12 JUL | 12:06

Rápidos para la división, lentos para la suma

Los argentinos, no de ahora, y los riojanos por ende tampoco, somos una sociedad muy rápida para la división, pero desafortunadamente muy lentas para la suma. Somos extremadamente rápidos...Por Carlos Scagnolari
...para elegir el bando al que pertenecemos, y no nos importa nada salvo nuestra vereda. 
 
 
Ojalá fuésemos así de rápidos al elegir algo que nos haga bien a todos, que nos involucre a todos  o por lo menos a la gran mayoría y nos encolumnáramos detrás de esa… idea que nos traería seguramente bienestar a todos.  
 
¿Te imaginas que país distinto tendríamos? 
 
 
Sin discriminación del lado, ambos estamos a poco de transformar la famosa grieta en una fosa. Y cuando sea fosa, de la fosa, no sale nadie con vida. Salvo los gusanos. 
 
 
Es realmente triste vivir en un país así, donde los argentinos no podemos decirnos … “Esto nos conviene a todos”. 
 
 
Somos muy caretones para proclamar a viva voz: “EMPATÍA”. Pero no somos capaces o nos cuesta horrores mirar al que tenemos al lado, al prójimo y detenernos tan solo unos minutos para saber de qué padece. Qué le sucede. O porqué está feliz. 
 
 
Las crisis, en la medida que se van desarrollando, saca lo mejor y lo peor de cada uno. No sabemos cuál es nuestro límite, no sabemos qué somos capaces de hacer. Lo virtuoso lo contamos con el pecho henchido, y lo inmoral lo ocultamos bajo siete llaves.   
 
 
Los pares de opuestos, blanco/negro, bueno/malo, macho/hembra, luz/oscuridad…si tan sólo nos diéramos cuenta que son lo mismo, pero en distintas vibraciones. 
 
 
Si pudiéramos darnos cuenta que entre el blanco y el negro hay una infinita cantidad de matices, si reparáramos que entre luz y oscuridad hay un sin número de claroscuros. Entonces podríamos evaluar que nada es del todo malo como tampoco nada es del todo bueno. 
 
 
Partiendo de ésta postura filosófica de vida, desde ese punto de observación, podríamos intentar caminar por el medio de la calle y observar “qué es lo bueno que tiene cada vereda” y sobre todo poder elegir con un criterio más amplio sobre “qué nos gusta y que no”, "qué nos hace bien y qué nos hace mal."
 
 
Que es lo mejor y que es lo peor, para quedarnos con una visión moderada y beneficiosa. 
 
 
Entonces en lugar de seguir cavando la grieta ante la amenaza que se transforme en fosa, podríamos comenzar a construir puentes que nos unan. 
 
 
Una sociedad dividida en blanco y negro, su destino es de una pobreza total y absurda.  Con hombres necios de mente estrecha, tristes, pobres de espíritu, amargos de sabor y horizontes oscuros.
 
 
Y absurda, porque tenemos todas las posibilidades de pensar y proyectar una sociedad virtuosa, policromática, de varios prismas, para que nos entendamos y comenzar a vivir en armonía, en desarrollo, en espiritualidad.
 
 
Podríamos, en lugar de pensar que mundo le dejamos a nuestros hijos, pensar en qué hijos le dejaremos a este mundo. 
 
 
Hoy vemos empleados públicos que dicen cuarentena total. Vemos empresarios, trabajadores y comerciantes que dicen debemos trabajar y generar recursos. Tenemos un gobierno que trata de empatar. Algo imposible de empatar.
 
 
Los empleados y jubilados y asistidos por el Estado, no tienen ningún problema económico para quedarse en casa. El Estado le paga puntualmente los sueldos. Ahora cobran Aguinaldo y Quincenita en La Rioja y piden aumento de sueldos.
 
 
¿Y yo me pregunto nada más…hasta cuándo piensan que un Estado paralizado podrá pagarle los sueldos? Y me sigo preguntando: ¿Piensan que el Estado puede eternamente imprimir billetes de mil pesos para sueldos? Ay... hoy estoy tremendo: ¿los empleados estatales siguen creyendo en los espejitos de colores? 
 
 
Los trabajadores, profesionales y empresarios que nadie les da un peso y si les da; “la cifra es tan insignificante que le alcanza para diez días” necesitan salir a trabajar porque están cerrando sus fábricas, sus sueños, despidiendo a sus empleados, los cuenta propistas mendigan por una changa y se quejan justamente con máximas por el estilo: Si no te morís por el COVID-19, te morís de un ataque al corazón cuando tengas que cerrar tu empresa de 50 años. 
 
 
El Estado, en su rol de responsable directo e indirecto de toda la población, toma medidas que tienen que ver con el cuidado general, con la protección, sabiendo qué; aun haciendo lo imposible no puede contener a todos del mismo modo que era su vida antes de la pandemia. Sí, pudo mejorar el piso de bienestar de los sectores más castigados, no por la pandemia virósica, sino por la pandemia económica que viene arrasando al país desde hace muchas décadas.
 
 
Y también sabiendo que: si se llega a expandir la pandemia y todos salen a buscar una cama en el hospital, las plazas son limitadas, no habría lugar para atender a los enfermos, y la responsabilidad de última es del Estado.
 
 
El Estado no puede decirle a un ciudadano: “Yo te avise y vos no te cuidaste”. 
 
 
El tema es tan complejo que tenemos la obligación sólo por existir y vivir y respirar en éste suelo, tenemos la obligación de empatizar con todos y ver las necesidades de todos, y tomar medidas de responsabilidad, para que todos superemos la crisis lo mejor que podamos.  Hasta con algunos colgados del barco, pero ninguno abandonado en el medio del mar. 
 
 
Los empresarios son necesarios, los trabajadores son necesarios, el capital es necesario, un equitativo reparto de los recursos es necesario. 
 
 
Desafortunadamente no tenemos un ejercicio social de participación ciudadana como tienen otras sociedades. Pero nuestras acciones de hoy, las decisiones que tomemos hoy, son fundamentales para los hijos que queremos dejarle a éste mundo. Ellos tienen que ver cómo resolvemos los problemas del hoy, ellos nos están mirando y serviremos de ejemplo para que ellos construyan este presente próximo, cercano.
 
 
Está en nosotros seguir cavando la grieta y dejarles una fosa, o comenzar a construir puentes de consenso, encontrar puntos de encuentro, comenzar a dialogar cada acción que tomemos que nos incluya a todos. Es trabajoso, es complicado, es casi imposible, pero no lo es. No es imposible de lograr.  De utopías vivimos, de sueños se construye el mundo. 
 
 
Shakespeare decía: “Estamos hechos de la misma sustancia con que se fabrican los sueños”. Tengamos lindos sueños. 
 

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