...nos planteemos este temita de las libertades, que tanto nos molesta, y como no podría ser de otra forma, la ley de Murphy, que no es una ley científica y tampoco un teorema, continúa en los tiempos funcionando a la perfección la máxima que “Si algo malo puede ocurrir, ocurrirá.”-“Si algo puede salir mal, seguramente saldrá mal”.
Los seres humanos funcionamos así, si nos dicen que no podemos comer fritos, lo que más desearemos en ese instante es un buen plato de papas fritas con dos (2) huevos fritos, no uno. Al tener que levantarnos todos los días para ir a trabajar es razón suficiente para quejarnos y así, todo el tiempo con distintos ejemplos.
Y yo me pregunto nada más…por qué deberíamos funcionar distinto cuando nos dicen: No salgas de tu casa, cuídate estamos en medio de una pandemia?
En ese momento nos transformamos en rebeldes way: Porqué no puedo salir yo? Quien es el Estado para decirme lo que debo y no debo hacer, pero que se creen? Desde los 22 vivo sola y ahora me va a decir que puedo y no puedo hacer con mi vida. Y bla bla bla.
Obviamente quedan excluidos aquellos que no son empleados del Estado, los que no tienen un empleador y la púnica manera de ganarse un peso es saliendo a trabajar.
Ahora podríamos plantearnos cuál es la verdadera libertad, si la interna o la externa, para luego pasar a preguntarnos cuáles son las claves para poder alcanzar la libertad tan deseada.
Los griegos desde el siglo V antes de Cristo se planteaban que era la libertad? Cómo logramos tenerla. Hoy debemos plantearnos la libertad dentro del contexto que estamos viviendo, dentro de la 40Tna y resignificarla quizás.
En la Roma antigua, los romanos se preguntaban y diferenciaban la libertad con los esclavos, que inclusive debían pelear por sus vidas para alcanzarla. “Libertas”, era el nombre de la antigua diosa romana que representaba la libertad y la liberación personal.
Si evolucionamos un poco para el filósofo Platón la libertad era: La libertad del hombre como directamente relacionada con la ética y con el dominio sobre nosotros mismos.
Aristóteles filosofaba sobre la Libertad como uno de los valores más trascendentales del ser humano.
Aristóteles conceptualizó la libertad como la tendencia natural del hombre que lo conduce a ser feliz.
Y en esto podemos encontrar un punto de inflexión: la Libertad conduce a ser feliz y es un buen punto de inflexión, si la felicidad proviene exclusivamente de estímulos externos o si se conjugan casi predominando con los impulsos internos de cada uno.
Y yo me pregunto nada más…La libertad no es un ejercicio diario de estar todo el tiempo liberándonos de distintas cadenas? Yo creo en esa libertad. La diaria, constante, evolucionando permanentemente.
La verdadera libertad expresando mi media verdad, es la libertad interior. La verdadera libertad que te permite elegir por ejemplo en éste caso de pandemia, cómo la vas y queres vivir. Claro que lo que sucede afuera influye, claro que condiciona, pero la interior te llena de posibilidades motivadoras, conectarte con los valores verdaderos y duraderos, con proyectos, con amores, con la parte esencial, con lo que soñaste ser y ver vías para desarrollarlo.
La libertad interior, el bienestar, te da la posibilidad de proyectar todas tus obras. Verte realizar, verte ser.
Sé y considero que es más sencillo vivir el afuera, echando culpas por doquier, excusándote por las circunstancias adversas. Sé que es mucho más fácil estar tirado en una mecedora maldiciendo por no haber podido y regocijarte en la excusa de no poder ser. Ma sí, la vida hay que vivirla y de algo hay que morir.
No soy un caído del catre y el dedo me lo dejé de chupar al año, no creo en los reyes magos ni tampoco en papa Noel, sé que la libertad total no existe. Pero si creo que dentro tuyo hay muchas más cosas de valor que en el afuera.
Tus amores, tus valores, tus deseos, lo que consideres esencial para vos, las cosas que te hacen bien, que te son placenteras. Pensar en lo bueno que es despertarse, respirar el sol, bañarte de su luz reparadora, poder jugar con tus hijos, disfrutar de tu compañía y proyectar una vida mejor. Leer un libro de los 100 que debería leer todo ser humano o uno, uno sólo e imprescindible, escuchar música, reír, bailar.
Y sobre todo agradecer. La pandemia nos permitió elegir, descubrir infinidad de actos reflejos que hacíamos como autómatas sin ni siquiera pensarlo si estábamos de acuerdo en hacerlos. Nos dio la posibilidad de elegirnos cómo queremos ser.
No todo depende de la libertad exterior que impone un gobierno a modo de cuidarte para que no te sucedan cosas malas, dolores peores.