...y capacitaciones constantes, el resto se capacita en un santiamén y sin el más mínimo reparo y despojados de toda vergüenza, hablan, cuestionan y dan consejos en éste caso sobre el COVID-19 con total irresponsabilidad, porque no estamos hablando de un mundial, menos de un director técnico; ahora somos licenciados en Pandemia.
Muchos opinan, muchos cuestionan, muchos desobedecen, pero, a la hora que las papas queman, todos van a pedir el hisopado con carita de pobres santos indefensos.
Lo cierto es que de Pandemia nadie sabía nada. Todos tuvimos que aprender y continuamos aprendiendo día a día del comportamiento de un virus desconocido que se comporta de diferente manera en diferentes escenarios incluendo similares. Hasta los más encumbrados profesionales de la salud provinciales y nacionales e internacionales lo dicen.
Todos toman un camino, luego toman un atajo, dan marcha atrás y siguen resultados prometedores, todos. Nadie tiene la fórmula secreta e infalible contra el coronavirus. Aquellos países que primero lo contrajeron algunos de ellos europeos volvieron a sucumbir, inclusive personas que contrajeron el virus y lo superaron volvieron a contagiarse. Y también están aquellos que los índices de contagio o arribo del virus a su país es casi insignificante al lado de otros países que padecieron y padecen muertes día a día.
Muchachos y muchachas esto es prueba y error, cada día menos porque se suma experiencia.
Hoy en la provincia se puso en funcionamiento a partir de la llegada de funcionarios y epidemiólogos nacionales un sistema de detección barrial del virus, para encapsularlo y circunscribir su posible contagio a un sector determinado. Esperemos que éste accionar sumado al resto de acciones que se vienen desarrollando desde hace 160 días en la provincia y en el país, de resultados positivos y comencemos a recuperarnos.
Hace unos 60 o 70 días atrás, cuestionada cualquier idea que lleve a una militarización de la sociedad, defendía el derecho individual, confiándome en la responsabilidad y discernimiento de cada integrante de la sociedad y en el respeto a las libertades individuales.
Pero la libertad individual termina justo cuando comienzan los derechos del otro. Y el derecho de “Los Otros” tienen que ser garantizados dentro de una sociedad. Nadie vive y crece sólo. Todos al estar dentro de una sociedad vivimos, crecemos y nos desarrollamos en ella. Para ese convivir en armonía hay normas, leyes que debemos respetar para garantizar justamente las libertades individuales, de cada uno dentro del todo.
Qué le hace una mancha más al tigre…
Ahora, la nueva grieta es entre los que se encolumnan tras de la pandemia, desafiándola, provocándola y por ende expandiéndola, y los que se encolumnan detrás de los que quieren terminar con la pandemia.
Están los ciudadanos que no respetan las normas de convivencia en el escenario del COVID-19 que salen a andar en bicicleta en tándem, los que no usan barbijos, los que circulan sin autorización los días que se les ocurre que desean salir a dar una vienta, los que no respetan la distancia establecida de dos metros, los mismos que organizan futbol, en el potrero total? O las fiestas privadas para chupar en la clandestinidad, los que organizan cumpleaños de 15, ni hablar de los asadazos familiares total? El tío a quien va a contagiar…
Son los mismos que dicen que esto es todo un invento para sacarle plata a la nación, que es una mentira para tenernos encerrados y así manejarnos mejor… etc…
Y del otro lado de la grieta, la gran mayoría que es consciente del virus, que respetamos el barbijo, la distancia social, y toda norma implementada por quienes deben velar por la salud en general de la población toda.
Leyendo en las redes sociales una amiga Agostina S. publicaba una idea que me pareció acertada, que significa crear un compromiso entre el Estado y los del bando de insurgentes “Que ante cualquier síntoma de COVID-19 “ASUMEN QUE NO PEDIRÁN NINGUNA ASISTENCIA AL ESTADO.” Firmado e irrevocable.
Y yo me pregunto nada más…cuántos insurgentes firmarán? La segunda sugerencia sería ofrecer una muy buena remuneración para todos aquellos que dicen “Esto es un robo” para que se presenten a trabajar en los hospitales sin utilizar protección alguna contra el COVID-19. ¿Cuantos se inscribirían?
Esto no es cuestión de rezarle al santo, las religiones dieron un paso al costado y están desmoronándose ante la infinidad de pedidos a cuanto santo pasa por el camino.
La única salida victoriosa si es que existe, de semejante situación es asumir la responsabilidad personal en asistencia a la responsabilidad general de todo un pueblo. Rezar ya está visto que no da resultado. El virus avanza sin parar y sin distinguir buenos de malos, sanos de enfermos, cristiano de judías, protestantes de agnósticos, ricos de pobres.