos en primera persona. Esos factores estaban presentes desde el inicio de la administración de Milei. Pero no se sentían con tanta fuerza gracias al viento de cola del inicio de la gestión, que empezó a mermar a medida que se adentran en el segundo semestre. Ahora, aún a la espera de sus monedas de cambio, los aliados hacen sentir su presión, y los errores propios se agravan.
En Gobierno son conscientes del caos y evalúan cómo dar un golpe de timón. Pero están en época de sequía noticias económicas rutilantes. Y el polémico caso de Alberto Fernández, que les sirvió para desviar la atención por dos semanas, dejó de tener la centralidad del inicio de las ventilaciones.
Aún no tomaron una determinación, pero hay señales de que intentarían volver sobre sus pasos. Francos hizo una primera aparición en público, con dos entrevistas, el jueves, para marcar posición sobre los resultados en el Congreso, y en la Jefatura no descartan que vuelva a convocar a los bloques asociados de cara a las discusiones que se vienen en el Congreso. Hubo contactos informales con legisladores de otros partidos, que consideran inminente un encuentro en Gobierno, pero el Jefe de Gabinete todavía no decidió si volverá a la rosca o se quedará en el terreno administrativo y continuará delegando en el vicejefe del Interior, Lisandro Catalán.
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Mauricio Macri y Santiago Caputo
En paralelo, desde el lunes volverá a su oficina en el primer piso de la Casa de Gobierno Santiago Caputo, que partió al sur durante la peor semana sin dar explicaciones. Hay quienes sugirieron que buscó hacer sentir las consecuencias de su ausencia, incómodo por la decisión de Milei de sostener la relación con Macri a pesar de su resistencia a darle poder. En su entorno, no obstante, negaban los rumores, y aseguraban que fue por motivos personales. Sea como sea, hay quienes esperan que su regreso renueve los enrarecidos aires de la administración nacional, aunque es incierto si mantendrá el mismo nivel de involucramiento o, al menos, si sostendrá la dinámica.
Como es habitual, en Gobierno niegan que las dificultades para encontrar consensos políticos sea estructural y se relacione a la falta de cuadros. Un déficit de origen que Macri y los suyos le enrostran a Milei con cada falla política y que la mayoría de los libertarios reconocen por lo bajo. “Todo pasa por Santiago. Por más inteligencia que tenga, es imposible que maneje esa cantidad de decisiones”, dijo un funcionario sobre el rol del poderoso asesor después de que Milei lo defendiera destacando que su coeficiente intelectual está por encima de la media.
Cuentan en los pasillos de la Casa de Gobierno que Javier Milei ya se dio cuenta de que esa concentración de poder en el detractor de una alianza PRO es problemática para la toma de decisiones, y que para Karina Milei representa una amenaza para su propio poder. De todas formas, ambos lo respaldan. “Sólo están atentos, pero lo siguen queriendo al lado”, dijeron.
Mientras tanto, la Secretaria General de la Presidencia no dio señales de estar dispuesta a retomar sus intenciones de meterse en la puja política -había coqueteado con esa posibilidad cuando se reunió con Cristian Ritondo, ya hace meses, pero por motivos desconocidos dio marcha atrás. En cambio, sigue concentrada en la arena del armado partidario nacional de LLA, en la gestión administativa de la Casa Rosada y en la gestión de la previa de la campaña. Esta semana probablemente se concrete el traspaso desde Capital Humano a su área de la secretaría de Cultura, un movimiento sindicado como “inminente” que se postergó por más de un mes, y los detalles técnicos-jurídicos de la ejecución se encuentran en la última instancia, revisora, de la Secretaría de Legal y Técnica.
De cualquier forma, más allá de las reuniones de Milei con Macri, mientras evalúa salidas para las trabas en la relación con el resto de la clase política para avanzar con sus reformas y resistir los embates opositores a sus medidas, el Gobierno de outsiders sigue firme en la determinación de arreglárselas por su cuenta.
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