...junto a sus dos hermanos, Matteo (19) y Martina (16), puso en marcha "Lamaska", una cadena de tiendas que vende únicamente barbijos, de diversos tipos y gustos, personalizables y sobre todo, "made in Italy", que se ha vuelto un boom.
Mientras las estadísticas hablan de un desastre económico sin precedente en Roma, con 3000 negocios que se vieron obligados a cerrar por el confinamiento, por la crisis del turismo y el teletrabajo, los tres hermanos Guerrini en el último mes y medio abrieron tres locales de Lamaska en el centro histórico de la ciudad eterna. El primero en Via dei Giubbonari, muy cerca de la piazza Campo de Fiori, el segundo en Vía della Croce, a unos centenares de metros de la Piazza di Spagna y la vía del Corso y el tercero - recién inaugurado -, en Vía dei Baullari, también a metros de Campo dei Fiori.
"¡Y el fin de semana que viene inauguramos un cuarto local en Venecia!", dice a LA NACIÓN Luca, que acaba de volver de la ciudad de las góndolas justamente para preparar eso y que desde hace tres meses no para ni un minuto debido a este primer gran proyecto empresarial, e irradia energía.
La vidriera de uno de los tres locales de Lamaska en RomaLa vidriera de uno de los tres locales de Lamaska en Roma Crédito: Elisabetta Piqué
"La verdad es que nunca nos imaginamos que nos podría ir tan bien", admite Luca, que debajo de su tapabocas negro tiene seguramente una sonrisa. La idea de los tres hermanos Guerrini surgió durante la cuarentena - que aquí comenzó el 10 de marzo y concluyó el 18 de mayo -, un momento histórico trágico y sin precedente para la península, comparable a la Segunda Guerra Mundial. Italia se convirtió entonces en el primer país que se encerraba y paralizaba todas sus actividades económicas, salvo las esenciales. Como a la gran mayoría de los italianos, comerciantes, empresarios, dueños de restaurantes, negocios y pymes, también a la familia Guerrini comenzó a no cerrarle los números. "Mi papá, que es empresario, decidió cerrar dos tiendas del centro histórico que vendían productos típicos italianos, vinos y alimentos, para turistas, porque ya eran insostenibles. Era todo muy triste", cuenta Luca.
Fue entonces que a los tres hermanos se les ocurrió la gran idea de crear un negocio únicamente de tapabocas, aquí llamados "mascherine", y al principio de la emergencia, inhallables. "Lo convencimos a nuestro padre para que nos dejara hacer una prueba y nos cediera uno de los locales que cerraba. Pusimos todos nuestros ahorros, unos 7000 euros y, terminado el confinamiento, en apenas tres semanas, algo impensable, armamos la empresa: creamos la marca, el logo, nos organizamos con otros productores italianos textiles que estaban en dificultad, como unos chicos de Nápoles, aprendimos un montón en diversos rubros y nació Lamaska", relata Luca.
"Fue una carrera contrarreloj, un desafío, todavía hay muchas cosas que no son perfectas, pero lo logramos. Estábamos un poco preocupados, pero cuando abrimos el primer negocio, enseguida se llenó de gente, luego abrimos otro en un segundo local que mi papá se vio obligado a cerrar y luego otro", agrega.
Las cosas van ahora tan viento en popa que suelen vender entre 300 y 400 barbijos por día. Aunque Luca espera que el verdadero "boom" llegue en septiembre, cuando volverán a comenzar las clases presenciales en Italia.
En los tres locales romanos de Lamaska - donde además de los tres hermanos, trabajan cuatro empleados más -, hay tapabocas para todos los gustos y bolsillo. Está la línea pop, la más barata (uno por 5,90 euros, dos por 10) y básica, de nylon afuera, algodón adentro y con un bolsillo para cambiarle el filtro, con diversos diseños, que van desde banderas de países, clubes de fútbol a dibujos divertidos. Está la línea de sastrería, con tapabocas exclusivamente de algodón; la línea "green", es decir, realizada con materiales ecológicos y biodegradable; la línea premium, hechas a mano; la línea deportiva, con mascarillas más cómodas a la hora de realizar deportes; y la línea de cuero, pensada para el proxímo invierno.
"Aunque una novedad que introdujimos es la línea Boccadamo, que hacemos junto a la joyería homónima, que incluye cristales Swaroski", precisa Luca, que muestra incluso dos barbijos que son piezas únicas, decoradas con joyas en oro y dos diamantes, con precios ya sensiblemente más altos (1700 y 2000 euros).
La tienda también ofrece el servicio de bordado para personalizar el tapabocas, "algo muy útil para los restaurantes que quieren poner su logo en los barbijos de los mozos", explica.
Un cartel publicitario de la marca de barbijos Lamaska, en RomaUn cartel publicitario de la marca de barbijos Lamaska, en Roma Crédito: Elisabetta Piqué
Aunque casi todas las tiendas de ropa en los últimos meses han pasado a vender, también, barbijos, al momento Lamaska no tiene competencia. "Somos los únicos en Italia que vendemos exclusiva y solamente barbijos y, sobre todo, garantizamos que es todo made in Italy, con calidad made in Italy. Nuestro producto sería mucho más barato si hubiéramos importado barbijos de China, pero quisimos unir salud, porque nuestros tapabocas tienen una protección de entre el 95 y el 98% y moda", asegura Luca. "Nos dimos cuenta de que a los jóvenes no les gusta ponerse los barbijos quirúrgicos y también fue un modo de acercarnos a ellos para que sean más responsables y se cuiden y cuiden a los demás", agrega.
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Luca, que no se tomó vacaciones este año, incluso va a mantener los locales abiertos en Ferragosto, el emblemático feriado del 15 de agosto y está más que satisfecho con su primer proyecto empresarial, cuando empiecen las clases, trabajará por la tarde. "Mi hermana también va al colegio, como yo, así que ella también trabajará por la tarde, mientras que nuestro hermano mayor, que está estudiando Economía en la universidad, se hará cargo del negocio por la mañana", dice.
¿Expectativas a futuro? "Ya nos están conociendo en el exterior, tuvimos unas primeras expediciones de productos a Estados Unidos y estamos poniendo por eso a punto un sitio online www.lamaska.it", cuenta Luca, que está convencido de que "el business va a durar al menos seis meses más, porque nadie cree que tendremos una vacuna antes. Y después, veremos".
Por: Elisabetta Piqué
lanacion.com