...se refiere a la necesidad de un cambio de paradigma y de una acción sistémica que incluya respuestas sustentables. El rol de la Argentina.
El impacto impredecible de la pandemia originada por el COVID-19 empieza a mostrar claramente cómo se relacionan la salud de las personas con la salud de los ecosistemas. Y nos obliga a replantear el vínculo con la naturaleza, la economía, el andamiaje jurídico y la producción. Este es el planteo central que aparece en Derecho Ambiental (https://ricardolorenzetti.com/en/books-in-united-states-of-america/), el libro escrito por el juez de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti.
“Es evidente que la acción humana desarrollada a partir de la revolución industrial ha generado un nuevo período, llamado ‘Antropoceno’, cuyo desarrollo ilimitado puso en tensión extrema a todo el planeta. La naturaleza es un sistema en el cual todas las partes están conectadas entre sí y tiene un orden interno generado a partir de la interacción de sus propios elementos”, asegura el magistrado, que realizará mañana una transmisión en vivo por Instagram a las 18 a través de la cuenta @expoterra para referirse a los desafíos que genera la pandemia.
En diálogo con Infobae, el juez, que es miembro del Global Judicial Institute on the Environment, se refiere a la necesidad de un cambio de paradigma, de una acción sistémica que incluya respuestas sustentables. En ese sentido, cree que la Argentina tiene un gran potencial para ofrecer algunas soluciones de crecimiento.
–Usted plantea una mirada sistémica para empezar a enderezar muchas de las acciones desde la Revolución Industrial. ¿Qué rol podrían jugar las instituciones internacionales en este planteo? ¿Cree que la crisis climática es una de las medidas centrales para poder conseguirlo y enfrentar de una mejor manera la próxima pandemia?
—El problema es global y la respuesta también es global. Hace treinta años se pensó que la solución se basaba exclusivamente en los organismos y tratados internacionales, pero no ha sido suficiente. Se hicieron avances, pero también hubo ineficacia y, últimamente, un claro retroceso por decisiones políticas y económicas. Por eso la respuesta global no puede depender sólo de esos ámbitos y es muy importante el reclamo social. La respuesta sistémica significa multiplicidad de actores orientados hacia un mismo fin.
—¿Cómo evalúa la propuesta de un Green New Deal, como plantean algunos sectores en Estados Unidos y en la Unión Europea? ¿Lo ve posible en las Américas? ¿Y en Argentina?
—Un nuevo acuerdo global es absolutamente necesario, pero hay que ser conscientes de que es difícil que se logre. El problema es demasiado importante y urgente como para dejarlo en manos de la burocracia internacional. Tengo mucha confianza en ese “perfume de epopeya”, que es el reclamo de muchísimas personas a lo largo y ancho del planeta. La construcción es desde abajo hacia arriba.
—¿Cree que podrían ayudar estímulos económicos verdes como ya proponen el FMI y otros organismos multilaterales de crédito?
—En la crisis de la pandemia se ordena el aislamiento, hay empresas que quiebran y otras que crecen porque se concentran en vincular a las personas aisladas. En la crisis ambiental pasa algo similar, y Argentina tiene una gran oportunidad en ofrecer una economía sustentable: alimentos orgánicos, turismo no contaminante, energías renovables, etc. Los organismos de crédito deben apoyar ese sector y generar instrumentos financieros “verdes”, sobre los cuales ya hay mucha experiencia.
—¿Cree que se debe replantear la inversión y la apuesta en Vaca Muerta y en los combustibles fósiles?
—El proyecto es muy importante para el país, pero depende de una gran cantidad de factores que permitan hacerlo previsible en el mediano plazo y sobre todo del precio que lo haga viable. En materia ambiental hay criterios internacionales que respetar, sobre todo en el uso del agua y controlar los excesos que puedan provocar crisis en el subsuelo. Hay mucho escrito y regulado sobre este tema.
Cuando Lorenzetti habla de mirada sistémica, indica: “La estrategia es sistémica porque se trata de modificar aspectos que no están directamente relacionados con la pandemia pero tienen un efecto final en su explosión. Mejorar la resiliencia global, establecer monitoreos permanentes, proteger la diversidad de las especies, combatir los mercados de animales silvestres, detener la deforestación, combatir la contaminación en todos los planos".
Y completa: "Muchos dicen que el mundo ya no será como antes, pero nadie sabe cómo; fundamentalmente porque el enfoque está centrado en aspectos parciales. Eso ha llevado a que la economía funcione de una manera, la sociedad de otra y la naturaleza explote”.
Para el juez, cuando los sistemas pierden su equilibrio, vuelven a buscarlo. “La naturaleza pierde su capacidad de resistir: inviernos menos fríos, veranos más calientes, extinción de especies, mares contaminados, glaciares derretidos, desertificación. Se acumulan tensiones que llevan a una crisis y un nuevo equilibrio”, explica.
Ese detonante es un “cisne negro” inesperado para quienes no quisieron mirar la presión que se iba acumulando. “La pandemia es una ‘corrección sistémica’, un ‘cisne negro’ nacido de un desorden previo, de una ruptura de la frontera entre la alimentación humana y los mercados de vida silvestre. En el origen de numerosas enfermedades está la ruptura de las fronteras que la naturaleza ha establecido”, indica.
Lorenzetti destaca, además, que la OMS estima que alrededor del 60% de todos los virus que infectan a los humanos provienen de animales y que el 75% de las nuevas enfermedades infecciosas en la última década son zoonóticas. “Por esta razón es que se plantea que una adecuada solución para la salud humana implica mejorar la salud del planeta”, agrega el magistrado.
En ese sentido menciona que “en el ámbito jurídico se está trabajando en esa idea mediante el proyecto de afirmar un Estado de derecho ambiental (Environmental rule of law), mediante una gran cantidad de trabajos a nivel global”.
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