..."Condiciones de vida de las Infancias Pre-pandemia COVID-19”, que presentó la UCA. Cómo se agudizó la crisis socio-económica en los últimos dos años y su gran impacto en los chicos, entre 0 y 17 años
La Universidad Católica Argentina (UCA) presentó este martes el informe estadístico del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, tercero de la serie “Agenda para la Equidad (2017-2025)”, titulado “Condiciones de vida de las Infancias Pre-pandemia COVID-19”.
El informe recorre las múltiples dimensiones del desarrollo humano y social de las infancias y adolescencias en clave de derechos humanos que el Estado argentino debería garantizar dada la normativa internacional y nacional vigente en el país.
En la dimensión de la subsistencia, la situación de las infancias es muy delicada. La pobreza monetaria se ha incrementado de modo significativo afectando en 2019 a casi un 60%, y con un incremento de la indigencia por ingresos que llegó al 14,8%.
Según se advierte en el estudio, en los últimos dos años se agudizó de modo muy relevante la crisis socioeconómica y afectó especialmente a los hogares con niños. La pobreza de tipo estructural a través del indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) sigue un curso estable con cierta tendencia a la baja, pero todavía afecta a 27,6% de los chicos en el país urbano.
Este nuevo informe ofrece un diagnóstico de las circunstancias pre-pandemia del COVID-19, conjeturando un material valioso por su perspectiva multidimensional. La emergencia sanitaria y la cuarentena como principal estrategia de prevención expone a las poblaciones a privaciones en diversos aspectos de la vida humana. Si bien los niños/as y adolescentes son una de las poblaciones menos expuestas a la mortalidad por COVID-19, los efectos de la crisis humanitaria serán significativos en el desarrollo humano y social de esta población.
En diálogo exclusivo con Infobae, Ianina Tuñón, socióloga, magíster en Investigación en Ciencias Sociales, doctora del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y coordinadora e investigadora responsable del Barómetro de la Infancia del Observatorio de la Deuda Social Argentina en la Universidad Católica Argentina (UCA) manifestó: “Este informe es previo a la actual crisis por la pandemia de COVID-19 en Argentina y alcanza a los chicos que nacieron desde 2010 hasta hoy, es decir que estos chicos que hoy tienen entre 9 y 10 años los podríamos llamar la generación bicentenaria”.
“La pobreza de tipo estructural medida a través del indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) sigue un curso estable con cierta tendencia a la baja, pero todavía afecta a 27,6% de los chicos en el país. Ese indicador se ha mantenido muy estable en estos años y tiene a más de un cuarto de los niños argentinos y a un tercio de los menores que viven en el conurbano bonaerense sumidos en una gran pobreza estructural”, analizó.
Hacia fin de año, según una proyección de UNICEF Argentina, la pobreza infantil llegaría al 58,6%
Según la socióloga, “ese indicador es el más estable y nos marca un techo de quien no puede salir de esa situación en casi una década. Esta generación del Bicentenario ha nacido y vivido en situación de pobreza. Otro indicador de la pobreza son las familias que reciben beneficios sociales, como la AUH y otros programas de asistencia, constituye el 40% de los chicos, por lo cual nos preguntamos qué futuro tienen estos chicos”.
La pobreza y la desigualdad siguen impidiendo que millones de niños y adolescentes en el mundo ejerzan cada año sus derechos. Los niños, las niñas y adolescentes se enfrentan a nuevas y peligrosas amenazas para su supervivencia y bienestar. Sin dudas la actual pandemia del COVID-19 lo representa por las consecuencias que tendrá en términos de la pobreza y capacidad de sobrevivencia de los hogares con niños.
En el estudio se realizó una aproximación al espacio de derechos de la subsistencia a través de indicadores directos e indirectos de medición de la pobreza. Por un lado, se ofrece una medida de pobreza monetaria denominada “Línea de Pobreza” (LP) y “Línea de Indigencia” (LI), y otra medida directa conocida como “Necesidades Básicas Insatisfechas” (NBI). También se realizó un acercamiento a los sistemas de protección social a la infancia a través de las denominadas asignaciones familiares no contributivas y contributivas, haciendo foco en las primeras.
La pobreza y la desigualdad siguen impidiendo que millones de niños y adolescentes en el mundo ejerzan cada año sus derechos
Según aclaró a Infobae Ianina Tuñón, “Se trata de niños de hasta 9 años que deberían tener la capacidad de lectoescritura básica estando ya en tercer grado y no la tienen. Sufren muchas carencias y tienen padres que en muchos casos no completaron sus estudios primarios”.
“El indicador de NBI de pobreza estructural condiciona el desarrollo del niño. Además, la pobreza monetaria en los niños está en casi 6 de cada 10”, agregó.
Con respecto a los Objetivos de Desarrollo Sustentable, la investigadora responsable del Barómetro de la Infancia del Observatorio de la Deuda Social Argentina en la Universidad Católica Argentina sostuvo: “El objetivo sigue siendo el de erradicar la pobreza en todas sus formas, apuntado a los niños. Los niños son la población más pobre entre los pobres”. Sin embargo, apuntó: “Las medidas oficiales de pobreza siguen siendo por ingresos. En el Indec, se los considera niños de 0 a 14, cuando en realidad se los considera hasta los 17. La AUH y la Convención tienen parámetros de hasta 17 años. Tienen derechos a terminar la escuela secundaria., obligatoria desde 2005”.
En 2019, el 59,5% de los chicos/as en el país urbano residía en un hogar en situación de pobreza por ingresos, y entre ellos se estima 14,8% eran indigentes, según la UCA
“El estudio procura tener una dimensión integral de cómo viven los chicos en argentina y revela datos de crianza, de socialización y educación con muchas carencias, que no los prepara para luego incluirlos en el mundo del trabajo decente y el estudio terciario. No logramos ofrecer una sociedad más justa, igualitaria de desarrollo y movilidad social”, explicó Tuñón.
Déficit en el espacio del derecho a la subsistencia
A continuación se presentan las medidas directas de pobreza, como necesidades básicas insatisfechas (NBI), y las indirectas, como las medidas de pobreza e indigencia por ingresos. Ambos tipos de aproximación a la pobreza infantil son mediciones a nivel de los hogares extensibles a todos sus miembros, y en este informe fueron calculadas a nivel de la población de niños, niñas y adolescentes hasta los 17 años inclusive que residen en ciudades de 80.000 habitantes y más.
También se incluyó el tipo de protección social al que accede la población infantil y adolescente a partir del tipo de inserción socio ocupacional de sus padres y/o adultos tutores. La población de niños y adolescentes en hogares con NBI, en 2019, alcanzaba al 27,6%. Entre 2010-2019, se registró una merma de 6,3 puntos porcentuales en la prevalencia de NBI en la población infantojuvenil. La mayor disminución del indicador de referencia se registró en los últimos cuatro años. “Probablemente, la misma se corresponda principalmente con las mejoras registradas en el espacio del saneamiento”, se indica en el texto.
La propensión a experimentar necesidades básicas insatisfechas aumenta a medida que desciende la edad de los niños. Las brechas de desigualdad a lo largo de este período se han ampliado. Los progresos han sido mayores en los estratos obreros integrados y clases medias que entre los trabajadores marginales.
Por último, se señala “que los progresos han sido mucho mayores en las áreas metropolitanas del interior del país que en el GBA, CABA y resto interior urbano”.
La infancia y adolescencia es una de las poblaciones más afectadas por la pobreza monetaria. Según estimaciones propias de la UCA, en 2019, el 59,5% de los chicos/as en el país urbano residía en un hogar en situación de pobreza por ingresos, y entre ellos se estima 14,8% eran indigentes. A lo largo de estos años la indigencia siguió una tendencia estable pero en el último período interanual experimentó un incremento de casi 4 p.p., mientras que la pobreza monetaria tuvo más fluctuaciones, empero en los últimos cuatro años experimentó un incremento de 13 p.p. a nivel de la población infantil entre 0 y 17 años.
Miles de personas en Argentina, país con más de un tercio de su población en la pobreza, no tienen dónde protegerse de la crisis sanitaria por el COVID-19
La situación es especialmente grave por su magnitud en el GBA y áreas metropolitanas del interior del país (69,8% y 54,1%, respectivamente en 2019). El incremento en los últimos cuatro años, considerando los años de punta 2015-2019, fue significativamente mayor en las áreas metropolitanas del interior que en el GBA (17 y 12 p.p., respectivamente). Aun así, las infancias bonaerenses son claramente las más afectadas en términos de la incidencia de la pobreza monetaria, y la indigencia que llega a casi 19%.
Se estima que hacia finales del 2019, un 41% de los niños/as y adolescentes estaba recibiendo protección social a través de la Asignación Universal por Hijo (AUH) u otras transferencias sociales. Durante este período de nueve años se registró un progresivo aumento de la protección social a través de estas asignaciones orientadas a los hijos de los trabajadores no registrados. Este sistema de protección social progresivamente fue aumentando su nivel de cobertura, en un 35,8% se corresponde con AUH y el restante 5,3% a otras transferencias o programas. A medida que desciende la edad de los niños/as aumenta la protección social a través de la AUH y otros programas.
Como es de esperar, el nivel de focalización en los sectores sociales más vulnerables es elevado, llegando al 60,3% de los niños/as en el estrato trabajador marginal y 42,4% en el estrato obrero integrado. El nivel de cobertura próximo al promedio nacional se registra en el GBA y áreas metropolitanas del interior del país (43,7% y 43,2%, respectivamente).
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