...líderes enemigos. La baja de este viernes, sin embargo, representa el peor golpe para la formación en décadas
Hassan Nasrallah, el jefe de Hezbollah abatido en Beirut (REUTERS)
Hassan Nasrallah, el jefe del grupo terrorista chií libanés Hezbollah fue abatido este viernes durante una ola de “ataques de precisión” que Israel lanzó sobre Dahiya, en los suburbios del sur de la capital del Líbano, Beirut. La maniobra se centró en los cuarteles de la formación y representaron un duro golpe para la formación, que en las últimas semanas intensificó sus ofensivas contra Israel.
“Las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) atacaron recientemente la sede central de la organización terrorista Hezbollah, que se encuentra debajo de edificios residenciales en el corazón de Dahiya, en Beirut”, informaron desde el Ejército, mientras que el primer ministro Benjamin Netanyahu aprovechaba su intervención ante la ONU para asegurar que “estamos ganando” en esta guerra y prometer que “no descansaremos hasta que nuestros ciudadanos puedan regresar a sus hogares”.
Nacido en agosto de 1960 en un barrio pobre del este de Beirut, Hassan Nasrallah era el mayor de nueve hermanos. Su infancia estuvo marcada por la guerra civil libanesa, que comenzó cuando tenía cinco años. Este conflicto devastador, que duró 15 años, llevó a su familia a regresar a su pueblo natal, Bazourieh, en el sur del país, una región mayoritariamente chiita.
Nasrallah asumió la dirección de Hezbollah en 1992, con tan solo 32 años (AFP)
Durante su educación primaria y secundaria, Nasrallah vivió en el sur de Líbano, donde se aferró a su identidad chiita y a sus raíces étnicas. A los 15 años se unió al Movimiento Amal, una organización político-militar chiita fundada por el clérigo iraní Musa al Sadr. A los 16 años, emigró a Nayaf, Irak, donde conoció a Abbas Mousavi, quien se convirtió en su mentor.
La Revolución iraní de 1979, liderada por Ruhollah Khomeini, tuvo un profundo impacto en los chiitas libaneses. En 1981, Nasrallah fue nombrado representante de Khomeini en El Líbano, lo que fortaleció sus lazos con Irán. En 1982, tras la invasión israelí del Líbano, los comandantes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán decidieron crear Hezbollah, que se anunció oficialmente en 1985.
Nasrallah, quien se unió a Hezbollah a sus 22 años, se trasladó a Qom, Irán, para continuar sus estudios religiosos aunque siguió estrechando sus vínculos con el régimen persa. A su regreso al Líbano, se convirtió en el segundo al mando del grupo aunque en 1992, tras el asesinato de Abbas Mousavi por agentes israelíes, Nasrallah asumió la dirección de Hezbollah, con tan solo 32 años.
Desde sus primeros años en el grupo, Nasrallah forjó un vínculo estrecho con Irán (REUTERS)
Bajo su liderazgo, Hezbollah se convirtió en un actor político significativo en El Líbano, ganando ocho escaños en el Parlamento en las elecciones de 1992. La retirada de Israel del sur del Líbano en 2000 fue celebrada como una gran victoria por la formación terrorista, gracias a la que pudo consolidar su legitimidad y mantener sus armas.
A la par, el apoyo financiero de Irán ha permitido a Hezbollah brindar servicios sociales a la comunidad chiita en Líbano, creando una red de escuelas, hospitales y asociaciones benéficas. Inclusive, tal fue su nivel de influencia en el país que en 2008, a pesar de una reducción en los escaños parlamentarios, Nasrallah logró conservar el derecho de veto en el gabinete libanés.
Durante todo su tiempo al frente el grupo, Nasrallah, de 64 años, sorteó diversas crisis, incluyendo la Primavera Árabe, la guerra civil siria y la actual crisis económica en El Líbano, y llegó a ser considerado un líder político-militar único en el país, con un historial de décadas de lucha. De hecho, ninguna de las élites libanesas logró desplazarlo del campo político o disminuir significativamente su poder.
Nasrallah logró convertirse en un líder político-militar único en el Líbano, con un historial de décadas de lucha (REUTERS)
Nasrallah siempre mantuvo una retórica constante de resistencia terrorista contra Israel. En un discurso en 2000, tras la retirada israelí del sur del Líbano, describió al Estado judío como una “débil telaraña”, a pesar de su arsenal nuclear. Esta visión fue la que, en las décadas siguientes, definió su enfoque, fusionando teología chiita y retórica de liberación.
Su ideología también se ha forjado a lo largo de su vida. En una entrevista en 2006 con Robin Wright de The Washington Post, Nasrallah describió cómo su creencia en la resistencia armada se formó al observar los conflictos en Palestina. Esta ideología de resistencia requiere un conflicto continuo con Israel para justificar la existencia y el poder de Hezbollah en el Líbano.
Sanam Vakil, directora del programa de Medio Oriente y África del Norte en Chatham House, explicó a The Guardian que Hezbollah entiende bien a sus adversarios, a través de una observación estratégica y paciente.
Desde los años 2000, Hezbollah ha evolucionado significativamente, convirtiéndose en una fuerza política y social poderosa en el Líbano; sin embargo, la situación actual había llevado a Nasrallah a una posición delicada, donde la ambigüedad de sus declaraciones oscilaba entre amenazas a ciudades israelíes y la insistencia en que no buscaba una guerra total. Inclusive, su capacidad para revertir la crisis actual era cada vez más limitada.
A pesar de la crisis económica en El Líbano, Hezbollah había intensificado sus ofensivas contra Israel en el último tiempo (REUTERS)
Esto quedó expuesto en el último tiempo cuando, a pesar de que la crisis del Líbano debería haber contenido al terrorista de provocar una guerra total, tanto Hezbollah como Israel habían demostrado recientemente un cambio en su percepción de este umbral. Según un ensayo de David Daoud y Ahmad Sharawi para The Atlantic Council, Hezbollah cree que este umbral no es fijo y aumenta a medida que las operaciones israelíes en Gaza se profundizan, lo que les da más libertad de acción.
Nasrallah, quien tenía una relación estrecha con la República Islámica de Irán y su líder, el ayatollah Alí Khamenei, evitaba las apariciones públicas por temor a ser asesinado por Israel. Sin embargo, sus discursos, distribuidos casi semanalmente, le permitían ejercer su influencia y comentar sobre temas que afectan a Líbano y al mundo.
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