Estados Unidos superó en la tarde del martes el millón de casos confirmados de Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, según el conteo realizado por la universidad Johns Hopkins. En concreto, asciende a 1.002.498.
La cifra representa prácticamente un tercio de las más de 3.080.000 transmisiones registradas a nivel global. Estados Unidos es con creces el país más afectado por la pandemia en términos nominales. El total de confirmados cuadruplica los más de 232.000 reportados por España, segundo en la lúgubre lista. Y el total de muertes -más de 57.000- duplica los 27.359 de Italia en la misma fecha.
El primer caso en el país tuvo lugar el 21 de enero y correspondió a un residente del estado de Washington, en la costa oeste del país. Desde entonces, la curva de contagios y muertes creció de manera exponencial. Si bien el caso número 1.000 fue confirmado a mediados de marzo, para el último día del mes la cifra era mayor a 25.000. Y esta superó el millón antes de concluir abril.
No obstante, el avance de la pandemia ha ocurrido de manera dispar en los 50 estados. El epicentro del brote tiene lugar en el Estado de Nueva York, que concentra aproximadamente el 30 por ciento de los casos confirmados -más de 300.000- y casi el 40 por ciento de los decesos -22.866-. Del otro lado de la lista se encuentra Alaska, con 345 casos y 9 muertes.
A nivel general, los estados orientales concentran el mayor número de casos y de muertos por Covid-19, a pesar de que los primeros contagios se produjeron en los occidentales. Si bien California es el estado más poblado, con 39,5 millones de habitantes, la mitad del este del país concentra a la mayor parte de los 328 millones de personas que residen en el país. Y si hay más población, la lógica indica que, ante igualdad de condiciones, debería haber más personas infectadas y más fallecidas.
Sin embargo, hay otro factor que ilustra la diferencia y no tiene que ver con las cifras duras: los 10 estados con mayores cifras de mortalidad cada 100.000 habitantes también se encuentran en esa costa.
Una hipótesis respecto de la posible causa para la disparidad sugiere qué, por haber sido afectados antes, los gobiernos decidieron a actuar antes. En Washington, el gobernador Jay Inslee declaró el estado de emergencia el 29 de febrero, y el 15 de marzo ordenó el cierre de bares, restaurantes y comercios no esenciales. El vecino Oregon siguió sus pasos un día después. En California, el gobernador Gavin Newsom declaró el estado de emergencia el 4 de marzo y avanzó con el cierre de comercios el 17. Ese mismo día, San Francisco se convirtió en la primera ciudad en dictar una cuarentena, pidiendo a sus ciudadanos que se queden en sus casas.
No obstante, los estados de la costa este actuaron casi al mismo tiempo. Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, declaró el estado de emergencia el 7 de marzo, y el 16, antes que Newsom, ordenó que las escuelas, los bares y los restaurantes permanezcan cerrados. New Jersey y Connecticut actuaron el mismo día, coordinando con Nueva York.
Las medidas no fueron diferentes, pero sí el resultado. Porque California y Washington lograron aplanar rápidamente la curva de contagios después de tomarlas, algo recién ahora se empieza a ver en Nueva York, con muchas más muertes en el medio.
Eso lleva a ver las diferencias estructurales entre los estados en cuestión. Un factor decisivo es la densidad de población. La ciudad de Nueva York es la más poblada del país, con 8,1 millones de habitantes. Los Angeles, California, está segunda, pero con menos de la mitad, 3,7. Pero las diferencias de densidad no solo se ven en el tamaño de las ciudades. El mapa muestra claramente cómo toda la costa oeste se la reparten tres estados muy grandes, pero con la población muy bien distribuida en el territorio, cuando en el este hay más de una docena de estados, la mayoría muy pequeños, pero muy poblados.
Una alta densidad poblacional parece favorecer la propagación del virus. Especialmente debido al carácter de transmisión comunitaria del virus, el cual se puede exacerbar en escenarios como el de transporte público. Cientos de miles de personas usan cada día el transporte público en Nueva York, especialmente el metro. En cambio, California es el estado de los autos, lo que favorece el distanciamiento social.
Hay causas económicas que también son decisivas. California es el epicentro de las empresas tecnológicas, lo cual implica una mayor proporción de personas en condiciones trabajar desde sus casas. Eso llevó a que rápidamente miles de compañías adoptaran esa modalidad, algo más complejo en otros rubros.
El avance de la pandemia también es dispar en cuanto a su impacto temporal. Si bien un importante número de estados han logrado que sus curvas se aplanen o entren en una etapa descendente -Nueva York como la cara más visible- este no es el caso para otras regiones. Dos ciudades del estado rural de Iowa, por ejemplo, han registrado un número creciente de casos en los últimos 15 días.
Es por esto, a la vez que por razones políticas y económicas, que los gobernadores no han adoptado estrategias unánimes a la hora de implementar o relajar las medidas de aislamiento social. La mayoría ha esbozado planes para comenzar a reabrir de manera gradual la economía, que sufre una caída de proporciones que no tienen precedentes. No obstante, algunos lo han hecho en una extensión que ha generado críticas.
Este es el caso por ejemplo del gobernador de Georgia, Brian Kemp. Kemp ha permitido la reapertura de algunos negocios, entre los que se incluyen las peluquerías o los gimnasios, lo que ha generado pedidos contrastantes por parte de autoridades locales.
Por su parte, Okhlahoma, que tiene menor número de casos positivos y de muertes por Covid-19 que Georgia, ha comenzado a abrir salones de peluquería y de uñas, además de parques estatales.
Por otro lado, tanto en Colorado como en Misisispi, los gobernadores han trasladado su intención de pasar de una etapa de cuarentena a una fase de “seguridad en el hogar” en la que los ciudadanos no estarán obligados a permanecer en su domicilio, aunque las autoridades lo recomienda.
El gobernador de Alaska, Mike Dunleavy, ha permitido la apertura de restaurantes y otros locales este viernes con una serie de pautas sanitarias a seguir por el coronavirus. En Montana, la fase de reapertura comienza este domingo cuando se permitirá acudir a las iglesias, con medidas de distanciamientos social, mientras que los restaurantes y las escuelas abrirán el próximo 7 de mayo.
El estado de Nueva York, en tanto, comenzar a reabrir su economía a partir del 15 de mayo. El gobernador Andrew Cuomo aclaró que no obstante cualquier flexibilización de las medidas tendría lugar primero en el norte del estado y no en la región metropolitana de la ciudad de Nueva York, de lejos la zona más afectada por el brote en Estados Unidos. La industria manufacturera y la de la construcción son las que recibirían autorización para comenzar a producir primero.
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