...padre durante la cuarentena cuenta cómo fue la desescalada en una de las ciudades más afectadas por la pandemia, el primer abrazo de la abuela con su nieto 48 días después de su nacimiento y cómo la vida va retornando rápidamente su ritmo habitual mientras los casos de coronavirus siguen bajando
Hace algo más de un mes la vida regresó a los espacios públicos y comercios en España. Desde entonces la desescalada avanza poco a poco, según un plan de tres fases ideado por el gobierno para cada comunidad a semejanza de otros similares en Europa. Las autoridades apelan a la “responsabilidad” de los ciudadanos para mantener a la baja las cifras de la enfermedad: el índice de crecimiento de casos diagnosticados por día ha caído de un 42% en el pico de la pandemia al 0,1% actual.
Escribo estas líneas desde la capital del país, la región más afectada que llegó a ser uno de los epicentros del virus. En esta ciudad, en Madrid, nació mi hijo el 31 de marzo, una fecha que algunos medios nacionales bautizaron como “el día más negro”. Mientras mi esposa daba a luz, en esas 24 horas morían en España más del doble de personas respecto a esa misma fecha del año pasado. Al día siguiente se superaban los 100.000 contagiados y el 2 de abril España pasaba de los 10.000 fallecidos.
Unos días antes del parto escribí un diario para Infobae como un aviso desde el futuro dirigido al continente americano sobre los riesgos de esta emergencia sanitaria. Hoy la pandemia se ha controlado en Europa, por el momento, pero se ha desplazado al otro lado del Atlántico: Estados Unidos es el punto rojo del virus mientras Brasil ya es el segundo país con más casos detectados.
Cualquiera que salga hoy a las calles de Madrid podría pensar que aquí nada sucedió. Hace un tiempo agradable y los parques están abarrotados, en las terrazas no cabe un alma, gran parte de los comercios volvieron a abrir y los coches colapsan de nuevo las arterias principales. Sin embargo, algo ha cambiado: prácticamente todo el mundo lleva mascarilla y respeta la distancia de seguridad de 2 metros.
España todavía está en el top 5 de países con más contagios. Casi todos hemos sufrido de algún modo los efectos del virus: hay quien perdió a alguno de sus abuelos sin poder siquiera despedirse, muchos vieron interrumpidos sus trabajos a la fuerza, otros sufrieron cuando su madre, ya mayor, tuvo que ser hospitalizada. Esta es una cronología de cómo se han vivido en Madrid estas últimas semanas desde que el gobierno anunció el comienzo de la desescalada.
26 de abril: los niños salen a pasear
Faltan cuatro días para que mi bebé cumpla su primer mes y hoy es la primera vez que saldrá a la calle, más allá de alguna visita puntual al pediatra entre rigurosas medidas de seguridad. Tuvimos suerte con el parto, todo fue bien y con normalidad. Un amigo que tuvo otro hijo un par de semanas después vio a su esposa dar a luz respirando tras la mascarilla.
El tiempo ha pasado rápido encerrados en casa. Algunos días la frustración ha querido apoderarse de nosotros. Cuando el presidente socialista Pedro Sánchez anunciaba por televisión que debía prorrogar el estado de alarma por la seguridad de los ciudadanos y para no colapsar la sanidad pública, pensábamos: “¿Hasta cuándo seguiremos así?”.
Gente que conocemos con hijos un poco mayores nos han contado que sus pequeños han desarrollado síntomas preocupantes estos días: no pueden dormir, han vuelto a hacer pis en la cama, no paran de llorar y tienen miedo “a un bicho invisible”. Otros se conforman porque al fin pueden pasar tiempo con su familia. En nuestro caso, al ser tan pequeño, lo único que queremos es que pueda conocer a nuestros familiares y amigos.
El gobierno ha permitido que un adulto solo acompañe a dar un paseo de una hora a los menores de 14 años que estén a su cargo. Es la primera vez que salgo de casa de forma ociosa, sin tener que justificar una visita a la farmacia o una compra en el mercado. Camino tirando del carrito alrededor de nuestra casa. La visión es marciana: todo desierto y cerrado, algún que otro padre o madre que deambulan, como yo, sin rumbo.
2 de mayo: todos a la calle
Ayer cerró el hospital de Ifema tras 40 días y cerca de 4.000 pacientes atendidos. Este gigantesco e improvisado batallón de cuidados se ha convertido en el símbolo de la pandemia en España y en un recordatorio de su virulencia. A finales de abril se supo que la economía nacional se ha desplomado por encima del 5% en el primer trimestre del año. Y pese a todo, hoy, estamos contentos: será el primer día que todos puedan salir a la calle.
Con el paso de los días estos paseos de una hora al caer la tarde se convertirán en una rutina más de esta extraña nueva realidad. Nunca antes tanta gente había salido de sus casas sin un lugar a dónde dirigirse, sin un motivo concreto más allá de despejar la cabeza y hacer algo de ejercicio.
En Madrid han peatonalizado algunas de las vías más anchas para hacer deporte. Los runners, ciclistas y jóvenes con patinetes se mezclan con adultos que se quejan en alto, preocupados por las aglomeraciones. Nosotros nos turnamos: si mi esposa saca al bebé al mediodía, yo salgo a pasear por la tarde (y viceversa). Estamos descubriendo zonas del barrio que jamás pisamos, la pena es que no podemos encontrarnos con nadie que no viva a un kilómetro de nosotros.
18 de mayo: Madrid, en el limbo de la fase 0,5
Cuando el presidente aprueba en el Congreso la cuarta prórroga del estado de alarma, mi madre, por primera vez, se desespera. “Me están robando el tiempo con mi nieto”, dice por teléfono. Desde que nació el bebé, solventamos la distancia física gracias a la tecnología: cada día les enviamos por WhatsApp (a ella, y a los padres de mi esposa) una foto nueva de su nieto.
Esa sensación de que cada semana todo se prolonga, el no saber cuándo podrán conocerle en persona (y ni mucho menos tocarle, besarle, o abrazarle), comienza a desgastar a los abuelos. Mientras, las cifras de muertos por Covid-19 descienden a 123 diarios, el registro más bajo desde la primera semana del confinamiento, a mediados de marzo.
Madrid queda rezagada (junto a otras regiones en Cataluña y algunas provincias del interior colindantes con la capital) y no puede pasar de fase porque, según explican las autoridades, no está preparada: las cifras de contagios son altas y los centros públicos de salud siguen al límite. El gobierno, ante la desesperación generalizada de la población, anuncia la fase 0,5 para la capital: siguen las restricciones de movilidad pero abren algunos comercios con cita previa y aforo limitado. Es una forma de reactivar el consumo.
21 de mayo: el encuentro
“La realidad supera a las mejores fotos”, dice mi madre reprimiendo las lágrimas. Agarra el carrito y empieza a hablar con el bebé. Ya no lo soltará en toda la hora siguiente que estemos juntos. Han tenido que pasar 49 días hasta que mi madre ha podido conocer a su nieto.
En realidad, hemos hecho una pequeña trampa: aunque vive en otra parte de la ciudad, ha llegado hasta mi barrio con la excusa de que venía a comprar algo en una tienda de la zona. Es una de las cosas que ya se pueden hacer: desplazarte a donde necesites dentro de tu propia ciudad para comprar, ir a la biblioteca o visitar un museo (en el caso de que hayan abierto, pues muchos permanecen cerrados porque, dicen, no pueden “garantizar la seguridad”).
Mi madre ha venido en taxi y se irá en autobús. La red de transporte público ha seguido operativa durante el encierro, como un servicio para aquellos que debían trabajar. Pero tanto los buses como el metro están semi vacíos, la gente tiene miedo. Los expertos aseguran que en las redes de transporte de las grandes ciudades es donde se produjo un gran número de contagios al inicio de la pandemia en España, en febrero.
8 de junio: hacia la nueva normalidad
Desde el 25 de mayo ya no hace falta hacer trampas para ver a los abuelos. Estos últimos días todo avanza más rápido de lo que creíamos. Nos vamos acostumbrando a recuperar la libertad. La mitad del país (Madrid incluida) está en la fase 2 y la otra ya pasó a la 3, la última antes de llegar a la nueva normalidad. Ahora, surgen otras cuestiones: ¿podremos llevar al bebé a la guardería para el nuevo curso de septiembre? Parece que sí, mientras no aparezcan rebrotes masivos del virus.
“Hoy tenemos cero fallecidos, señorías, como consecuencia del Covid19”, dice el 3 de junio el presidente en el Congreso. Lo que debía ser una excelente noticia, un signo de que ya pasó lo peor, acaba manchado por la polarización que se ha vivido en España a costa de la pandemia. La oposición se apresura a denunciar que ese dato es mentira. Y el gobierno a negar las acusaciones. Una batalla política que no parece que vaya a rebajarse en los próximos meses.
Las cifras se mantienen en descenso. Tras más de 27.000 muertos confirmados en España por el virus (los analistas aseguran que la cifra real será mayor, especialmente por los ancianos que fallecieron en residencias y no fueron contabilizados), el gobierno lleva registrando en torno a 230 casos diagnosticados con síntomas cada una de las dos últimas semanas, unas cifras muy por debajo respecto al pico de finales de marzo, cuando nació el bebé.
La sensación entre la población es de respiro, la gente tiene ganas de recuperar sus vidas. Desde Sanidad definen la evolución como “muy favorable” pero alertan de “pequeños brotes identificados” en el país. Otra cuarentena tan estricta sería fatal para el ánimo de la población, ya castigada por el fantasma de una nueva crisis económica.
Mi hermana, que vive en París, ha logrado coger un avión para conocer a su sobrino. Mientras mi madre ha ido a una tienda de fotos y va a preparar un álbum con las 100 imágenes que más le han gustado de todas las que le hemos enviado (al final fueron más de una por día).
La mala noticia es que desde hace unos días volvieron a subir los índices de contaminación, que habían bajado hasta mínimos históricos durante el encierro. Estos últimos meses desde el balcón sólo hemos escuchado los pájaros y el viento. Ya han vuelto los pitidos de los atascos en la carretera.
Seguimos extremando las precauciones. Y miramos con preocupación hacia América, el sudeste asiático y Oriente Próximo, donde ahora mismo se concentran los focos de la pandemia. Con la perspectiva que da el tiempo, y por más que deseáramos iniciar lo antes posible la desescalada, somos conscientes de la necesidad de que haya sido de una forma ordenada, según descendían las cifras de contagios. En realidad, todo ha sido tan nuevo que es imposible saber cuál hubiera sido la estrategia infalible.
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